martes, 26 de abril de 2016

INFLACION: SUS VICTIMAS Y SUS RESPONSABLES


 Los salarios, las pensiones y cualquier otro ingreso derivado del trabajo diario o el realizado en la  vida de los asalariados, vienen perdiendo su capacidad de compra por la alta inflación. Pero a esta situación, ya de por si grave, agreguémosle la lucha por conseguir los productos. En cambio los ingresos del capital sí se van ajustando a la inflación, salvo quienes producen productos regulados que se ven obligados a demandar ajustes, o generalmente también cuentan con un portafolio de productos donde se incluyen otros no regulados, que le compensan lo que no ganan con los primeros. 

  Con los ingresos del trabajo, queda a los trabajadores presionar por revisiones salariales. En aquellos muy calificados o portadores de competencias escasas en el mercado laboral la presión individual puede funcionar, pero para la gran mayoría hace falta un nivel de organización y unidad colectiva que hoy está resentido. Los patronos saben cuan importante es dividir a los trabajadores, y especialmente el gran patrono gobierno lo ha logrado. Por ello es tan sabio el principio del Convenio 89 de la OIT sobre la Libertad Sindical, que se opone a la intervención de patronos y de los gobiernos en la vida de las organizaciones de los trabajadores.

  Por supuesto que en el propio nivel de los entes productivos no están todas las soluciones para el tema de los precios, y consecuentemente de los salarios en su integridad. En el nivel de empresa o sector productivo lo que se dirime en la relación entre empresas y trabajadores son los salarios nominales, pero no los reales. La instancia en donde corresponde establecer las decisiones y los esquemas que tienen la mayor incidencia en la preservación de los salarios reales, es decir la defensa de su poder adquisitivo, es en la esfera de las políticas públicas, lo que hace imprescindible ser parte de la toma de decisiones del Estado e incidir con peso suficiente, así como la relación de los distintos Poderes Públicos con las representaciones de empresarios y trabajadores, con los intereses de las comunidades y de los consumidores. La distorsión de unos poderes públicos sin independencia, rompe el equilibrio que sustenta el estado de derecho, y que por tanto responden desigualmente a los intereses del Gobierno, lo que desnaturaliza este marco, tan importante para la defensa de los intereses de quienes participan en la vida productiva y en la distribución justa de los beneficios para sus actores, sea en productos en cantidad y calidad, precios, rentas, inversiones y salarios.   

  En el país hay hambre, como lo muestran los datos de la encuesta nacional de condiciones de vida 2015 (ENCOVI). Se reconoce que hoy el aparato productivo no produce lo necesario para el consumo, que las divisas no alcanzan para el patrón de importaciones que la misma política económica ha determinado por no fomentar un modelo productivo alternativo efectivo, sino más bien se conformó con sólo dificultar lo que se había logrado en varias décadas con tanto esfuerzo de parte de la inversión privada y pública, pero igual se reconoce que no se han tomado ni se están tomando medidas suficientes para resolver la magnitud del problema, y mientras tanto la lucha por alimentos y productos esenciales se torna más compleja en el sentido de la pérdida de confianza en las decisiones del Ejecutivo, y su incapacidad para corregir las distorsiones que se multiplican en los procesos de lo poco que se produce y distribuye. 

  Predominan los controles en todas las etapas del proceso, desde la creación de una empresa, con sus correspondientes permisos, y luego asignación y venta de las divisas hasta el funcionamiento de los expendios de productos, pasando por la determinación de los precios, de los márgenes de ganancias, de las condiciones de transporte, almacenamiento, de la inspección del trabajo, de movilidad de alimentos e insumos, pero aún así se pierden productos, ocurren saqueos, robos, hay contrabando, hay ventajismos y discriminaciones.  

 Uno se pregunta para que tantos controles, que consumen grandes contingentes de personas, de recursos productivos y restringen el tiempo de actividad propiamente productiva, si al final no se aminoran las anomalías. 

  Un ejemplo diáfano, véase toda la inversión en las maquinas captahuellas y hoy se reconoce que siguen existiendo grandes anomalías en el acceso a los productos. El país y las grandes mayorías pierden, y seguro habrá algunos pocos que ganaron. 

  Se están multiplicando los asaltos a propiedades y a personas por bienes esenciales. Se extreman las medidas de seguridad de las tiendas y en general de los establecimientos comerciales. Con todo el gasto en seguridad que se hace desde el Estado, los particulares la continúan privatizando, erogando recursos que por supuesto van a recargar los costos de los productos y bienes. 

  El trabajo es el gran sacrificado en la presente situación económica, ya que el capital sí incrementa el precio de sus propiedades. En tanto, los trabajadores pagan con un abrupto deterioro de su calidad de vida, con su desgaste personal físico y mental, con la liquidación de sus ahorros y bienes, con el deterioro de sus expectativas, con el incremento de su desasosiego y la incertidumbre y con la emigración de jovenes bien preparados -capital humano que regalamos a otros países-. Y a todo lo anterior, ha de agregarse una mayor inseguridad, ya que hasta el robo y el acceso a los  alimentos se ha convertido en otra razón para el ataque a la integridad de las personas. Si años atrás, entre los móviles de los robos se incluían los zapatos de marca, relojes de lujo, celulares, hoy ha de agregarse una bolsa de comida.



  En este contexto, el discurso gubernamental continua anclado en la guerra económica y no logra construir confianza en los trabajadores y en los empresarios, fuente directa para la generación de productos. Para éstos la guerra económica es la que les hace el gobierno con su inercia y mayor aún con muchas de las decisiones que toma.  

viernes, 15 de abril de 2016

GESTION ERRATICA DEL CAPITAL PRODUCTIVO Y EMPOBRECIMIENTO


  El desarrollo capitalista en Venezuela legó a la revolución bolivariana un acervo de activos productivos, entre públicos y privados, que atendían buena parte de las necesidades de consumo de la población. El principal activo sin duda las instalaciones petroleras tanto en el territorio nacional como en el extranjero. En segundo lugar, las inversiones en las empresas básicas del área energética, minera, siderúrgica, petroquímica, y otras empresas del sector manufacturero. En tercer lugar la infraestructura en diversos servicios, como los viales, aeroportuarios, portuarios, inmobiliarios, financieros, edificaciones educacionales, de salud, comunicaciones, sistemas y equipos de transporte, destacando el Metro de Caracas. 
I
  Hoy este legado de acervos productivos está desmejorado en sus condiciones de funcionamiento. Apenas pueden registrarse limitados esfuerzos  en su mantenimiento, pero lo más inquietante, no han sido renovados por inversiones adecuadas a las nuevas exigencias de una población que crece y aspira mejores servicios.

  En cuanto a los bienes en el extranjero, recordemos que algunas instalaciones petroleras han sido más bien liquidadas en los EEUU, Europa y el Caribe -refinerías, redes de distribución, depósitos de combustibles- y no justamente para adquirir otros activos productivos más modernos tecnológicamente, sino para pagar deudas y satisfacer gastos corrientes.

  Caos en la conducción de empresas y entes estatales es lo que se observa con los hechos que se describen de importantes empresas que habían sido por muchos años la siembra del petróleo y la esperanza de la diversificación económica. Hay diversas aristas que se pueden analizar para explicar este fenómeno de gestión caótica. 

  Importante prevenir al lector que los planteamientos que se formulan no forman parte de un discurso dirigido a fortalecer posturas neoliberales que ven en el Estado la culpa de los males de la economía. Se reconoce que los países de los mejores desempeños económicos y socio políticos se caracterizan por contar con un Estado que juega un papel importante en la regulación y orientación de la conducción económica y social, aquí son mencionables tanto los iconos del capitalismo como EEUU y el Reino Unido, así como los recién llegados a esta manera de dirigir la economía, China y Vietnam.

  A lo  que apunta nuestra inquietud es ver el derroche y pérdida de recursos, que llevan a los bienes productivos de la nación a dejar de cumplir sus propósitos sean producir bienes o servicios y generar recursos para la sociedad, su verdadera dueña. 

  En la medida que los activos productivos mal gerenciados no cumplan con sus propósitos, ha tocado que importar los mismos bienes que habían de producirse en el país, o peor aún, no satisfacer las necesidades del aparato productivo nacional, lo que al final se traduce en tener que importarlos o lesionar el consumo nacional.

  Gerencias que no alcanzan los objetivos para los cuales fueron creadas esas empresas, que crean camarillas para el aprovechamiento por parte de grupos vinculados con los gestores. En muchos casos se conocen las anomalías en el mismo desempeño, y en otros a posteriori ya que quienes gestionan opacan y blindan el acceso al conocimiento del manejo de esa entidad. De todos modos siempre se conocerá de las irregularidades de una gestión porque entre los propios trabajadores o relacionados las harán conocer.

  Evidentemente que la falta de control ha fallado. Aquí hay que señalar a las entidades que les  ha tocado hacerlo y no lo han hecho. Refiere a las otras entidades estatales que existen para tales fines, sea en el legislativo, en el judicial y el llamado poder moral. 

  Los trabajadores, ya sea individualmente u organizados colectivamente en sindicatos, cuando se convierten en denunciantes de los manejos de irregularidades, inmediatamente son objeto de señalamientos, persecuciones y castigos. Cotidianamente se conoce de personas despedidas por denunciar, e incluso sometidos a mayores presiones como la persecución y amenazas. 

  Las riquezas súbitas de casos de quienes son nombrados en posiciones de conducción son hábilmente administradas para burlar los procedimientos que exigen las declaraciones juradas de bienes. 

  Reconociendo la tendencia creciente en el actual periodo gubernamental de abrir espacios a los militares para el gerenciamiento de organizaciones productivas, es oportuno referir que unas cuantas décadas atrás se pensaba que cuando los militares llegaban al poder iba a imperar el orden y la disciplina, así era la percepción popular sin entrar en mayores profundidades. Se rememoraba que en tiempos de Perez Jimenez, hubo mejoramiento de la infraestructura del país y seguridad ciudadana. Bueno, los tiempos han cambiado, y además hay mayor comprensión y vigilancia de las personas, lo que les permite ver más y está claro que en los tiempos de PJ el país no discutía abiertamente los asuntos del Estado. 

  Cuando se iniciaba en el país la industrialización, era común que en los puestos gerenciales de administración de personal se colocaban a militares retirados, ya que la máxima gerencia de esas empresas los asociaban con disciplina, orden y autoridad. Pero fueron experiencias efímeras, al poco tiempo se reconoció que era el conocimiento y la profesionalización lo que mejor ayudaba al manejo de los temas de personal, ya que los trabajadores no eran soldados sino personas que con derechos que los reclaman y contaban con entidades colectivas para fortalecer sus posiciones.    

  Lo que se ha visto en estos tiempos es que los militares al estar en la conducción de empresas y entes estatales han repetido la conducta corrupta que se ha criticado a otras administraciones; pero con el agravante que siendo los militares un cerrado cuerpo corporativo, quienes con el principio de la unidad de mando y de la obediencia del subordinado, cierran los márgenes democráticos y participativos para que se realicen abiertamente los necesarios llamados de atención y reclamos que corrijan y enmienden gestiones erráticas y sin valores éticos que vienen destruyendo el acervo productivo nacional de la actual sociedad venezolana o de las próximas generaciones. 

  Por supuesto que hace falta que las gerencias a las que aludimos no se desenvuelvan como un poder autónomo, sino que como todo estado de derecho y en concordancia con la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, estén subordinadas al poder civil expresado en el Poder Legislativo que ha de velar por los intereses de los ciudadanos. 

  Hoy, el legado de capital productivo recibido por la revolución bolivariana esta disminuido, envejecido, sin renovación, y con cada vez menor capacidad productiva, obviamente nos ha empobrecido como sociedad.

@hl_lucena




jueves, 7 de abril de 2016

LA ESCASEZ PLANTEA EL DILEMA ENTRE TIEMPO DE TRABAJO Y SOBREVIVENCIA


Retomando la tesis de el no trabajo como solución, en esta ocasión se apunta la mirada hacia el tiempo que viene invirtiendo la población en la búsqueda de los bienes de primera necesidad, tanto alimentarios como hogareños de consumo cotidiano. 

  Nunca antes los economistas en Venezuela habían disfrutado de tanto seguimiento por parte de la población en sus análisis y opiniones, sobre el desarrollo de la economía del pasado reciente, del presente y de las expectativas. Otra crisis viene dando lugar a que en las últimas semanas otro grupo mucho más especializado, ya más por el lado de la ingeniería eléctrica, viene igualmente convirtiéndose en referentes en seguidores de sus opiniones sobre la situación de la energía y la electricidad en particular.

  Los problemas que vive la población al no poder acceder a los bienes imprescindibles para su vida son tema de explicación de varios campos disciplinarios, predominando las explicaciones de los economistas. 

  La razón descansa en la extrema gravedad que se muestran en los indicadores económicos, cualquiera sea el que se escoja se verá que la crisis es extrema, sea el movimiento del  PIB, la inflación, el déficit fiscal,  la escasez, la producción, la productividad, los salarios, la inseguridad jurídica, inversiones, la deuda interna y externa, las reservas internacionales, la fuga de capitales, la pérdida de capital humano. 

  Obviamente que lo dramático de estos índices económicos, repercuten en los que corresponde con lo social, como la pobreza, indigencia, consumo calórico, salud pública, deserción escolar, mortalidad,  bienestar y calidad de vida, inseguridad de las personas y de  los bienes. Quienes se resisten a reconocer estas realidades económicas y sociales aún le dan crédito a las teorías de la guerra económica, afortunadamente cada vez menos personas.

  En el plano de lo cotidiano, las personas buscan afanosamente algún ingreso para inmediatamente consumirlo en bienes esenciales para la sobrevivencia. Son cada vez menos los sectores que están en capacidad de adquirir bienes y servicios típicos de los que permitían ir mejorando la calidad de vida.

  Conseguir los bienes para la sobrevivencia da lugar a una lucha diaria que se ve en las entradas y alrededores de los expendios de alimentos y productos para el hogar. Es la vitrina de la ansiedad y el nerviosismo: en las colas que se observan en todo el país con cada mayor diversidad, en ciudades de todo tamaño, en sectores de todo tipo de ingresos, en negocios públicos y privados, grandes, medianos y pequeños. 

  El racionamiento lo determina la escasez, pero lo agrava los pocos ingresos de las familias. Sume a esto las tensiones de la atmósfera de las colas. Los colistas cada vez son más diversos, empezaron por ser los más pobres, pero ya se ha ampliado a los sectores medios quienes se han visto obligados a hacer sus colas. Los diferenciales que cobran los bachaqueros ahuyentan a compradores empobrecidos, que ahora van a hacer sus colas, en tiempos que la escasez es mayor y algunas de las empresas estatales para la distribución de alimentos han venido cerrando, por corrupción y desorden, como el caso de la cadena Bicentenario. 

  A pesar de afirmar la existencia de tensiones en los ambientes de las colas, hay que destacar que este nivel es solo la expresión de las complejas causas que más arriba han dado lugar a la escasez, y luego su acentuación con las erráticas medidas para explicarlo y combatirlo por parte de las autoridades nacionales. 

  Cierto que en las colas se observan situaciones condenables, como coleados atropellando o intimidando a indefensos ciudadanos, la venta de puestos, acuerdos con funcionarios y conexiones con personal de los establecimientos comerciales para tomar ventajas en la garantía de acceder a los productos. Sumemos a estas anomalías, que las colas se empiezan a formar desde tempranas horas en la madrugada, incluso en pernoctas en los alrededores, en horario de alto riesgo para quienes están en la calle, donde no hay vigilancia policial. Todo este ambiente configura un cuadro inflamatorio a situaciones más complejas como los asaltos, las peleas, los saqueos.

  Otra consecuencia no secundaria, es el desgaste que produce en las personas toda esta rutina de ir en la persecución de los bienes, la incertidumbre de conseguirlos, el atropello de hacer las mismas colas, hay quienes se resisten a hacerlas porque afirman que va en contra de su dignidad, o que si están en una cola sienten el peso de lo indigno de no tener la libertad y la comodidad de hacer las compras de bienes que le materializan su derecho a la alimentación y a la vida misma. 

  Obviamente con el cuadro expuesto, el ausentismo laboral ha alcanzado índices nunca vistos. Los trabajadores/as se vienen tomando sin mayor tramite burocrático, como pedir autorización incluso, el día que corresponde a su terminal de cédula de identidad para gestionar la adquisición de alimentos y bienes esenciales, ya la misma supervisión está al tanto de esta necesidad, por tanto el personal tiene la certeza que no podrán despedirlo por esta causa, claro tomando en cuenta los limites del número tope de días que se permiten como ausentismo injustificado. La gerencia y los supervisores poco pueden hacer ante una situación que se ha ido de las manos de la conducción empresarial. 

  Algunos afirman que las colas vienen consumiendo no sólo el tiempo de las personas, que por ello dejan de trabajar, de estudiar, de atender otras actividades personales y del hogar, sino además que les consume y les somete a prestar su atención a satisfacer estas necesidades, dejando de lado la reflexión, organización y participación en las actividades efectivas para el fortalecimiento de la ciudadanía. Que sea el debate que este dilema intenta levantar el que nos lo aclare.


@hl_lucena

sábado, 2 de abril de 2016

FERIADOS SORPRESIVOS: EL NO TRABAJO COMO SOLUCION


 La pausa de actividades laborales tuvo este año en la semana santa, un tiempo extra de tres días de asueto feriados, al agregarse a los tradicionales jueves y viernes santos, los primeros tres días -lunes, martes y miércoles-, que con los dos fines de semana incluidos totalizan nueve días seguidos de receso. Todo anunciado y publicado en Gaceta Oficia, Decreto 2276, apenas cuatro días hábiles antes de estos nuevos asuetos.

  Razona el Decreto 2276 la existencia de una emergencia eléctrica “….conjunto de circunstancias de orden natural que han incidido negativamente en los niveles de las cuencas hidrográficas, provocando la disminución del aporte de agua a los embalses destinados a la generación eléctrica…”. Es un hecho la sequía prolongada de este año, así como en otros ha sido lo contrario, como el exceso de lluvias e inundaciones. Como dato curioso, una ley habilitante al Ejecutivo Nacional sustentada en esto último, fue el marco con el cual se aprobó el Decreto con rango y fuerza de Ley Orgánica del Trabajo, los Trabajadores y Trabajadoras.

  Al lado de estos razonamientos -Decreto 2276-, no se informa complementariamente de los estudios y estimados del ahorro y el consumo de energía que resultarán de esta medida. Importa mencionar que la misma es tomada en el marco del Decreto Presidencial de emergencia económica, que como se conoce fue puesto en vigencia no obstante su no aprobación por parte del órgano legislativo nacional, lo que contribuye a estos vacíos de información y documentación a la sociedad. El Ejecutivo, en general,  no consulta a ninguna instancia y no responde a interpelaciones legislativas. 

  Sobre la falta de lluvias, téngase en cuenta las enormes inversiones en generación de energía alterna a la hidroeléctrica. De los conocedores de la generación y distribución eléctrica, se ha leído y oído las enormes pérdidas de recursos por falta de previsión, decisiones erráticas y la malversación en el manejo de los recursos aprobados y entregados a quienes han tenido la responsabilidad de administrar el servicio eléctrico, lo lamentable es que no se conoce de medidas para subsanar. Sólo se sabe de algunas acusaciones y medidas a trabajadores de la empresa estatal, y del más bajo nivel en la jerarquía.  

  El Decreto en cuestión tiene implicaciones para las empresas por el cierre obligado y si han de hacer algunas actividades, las consecuencias se observan en los pagos extraordinarios. Para los trabajadores del sector formal se trata de contar con días adicionales para sus actividades personales y hogareñas. Agreguemos que la critica escasez de productos, insumos y servicios no se ven favorecidos con este tipo de parálisis.

  Hay que tener presente la gran cantidad de trabajadores por  cuenta propia, independientes y de pequeños emprendedores, que no viven exclusivamente de un salario sino de la ejecución de unas actividades en muchos casos vinculadas con los sectores formales, ya sea de proveedores, intermediarios o de actividades tercerizadas. Por supuesto que al decretarse los tres días de feriados, a este gran contingente de trabajadores se le reducen las opciones de obtener ingresos.  

  Desde las decisiones en políticas públicas se aprueban beneficios o supuestos beneficios en términos de la sociedad toda, que se caracterizan por la no consulta con los destinatarios, aun al estar justificadas y sustentadas por la preocupación del Ejecutivo Nacional “….de proteger al Pueblo venezolano….” -texto incluido en los considerandos del Decreto-.

  Sobre el tiempo de trabajo, ha habido la tendencia a tomar medidas improvisadas. Histórico que se llegó a incluir una jornada generalizada de 35 horas semanales en una propuesta de reforma constitucional, aquella que no fue aprobada en diciembre del 2007, sin que se hubiese elaborado estudio alguno sobre tiempo de trabajo real y sus implicaciones. 

  Las dificultades energéticas han dado lugar a decisiones que llevan  a paralizar empresas básicas, como del acero y del aluminio, a centros comerciales. Se espera que quienes decidieron esas parálisis le digan al país ¿Cuales han sido los resultados no sólo en ahorro energético sino también en las pérdidas económicas generales? Por lo demás, con frecuencia se interrumpen las actividades productivas en entes estatales para atender actos de diversa naturaleza ajenas al trabajo. Se percibe que ante las dificultades el atajo que se privilegia es el no trabajo.

  Por supuesto que la mayor pérdida de tiempo de trabajo es la que viene por el el desempleo y por la actividades inestables ¿Cuanto nos cuesta como sociedad lo que deja de producir una persona? y mucho más si es calificada, así como el vencimiento de las dificultades para ella y para su familia; el desgaste en la búsqueda de ingresos para subsistir. La disminución de su consumo tanto en bienes como en servicios, la baja de aportes tributarios. La predisposición para efectuar actividades informales. El riesgo de comprometerse en actividades ilegales.

 Por su parte, el trabajador informal ¿Qué nos cuesta como sociedad? si bien es una persona que busca resolver por su  cuenta y riesgo  la generación de ingresos, suele hacerlo mayormente a partir de la carencia de oportunidades, frecuentemente se inicia con el ensayo y el error, con la experimentación. Generalmente fija un precio a su trabajo por debajo de quienes lo hacen formalmente, ya que tiene menos costos, influyendo en que algunos demandantes se inclinen por su oferta, sacrificando garantías, obviando emisión de facturas y con ello afectando el ingreso tributario.  

Si reconocemos que por medio de el trabajo se crean bienes y servicios que nos resuelven problemas para nuestras vidas, entonces el Estado ha de protegerlo y fomentarlo. Sabemos que el trabajo que genera mayor cantidad de producto, es el que se realiza colectivamente en organizaciones que innovan en lo tecnológico y en lo organizacional, obviamente poniendo a un lado lo especulativo, condenable en todas las circunstancias. Poco se hace para favorecer a este tipo de organizaciones. 


  No se desconoce que haya una gran proporción de las innovaciones modernas que se originan en empresas nuevas y pequeñas. Pero en general, cuando se decide tan fácilmente decretar tres días de feriados, hemos de recordar que el trabajo es esencial por su valor y aporte a la riqueza y a la solución de problemas de una sociedad, hoy aquejada de carencias de productos básicos. Finalmente, hay que valorar lo que representa para los trabajadores disponer de más feriados, pero sin dinero.