ICuanto han cambiado las Relaciones de Trabajo es la pregunta central para desarrollar en la presente contribución. De todas las dimensiones que pueden seleccionarse para abordar la interrogante, escogemos una muy amplia. Se trata de seguir la línea de reflexión de la contribución de la semana pasada, que denominamos “Replanteamientos en la Globalización”.
Uno de los replanteamientos considerados fue el de la adopción por parte del gobierno venezolano de la teoría de multipolaridad, con ello la promoción de nuevas asociaciones estratégicas con socios diferentes a los tradicionales, tales son los casos de China, Rusia, Irán. Cuba. Con los tres primeros los negocios se realizan tanto con empresas estatales como nuevas empresas transnacionales surgidas en esos países. El afán de construir estas relaciones estuvo marcado por el predominante deseo del gobierno venezolano, que se juntó con el interés de estos países de expansión en nuestro continente. El caso de Cuba, encaja más bien en una vieja aspiración de su gobierno en lograr una vinculación estrecha con nuestra nación. En el libro “El edecán de Rómulo Betancourt”, el Coronel Oscar Zamora Conde, Editorial Libros Marcados -2012-, ofrece detalles muy específicos de la visita de Fidel Castro en 1959 y su conversación con Rómulo Betancourt, Presidente Electo para ese momento. La vinculación del gobierno cubano con la guerrilla venezolana es historia posterior ampliamente documentada.
El hecho concreto es que hoy tenemos múltiples negocios con los países mencionados. Existen gran cantidad de acuerdos y convenios de los cuales poco se conoce y discute. Incluso las características de estos países es la opacidad en sus actuaciones políticas y económicas. En todos ha habido tensiones con las empresas de la comunicación y la información, sean las de tipo tradicional como los medios de comunicación, así como las nuevas y avanzadas empresas de la comunicación tipo Google.
Diferente es el tipo de relación con los socios por nuestra presencia en Mercosur, ya que de hecho se venían manteniendo crecientes relaciones comerciales y políticas antes de la incorporación a este bloque. Con todos, incluso con la economía más pequeña de los cuatro, caso de Paraguay, la balanza comercial es favorable a estos socios. Mas es lo que le importamos que lo que le vendemos. Lo cual favorece a nuestros socios.
En los asuntos laborales los socios de Mercosur guardan algunas semejanzas con nuestros esquemas regulatorios y organizacionales. Caso opuesto es lo que ocurre con el grupo de países mencionados en el segundo párrafo. La situación llama la atención porque hemos colocado en manos de socios asuntos de la economía y vida política que no se conocen debidamente. Si antes teníamos la inquietud por la injerencia de los EEUU, hoy son otros poderes lo que intervienen en asuntos de la vida venezolana que generan también inquietud.
Antes se llamaba la “caja negra” para referirse a acuerdos que poco se sabía de ellos, claro que en algún momento se destapaba el asunto y generaba impactos. Un caso ilustrativo fue al momento de nacionalizarse la actividad petrolera en 1975. En un principio fue controversial la existencia del artículo 5º del proyecto de Ley de Nacionalización, que permite al Estado determinados tipos de asociaciones con capital internacional y privado, resulto uno de los más controvertidos en la discusión parlamentaria. Juan Pablo Pérez Alfonzo, el más conocido de los expertos petroleros venezolanos, calificó la nacionalización de “chucuta”. Pero donde hubo más beligerancia con factores críticos de la nacionalización por entenderla incompleta o pactada, fue la opacidad de ciertos procesos, que apenas un año más tarde salieron a flote, al denunciarse los llamados convenios de asistencia tecnológica. Que fueron considerados leoninos por los términos desequilibrados entre los intereses de la nación y de las antiguas empresas transnacionales.
Es de esperar que en algún momento se sabrá mas, como debe ser por supuesto, de los convenios y acuerdos que llevan a los nuevos socios a estar presente en las entrañas de actividades tan sensibles como defensa, comunicaciones, petróleo, empresas básicas, identificación, registros, puertos, entre otros, al tiempo que instituciones nacionales lucen en el limbo.
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