miércoles, 27 de noviembre de 2019

VENEZUELA: BALANCE PRODUCTIVO Y LABORAL


Formando parte de la publicación "Trabajo y modelos productivos en América Latina II" -ver anterior posteo-, nuestro aporte es el capítulo sobre Venezuela. Un apretado resumen es el siguiente.

RESUMEN

Se analizan las relaciones de trabajo en el período del 2013 al presente. Los elementos resultantes de la investigación ofrecen análisis de un marco económico caracterizado por el deterioro continuado de las actividades productivas, a tal extremo que todos esos años hasta el presente 2019, ha venido ocurriendo una disminución del PIB. El pilar de la economía venezolana, su producción petrolera ha caído a niveles que no alcanzan para cubrir los gastos del Estado y su expandido gasto público. Así también, otros sectores estatizados se han convertido en cargas para los reducidos ingresos que aportan los impuestos internos, de empresas, consumidores y trabajadores.
  En este marco, el ambiente político se ha mantenido en permanente conflictividad, sean protestas de trabajadores como de ciudadanos, los primeros experimentando el deterioro de sus ingresos y condiciones de trabajo, y los segundos las condiciones de vida en todo el país.
 Las relaciones de trabajo, como la vida económica y política, experimentan una notable desintitucionalización, especialmente intervenidas por factores extra productivos, como es la presencia militar y comunal en la vida de las organizaciones productivas. Las estatizaciones en casi todos los sectores productivos, permiten intervenir a estos factores en diversos puntos de las cadenas productivas, y generan relaciones conflictivas con las practicas propias y establecidas de las relaciones laborales.
  La investigación se apoya en las relaciones directas con organizaciones productivas y con sindicatos, especialmente del sector manufacturero, con quienes se desarrollan actividades de formación. Ademas se contó con una encuesta indagando impactos de la continuada baja de producción.

Palabras clave: Relaciones de Trabajo, Relaciones Laborales, Sindicatos, Empresas, Sistema Productivo, Salarios, Petróleo.

Trabajo y modelos productivos en América Latina II


El objetivo de esta publicación es analizar las nuevas configuraciones y modelos de desarrollo que se instauraron o consolidaron en América Latina en la presente década contrastando con lo que varios de los autores escribimos a fines de la década pasada y fue editada por CLACSO en 2010. Trabajo y modelos productivos en América Latina : Argentina, Brasil, Colombia, México, y Venezuela luego de las crisis del modo de desarrollo neoliberal / coordinado por Enrique de la Garza Toledo y Julio César Neffa.

El foco del análisis fue tratar de identificar los nuevos modelos productivos, que estaban emergiendo en América Latina, o su continuidad, y si los mismos tenían similares orientaciones y características, si su dinámica los llevaba a homogeneizarlos o si las trayectorias institucionales, históricas de cada formación social conducían a una especificidad. Esta última hipótesis es la que se verificó. 
Tal vez, el fenómeno que los atravesaba a todos era la “vuelta del Estado”. En todos los países, cualquiera fuera el modelo productivo implementado (neoliberal, progresista, socialista bolivariano), siempre se necesitó la intervención del Estado.

La heterogeneidad estructural de los países de América Latina y de la Región en su conjunto explica que en el tiempo los cambios no son sincronizados ni van en la misma dirección. En la primera década del siglo XXI en varios de los países ahora analizados creció sin pausas el PIB, y aumentaron las exportaciones del sector primario aprovechando las rentas y el elevado precio de las commodities, que hicieron posibles por una parte el desendeudamiento respecto del FMI (Brasil y Argentina) y por otra parte la adopción de políticas laborales y sociales que permitieron controlar el crecimiento del desempleo y sobre todo adoptar políticas sociales y de inclusión que beneficiaron a amplios sectores de la población que habían sido históricamente discriminados, al mismo tiempo que se concretaron demandas históricas en materia de derechos humanos, para combatir la desigualdad. 

El desarrollo del comercio exterior beneficio a las grandes empresas agroindustriales y de carácter extractivo, y se amplió el número de países a  los cuales se dirigían, aprovechando que la política exterior de los Estados Unidos, luego de los atentados del 11 de septiembre 2001 se había concentrado en acciones bélicas en Asia y África. 

América Latina sufrió las consecuencias de la mundialización y de la financiarización, que transformaron sus estructuras productivas, sin lograr superar los limites del tradicional modelo de industrialización mediante sustitución de importaciones. Las economías continuaron su proceso de concentración y extranjerización al mismo tiempo que los Estados Nacionales recuperaron poder para intentar regular las economías. Pero faltó un modelo de desarrollo industrial autónomo, con una perspectiva de largo plazo donde las burguesías nacionales comprometidas con el país adoptaran un papel hegemónico y establecieran relaciones de intercambio y de cooperación con los demás países de la región. El boom de las materias primas commodities no fue aprovechado para impulsar el desarrollo industrial basado en el cambio científico y tecnológico, ni para fortalecer la capacidad del Estado para impulsar definitivamente otro modelo productivo, con otra configuración. 

Los salarios reales crecieron varios años por encima de la inflación estimulando la demanda interna de bienes de consumo de origen industrial, incorporando normas de consumo de las clases medias. Los sindicatos se fortalecieron en cuanto al numero de afiliados y a sus recursos y apoyaron los gobiernos que sustentaban esas políticas. En paralelo surgieron o se consolidaron movimientos sociales combativos, compuestos por trabajadores desocupados y precarios, en su mayoría mujeres, con gran capacidad de movilización en el espacio público reivindicando políticas sociales y el aumento de los subsidios.

Los fenómenos de corrupción impulsados por grandes empresas quitaron credibilidad a varios gobiernos y a los partidos políticos de composición nacional y popular, dando lugar a procesos judiciales que buscaron poner en prisión y apartar de la vida política a quienes habían adoptado políticas calificadas como “populistas”, que habían beneficiado a los sectores mas desfavorecidos reconociéndoles derechos, en particular a los miembros de los pueblos originarios y afro-descendientes. 

Las instancias regionales de cooperación económica y los mercados comunes perdieron dinamismo y no pudieron controlar el peso de las empresas transnacionales para reestructurar las economías.
Los autores concluyeron el libro postulando: “Todo esto nos lleva a concluir que el neoliberalismo económico con sus diversas dimensiones está en crisis, pero que no es inminente el derrumbe del modo de producción capitalista y que, en cada país, los grupos y clases sociales hegemónicos y por otra parte los que reivindican cambios profundos, que por medio de sus luchas contradictorias o de los compromisos, establecen mutuas concesiones negociadas y tratan de imprimir al Estado una determinada orientación”. 

Uno de los resultados mas generalizados de ese incipiente progreso económico y social en los países de la región fue la constitución o emergencia de clases medias que adoptaron rápidamente las normas de consumo de los sectores económicos dominantes, así como otras pautas culturales y fueron victimas de los mensajes de los medios de comunicación masivos dirigidos por esos sectores. 
La venta a crédito de bienes de consumo muchas veces importados, fue la herramienta utilizada para su inserción en la “sociedad de consumo” pero redujo el margen de excedente entre sus salarios y los gastos comprometidos, quedando al borde de situaciones de incertidumbre y vulnerabilidad social. En varios países su comportamiento electoral, acorde con sus nuevos valores, benefició a sectores con quienes tenían intereses contradictorios y que llegaron al poder mediante elecciones libres, abriendo una nueva etapa histórica que en nuestros días se cuestiona.

2.- La segunda década del siglo XXI presenta grandes cambios respecto de la primera. El contenido de este libro fue objeto de nutridos intercambios y de una reunión en el marco del congreso de ALAST 2019 en Bogotá. Los autores  son los mismos que participaron en el primer volumen y para continuar y profundizar la reflexión incorporamos a colegas uruguayos y chilenos para conocer su realidad y permitir una mejor comparación. 

Por una parte, Estados Unidos luego de sus costosas aventuras guerreras en África y Asia vuelve a centrar su atención en America Latina que considera su “patio trasero”. Están inquietos ante el avance de China sobre las estructuras económicas de todos los países de la región independientemente del régimen político prevaleciente, así como de los éxitos que habían logrado algunos gobiernos “nacionales y populares”. 

El contexto económico también cambió.  Los precios de las commodities del sector primario cayeron abruptamente, la demanda internacional se frenó y se avizora un largo periodo de débil crecimiento o estancamiento de la economía mundial. Los PIB nacionales crecen ahora mas lentamente y en algunos casos la recesión se ha instalado desde hace varios años (Venezuela y Argentina). Para hacer frente al incremento del déficit fiscal los gobiernos recurrieron al endeudamiento externo, generando presiones para reducir el déficit público y hacer frente a la deuda. Contrastando con la primera década se observa el fortalecimiento del mercado con respecto al Estado. Pero la crisis financiera internacional desatada en el corazón del capitalismo impactó de manera diferente a los países estudiados y también, en este caso, los intentos de controlarla y reducir los efectos perversos tuvieron al Estado como actor protagónico para defender el sistema. 

Dentro de los gobiernos se observó como tendencia que las nuevas fuerzas políticas gobernantes se han desplazado hacia el centro y la derecha neoliberal y en consecuencia no han podido controlar el poder de las empresas transnacionales; la caída de la demanda provocó el cierre de numerosas pequeñas y medianas empresas y la reestructuración de las grandes (subcontratación, tercerización, deslocalización) con impactos sobre el empleo; se redujo el excedente del comercio exterior generando mayor restricción externa. Los gobiernos de casi todos los países  han perdido apoyo popular debido a que aumentó el desempleo y la precariedad, disminuyeron los salarios reales y la participación de los asalariados en el ingreso nacional, aumentó la desigualdad y se han introducido profundos cambios en la legislación del trabajo y de la seguridad social que en mucho casos significa un retroceso histórico significativo. El desempleo y las necesidades básicas insatisfechas, así como la represión y violación de derechos humanos han incrementado los procesos migratorios, pero los países mas desarrollados han adoptado severas medidas de control temiendo el ingreso de los “no documentados”.

Como estrategia de supervivencia los sectores populares recurren al crédito pagando altas tasas de interés ante prestamistas privados usureros, dado que no son susceptibles de crédito por parte de los bancos. La consecuencia mas notable ha sido el aumento de la pobreza y de la indigencia, y se han multiplicado los “comederos” o “merenderos”, con apoyo estatal, de ONG, de las iglesias  y de los propios vecinos, para compensar el déficit alimentario y nutricional tanto en las escuelas publicas como en los barrios populares y villas de emergencia.

Los sindicatos opusieron resistencia, pero se fracturaron por razones ideológicas y problemas internos y como quedaron debilitados y temerosos adoptaron medidas prudentes ante los cierres de empresas, el incremento del desempleo y caída de los salarios reales.  Al mismo tiempo en varios países, los sectores populares, intercomunicados mediante las nuevas tecnologías se movilizaron rápidamente ante los incrementos de las tarifas de los servicios públicos que insumían los escasos saldos de sus ingresos con un papel protagónico de los jóvenes y en especial de las mujeres. La protesta social se expresa en grandes marchas, «cacerolazos» masivos, y en algunos casos enormes destrozos de bienes públicos, saqueos e incendios de colectivos, estaciones del trenes y subterráneos, y supermercados generando miedo en la población, que a veces llegan a justificar la represión y a pedir “gobiernos con mano dura” y “tolerancia cero.” Los gobiernos progresistas anteriores no lograron adoptar una diferencia sustancial en la política de seguridad. Las policías siguieron siendo convocadas a reprimir, y en algunos casos se llegó incluso a disminuir la edad de imputabilidad penal y no hubo un reconocimiento real de los problemas del sistema carcelario. 

Pero también los que cuestionan pacíficamente el orden instituido son objeto de represión por parte de las fuerzas de seguridad, con víctimas mortales, muchos heridos y prisioneros, que sufrieron violaciones a los derechos humanos y acoso sexual y violaciones. Por esas causas, en varios países se cuestiona abiertamente la legitimidad de los gobiernos electos.

Por otra parte un nuevo flagelo se ha extendido en todas las clases de la sociedad y en especial de los sectores populares: la drogadicción y el alcoholismo que sirven como justificativo para acciones represivas en esos sectores, apresando inocentes, sin llegar a vulnerar el poder y la riqueza de los traficantes que buscan asociar a los jóvenes desocupados en sus transacciones.

Cada uno de los autores incluidos en esta publicación abordan algunos o todos  esos aspectos, pero ponen el acento en los impactos de los modelos productivos sobre la relación salarial: el empleo, las relaciones de trabajo, los salarios, la protección social y las condiciones de trabajo y de vida.
Confiamos que su lectura crítica estimule estudios e investigaciones que contribuyan a abordar los temas que no han sido tratados acá y se creen las condiciones para elaborar una reflexión sólida sobre el conjunto de América Latina, cuando creemos que surge alguna luz al final del túnel. Los autores esperamos conocer esas reflexiones.

Todo esto nos lleva a concluir que el neoliberalismo económico con sus diversas dimensiones está en crisis, pero que no es inminente el derrumbe del modo de producción capitalista pues todas las condiciones no estan dadas. En cada país, las luchas entre los grupos y clases sociales hegemónicas y los que reivindican cambios profundos, no impiden que se negocie colectivamente y se adoptan mutuas concesiones negociadas para tratar de imprimir al Estado una determinada orientación.