lunes, 29 de septiembre de 2014

El control del trabajo en empresas privadas y publicas


En contribución reciente abordamos el control del trabajo destacando que la militarización venía haciéndose presente en el ejercicio del control del trabajo en las empresas estatales, siendo en el presente el caso Sidor el más visible, dado el hecho del desenlace que promovió la empresa para poner término a la prolongada discusión del contrato colectivo, estilo de control del trabajo que ha mostrado las más grotescas formas de su ejercicio por parte de quienes dirigen la empresa, con el acompañamiento de las autoridades vinculadas con el ámbito laboral, lo que deja en situación de orfandad a los trabajadores a quienes se les intentan violar derechos patrimoniales y conquistas históricas.

  Significamos que el control del trabajo había evolucionado paulatinamente en el sentido de poner en práctica conceptos, medios e instrumentos, que hacían innecesario el uso de la fuerza como medio de control; y no obstante se lograban los propósitos que permitían a la empresa lograr sus objetivos productivos y generar la ganancia. Estos logros acompañaban conceptos que contaban con el consentimiento de los trabajadores y sus organizaciones, sin que ello significará para éstas la pérdida o minimización de su compromiso primario, como es la representación de sus afiliados.

  Con la intervención de organismos y elementos armados, sean militares, policiales o civiles, como aliados de la gerencia publica para ejercer el control del trabajo, damos un retroceso de casi un siglo en las relaciones de trabajo en la sociedad venezolana. Volvemos al tiempo del gomecismo y del caciquismo, subordinando una civilidad insuficientemente organizada ante quienes portaban las armas y ejercían la violencia tanto en la vida ciudadana como en la vida laboral.

  En la empresa privada no ha dejado de ejercerse el control del trabajo, pero sin la necesidad de la adopción de las grotescas formas que se observan en algunas empresas de gestión estatal, así como también en aquellas asociadas con el patrono estado, que se asumen que cuentan con los apoyos estatales para un ejercicio arbitrario y rudo del control del trabajo.

  Así mismo en la empresa privada su mayor punto de apoyo para ejercer el control del trabajo ha sido el despido, tanto el determinarlo como decidirlo unilateralmente, pero la
continuada estabilidad e inamovilidad ha sacado de las manos de la gerencia, el más cotidiano y efectivo medio del ejercicio del control del trabajo. Es por lo que al gerente privado al no contar con este medio sancionador, por supuesto que se la han alebrestado sus otroras dóciles piezas del ajedrez productivo, porque se subordina la decisión del despido a una autoridad gubernamental quien finalmente emite la autorización para despedir, sino que además ésta no se comporta como un tercero neutral, sino como un ente comprometido con una política enmarcada en una animadversión contra la propiedad y gerencia privada, empoderando consciente e inconscientemente a los trabajadores, quienes al saber que su caso reposa y se decide en la sede de las autoridades de la administración del trabajo, llegan a confiar su estabilidad mas en el peso de este órgano gubernamental que en su propio desempeño productivo o en su vínculo con su propia organización gremial. Pero hay que reiterar que este proceso de empoderamiento no opera cuando el patrono es el gobierno y este toma la decisión de prescindir de trabajadores, sino todo lo contrario.

  Lo anterior determina que la gerencia privada se ve obligada a hacer mayores esfuerzos para administrar el control del trabajo. La sutileza se hace imperiosa. Nos relataba un gerente del área laboral de una transnacional automotriz, que anteriormente si encontraba a un "trabajador durmiendo cómodamente en su jornada laboral en una amplia camioneta, lo reportaba inmediatamente para que le hicieran su liquidación". En estos tiempos, administra la situación de manera muy diferente, no tomando ninguna medida sancionadora, a cambio de sentarse a su lado mientras transcurría su sueño y al despertarse solicitarle su apoyo para determinadas tareas que muestran retraso.

  A la gerencia privada le quedan no obstante algunos medios y recursos de control del trabajo como los cambios de puesto o de condición de trabajo para atender solicitudes del trabajador; las promociones y los ascensos, los aumentos salariales discrecionales; bonificaciones; concesión de permisos.

  Persiste una condición que en alguna medida preserva el poder de la empresa, como es la existencia de un mercado laboral que casi no crea empleos formales, ya que al final del día los trabajadores reconocen que este tipo de empleo, por su mayor estabilidad, protección y beneficios, y que apenas se crean empleos formales en una proporción de dos de cada diez, son ampliamente mejores que los informales y los precarios, ampliamente multiplicados en el contexto de una situación económica de empobrecimiento general de los asalariados.

domingo, 21 de septiembre de 2014

El control en el trabajo: coercitivo, sutil y con fusiles



  El control patronal sobre el trabajo es un factor clave para alcanzar los fines de la empresa, es decir producir y ganar. Desde la esclavitud el control ha sido un tema importante para lograr este objetivo. Para esa forma de trabajo, la aplicación del látigo era el medio de control, además de alimentar y dar techo, que era la retribución recibida por el esclavo, y según criterios del patrono suministraba estos bienes. Como se ve, la coerción en manos del patrono es ejercida con total rudeza y crueldad (La película ganadora del Oscar 2013 “12 años de esclavitud”, lo muestra con toda claridad).

  Al superarse la esclavitud como sistema productivo, los esclavos pasaron a ser hombres y mujeres libres, y su relación con el trabajo pasó a ser a base del salario. Nacieron los asalariados y la sociedad salarial. El patrono ya no aplicaba el látigo. 

  Modernamente el control no deja de ser ejercido pero ahora con otros métodos. El control de la actividad productiva, va acompañado de una dosis de consentimiento de los trabajadores. Son mecanismos mediante los cuales la empresa busca poner la inteligencia y la voluntad de los trabajadores al servicio de la misma, y a la vez integrarlo y hacerlo sentir parte de ella.

  No todo es coerción. A más coerción menos identidad, más rechazo y tensión laboral. Lo que se traduce en dificultades para la producción y la ganancia. Los métodos de control han pasado fundamentalmente por la supervisión, originalmente muy estricta, aunque gradualmente con el tiempo y la evolución de las organizaciones sociales, de las políticas públicas y de la legislación laboral, se ha tornado más laxa. 

  Pero la laxitud de la supervisión no implica menos controles sobre los trabajadores, sólo que cambiaron los instrumentos y los métodos. El desarrollo de la tecnología y los procesos de trabajo ha contribuido a que los controles sean menos directos. Se fijan metas, se registran y luego se analizan los resultados. Las metas son de cantidad, de calidad, de tiempos, de satisfacción del cliente, de compromiso, de lealtad, en fin el patrono dispone de resultados para mantener el control en sus manos, según se alcancen o no estas metas. Los criterios y las prioridades siguen estando en sus manos. 

  En nuestro tiempo presente, sin duda el patrono privado privilegia con la actividad productiva a la ganancia y estabilidad de su negocio. Sea transnacional o nacional, grande o pequeño, industrial o de comercio, estos objetivos son prioritarios. 

  Sin embargo en nuestro medio el gran patrono, el Estado venezolano, tiende a atender a otras lógicas distintas a la producción y la ganancia. Se trata de colocar el compromiso y la lealtad con el proceso político como prioridad. Por ello no se detiene en que los resultados y objetivos de cantidad o de calidad de los producido sea un bien o un servicio, no se alcancen, así tampoco los tiempos de ejecución, la satisfacción del cliente. Pero lo que si es esencial es que la lealtad y el compromiso de los trabajadores con el proceso político en ejecución no guarde dudas. Se entiende que esta condición es funcional al mantenimiento del régimen y su estabilidad, eso si sacrificando resultados productivos. De ahí la postración generalizada de muchas entidades productivas. 


  A propósito de la situación laboral de Sidor y los intentos de arrancar su producción, un titular reciente de las declaraciones de un miembro de la directiva sindical de esta empresa indica “Con fusil y con la Guardia en la pata de los hornos, haciendo terrorismo de Estado, arrancan la planta”. Vemos que el control perdió la sutileza de estos tiempos de modernas formas de organización del trabajo, y regresa a ser ejercido con métodos rudos y coercitivos. Sin duda es una forma resultante de la militarización y distinta a los principios del dialogo y la convivencia productiva.

lunes, 15 de septiembre de 2014

RECESIÓN ECONOMICA, VIDA FAMILIAR Y EMPLEO


Técnicamente con al menos tres trimestres sin crecimiento un país está en recesión; es la situación económica de nuestro país. Los productores y consumidores bien lo saben y viven. Cada uno con las dificultades para poder producir y para consumir. 

Todo encuentro familiar, de amigos o conocidos, gira en torno a plantear si conseguiste tal o cual producto y donde. Incluso poco se pregunta por la marca y el precio, para algunos bienes es como mucho pedir en estos tiempos. No obstante, también hay quienes consiguen los vericuetos para encontrar productos y bienes que para la gran mayoría escasean, lo que para los demás levanta desde el interés hasta la envidia y encono.


Pero aún cuando la recesión sea sentida y vivida por los productores y consumidores, es decir los trabajadores y las familias, no se ha convertido ni ha dado lugar aún a una respuesta que corresponda a la gravedad de un estado de recesión económica. Las respuestas son en principio individuales, familiares, o de grupos de amigos, con sus correspondientes limitaciones. Las respuestas colectivas, comunitarias y de organizaciones sociales son aún insuficientes, al menos para ejercer una mayor influencia en la corrección y ajustes de las políticas económicas. Los gobernantes siguen desafiando la paciencia de la población, ni siquiera cambian el discurso. Obviamente todo esto evidencia un déficit en la eficacia de los movimientos sociales.

Con la recesión uno de los bienes más volátiles son las oportunidades de empleo, que se hace más difícil conseguirlos. Se mantienen los de bajo nivel y calidad. Por ejemplo se menciona la escasez de trabajadoras residenciales y domésticas, así como de vigilantes. Empleos de bajos salarios. Predominan los empleos de salario mínimo, no obstante que esta cantidad no cubre la cesta normativa, ni siquiera la cesta básica.

Se acentúa la tendencia a la mayor creación de empleos en el sector informal, así como de empleos precarizados tanto en la misma informalidad como en la formalidad. En Venezuela los pocos empleos que se crean son mayormente informales. La situación económica ha dado lugar a que personas con pequeños negocios pasan de la formalidad a la informalidad, con el objeto de abaratar su funcionamiento, ya que las cargas y exigencias de regulaciones de diferente índole complejizan la gestión.

Esta demostrado que en la mayor parte de la informalidad, las personas obtienen menores ingresos y ejecutan su trabajo en condiciones de mayor precariedad, y para la economía nacional y la sociedad en su conjunto hay un menor aporte a la creación de riqueza. Igualmente en ella se inscriben actividades que están en la frontera entre lo legal e ilegal, lo que coloca en situación de riesgo a quienes las ejercen, y por tanto eventualmente las autoridades ya sea abierta o subrepticiamente le impone sanciones o práctica chantajes.

Dentro de los diversos componentes de la informalidad, el que ocupa un mayor número de personas es el cuentapropismo, ya sea para el comercio, servicios o elaboración de bienes de modesta complejidad. De cada cien empleos que se crearon entre 1997 y el 2011, treinta y dos son cuentapropistas. Ha sido y sigue siendo el empleo predominante en el mercado laboral venezolano. Es por lo que en la comercialización se agregan eslabones de intermediación para facilitar a los compradores las dificultades que se acrecientan para conseguir los bienes para consumo familiar, con un saldo neto de encarecimiento. Sin embargo en las empresas hay una mayor permisividad para uso del tiempo laboral en la persecución y caza de productos básicos. Una razón adicional para mas ausentismo del que ya se ha derivado, de las nuevas concepciones incluidas en el nuevo Decreto-Ley sobre el trabajo -DLOTTT-.

Todo esto es un consumo de energías humanas y de tiempo, que deja de ser productivo para pasar a ser parte de las estrategias de sobrevivencia de la población. Las colas en los establecimientos de productos básicos, mas los esfuerzos de las personas en encontrar suministros es central a las preocupaciones de las familias. Contrasta todo esto, con lo característico de varias décadas atrás, se decía que las únicas colas que hacia el venezolano era para sellar el cuadro de caballos los días domingo en la mañana, y para entrar a los stadiums a ver los juegos de béisbol profesional de los equipos favoritos.

domingo, 7 de septiembre de 2014

MOVIMIENTOS SOCIALES: CONTROL Y PROTESTA



Con frecuencia se observan declaraciones condenatorias de la debilidad de la oposición partidista venezolana al gobierno bolivariano, sin embargo se deja de lado que la oposición no es sólo la que se ejerce vía partidos políticos, por lo que interesa reflexionar en torno a varios asuntos e interrogantes.

  Empecemos por ponernos de acuerdo ¿que es la oposición?, y luego por considerar si es válida la tesis de la debilidad de la oposición. Al responder que es la oposición, esto lleva a verla en distintas perspectivas. Por un lado lo más convencional, como es verla sólo en términos de partidos políticos y sus dirigentes. Creo es lo que predomina, además los medios de comunicación han contribuido a verla en esos términos, por la mayor accesibilidad brindada en función de liderazgo y pertenencia a partidos políticos. Recién es cuando se brinda mayor accesibilidad a voceros de los movimientos sociales. 

  Pero la oposición al régimen va más allá de partidos políticos, sin necesidad de sugerir esta reflexión una invitación a la anti política. Es lo que exige mirar a otras organizaciones de la sociedad. Aquí es central tomar en cuenta la categoría movimientos sociales, que como es conocido refiere a grupos y acciones no formales que se expresan en la vida socio-política y económica, apuntando a presionar o sostener determinados cambios. Con el devenir del tiempo estos movimientos también adoptan mecanismos formales, sea por el interés estatal o de los propios movimientos. 

  Con lo expuesto importa entonces detenerse en analizar el peso y la fuerza de los movimientos sociales. Admitimos que existe una gama diversa de movimientos sociales en distintas esferas de la vida del país, ya sea en el mundo del trabajo -movimiento de los trabajadores y el movimiento cooperativo-, en el mundo de los estudiantes, así como en el de los campesinos, de las comunidades y vecinos, de las mujeres, de los derechos humanos, de ecologistas, de grupos étnicos, el movimiento LGBT, entre otros.

  En nuestro país la mayoría de estos movimientos son de fecha reciente, salvó los tres primeros los restantes cuentan con pocas décadas o años de existencia. También es destacable mencionar que si bien estos movimientos han surgido de las propias comunidades, dos actores siempre han intentado cooptarlos, sea por una parte el estado y/o los partidos políticos. Este interés es una constante en la historia moderna del país, digamos que con la restauración democrática de 1958 hasta el día de hoy no ha habido cambios al respecto.  

  Llegado al presente se advierte que los movimientos sociales mantienen su presencia y acciones en la vida del país, pero sin que ello hubiese sido determinante en las grandes decisiones de la vida nacional, cuando desviaciones y deformaciones se han hecho dominantes.

  Mirando en perspectiva de 1957 para acá, las acciones de trabajadores y estudiantes se movilizaron para contribuir al derrocamiento del régimen autoritario de entonces, pero lo determinante fue la acción de los militares. Así ocurrió a lo largo de la convulsa primera mitad de la década del sesenta, los gobiernos constitucionales con el apoyo militar redujeron y controlaron las diversas protestas, y juntó a ellos buena parte de los movimientos de protesta de calle e insurreccional fueron cooptados. Ello permitió un gradual y sostenido control partidista y estatal de las manifestaciones y acciones de los movimientos sociales.

  Pero años más tarde el agotamiento de la evolución política y económica, trajo de nuevo protestas abiertas como lo ocurrido en febrero de 1989, que no está del todo claro que ello haya sido una acción organizada por movimiento social alguno, claro que algunos a posteriori reclamaron su conducción u orientación, pero por supuesto sin convencimiento alguno. 

  Más auténtico fue lo realizado por el movimiento sindical -CTV-, que admitiendo haber sido desbordada por los acontecimientos de protesta, convoco a posteriori -mayo de 1989-, un paro nacional contra las políticas económicas del gobierno, pero que perdió su ímpetu y energía al plantearse desde el aparato partidista gubernamental -Buró Sindical de Acción Democrática- que el paro era contra la especulación y con ello diluyó el impacto de la convocatoria y la acción de protesta anti gubernamental En todo caso  fue una protesta cruentamente reprimida por el ejército. 

  Este escaso desarrollo de los movimientos sociales, tiene que ver con el hecho que el protagonismo contestatario surgiera del propio seno del órgano represor, como fueron los levantamientos militares de 1992, si bien no lograron sus propósitos, el devenir siguiente dejo más visible las debilidades del sistema político vigente, y una de ellas fue que no habían movimientos sociales autónomos y representativos para asumir los vacíos que la crisis política mostraba, planteando demandas y llevarlas a su destino. El camino quedo despejado para que una opción para entonces ajena a los movimientos sociales, asumiera el liderazgo y la victoria electoral que desplazó a los actores que ejercieron la tutoría de los controlados movimientos sociales del momento. 

  Con el advenimiento de la revolución bolivariana se plantea un renacer y expectativa de los movimientos sociales. Los que nuevamente vuelven a ser objeto de los intentos de la cooptación estatal y partidista, y he aquí el estado donde nos encontramos, la disyuntiva entre intervención y autonomía.

  En lo que tiene que ver con el movimiento de los trabajadores, los intentos estatales de reducir su autonomía son constantes. Sin embargo la protesta laboral no deja de ocurrir. Así se puede ver en los registros del Observatorio de la Conflictividad Social, destacando que del año 2008 al 2013, se hicieron 16.297 protestas. De éstas, el 37% tuvo una causa laboral. Cuando se agreguen las que se acumularan en este 2014, es de asegurar que no bajará este porcentaje. Además la mayor contribución de las protestas laborales será contra el Estado, especialmente en su condición de patrono.  

  Finalizando, los movimientos sociales se han lanzado a sus reclamos y acciones. Son mayormente manifestaciones de oposición a acciones, decisiones y políticas del estado. Si vemos la oposición solo en términos de partidos políticos no se aprecia lo que realmente ocurre en el país, es necesario verla además en términos que incluyan a los movimientos sociales.