El reciente informe “Violencia Sindical en Venezuela,
Enero-Septiembre 2012” – 65 dirigentes sindicales asesinados- continua
mostrando datos y tendencias que llevan ya ocho años consecutivos de
manifestación critica y
lamentable, y que casi nada se ha hecho para revertirla.
El
objetivo de una política laboral en cualquier régimen político, sea capitalista
o socialista, tiene en común promover condiciones para que se den los procesos
productivos bajo condiciones de normalidad, todo en el marco de la constitución
y leyes de la republica. La normalidad referida en el ámbito del ejercicio del
trabajo es sencillamente poder ejecutarlo. Para ello han de admitirse reglas de
juego que son reconocidas por los actores participantes. A su vez los actores
además de comprometerse con las reglas comunes, disponen de reglas propias para
el funcionamiento de sus organismos.
La
violencia en algunos medios sindicales se ha desatado a niveles extremos.
Consideremos algunas inquietudes. Una primera, es plantearse si la violencia
extrema, que refiere al exterminio del otro, es una característica propia del
movimiento sindical.
Históricamente
más bien el movimiento sindical ha tenido que enfrentar la violencia estatal y
empresarial para hacerse su lugar como institución en el funcionamiento
económico, social y político. Si bien ya se ha avanzado bastante en este
camino, es un recorrido que en Venezuela ha tenido avances y retrocesos, pero
sin duda hoy el sindicalismo dispone de recursos institucionales y legitimidad
para llevar adelante sus acciones al margen de la violencia armada. El
movimiento sindical conocedor de sus recursos, accede a las instancias para
dirimir sus problemas, ya sea desde la misma oficina de la gerencia de
relaciones industriales del empleador, hasta los más elevados órganos
estatales. Además cuenta con el
recurso de la acción colectiva de sus afiliados, adherentes y de la opinión
pública.
La
segunda inquietud a considerar es por que las situaciones de violencia en ciertos ámbitos sindicales. Lo primero
que vale considerar es que vivimos en una sociedad donde la violencia se ha
venido imponiendo. El Estado viene perdiendo efectividad en una de sus tareas
fundamentales, como es asegurar la paz y convivencia. Hasta los primeros años
del presente siglo, el registro de dirigentes sindicales asesinados era
irrelevante. Los años 2003 y 2004 dan las primeras señales, siete y nueve casos
respectivamente, pero del año 2005 para acá se dispara a niveles crecientes,
que persisten en estos últimos ocho años. Indica para ese año, el asesinato de
45 dirigentes sindicales, la amplia mayoría relacionados con la obtención de
empleos en los sectores de la construcción y petrolero. Total una década de violencia sindical en ciertos
ámbitos.
Hay
que destacar que los registros que se llevan en las organizaciones productoras
del informe, son sólo de los asesinados, pero hay que destacar que la violencia
sindical refiere a situaciones diversas, y que constituyen un cuadro más
complejo para el registro y seguimiento. Se trata de las violaciones de
derechos humanos, los que alcanzan en su manifestación más extrema a
asesinatos, pero igualmente ella incluye las amenazas, el hostigamiento,
atentados con o sin lesiones, desplazamientos forzados, las campañas de
desprestigio, las detenciones arbitrarias, allanamientos ilegales, las
desapariciones, la tortura.
Hemos
mencionado que el fenómeno de la violencia sindical a niveles de asesinatos de
dirigentes no está generalizado, predomina en el sector de la construcción y en
menor medida en el sector petrolero. Reconocemos por otros registros que la
violencia va más allá de estos sectores, si tomáramos en cuenta no solo los
asesinatos sino los otros indicadores señalado en el párrafo anterior.
Se
ha adjudicado la causa de la violencia sindical el hecho de que los sindicatos
tienen funciones de suministro de personal. Por ello observamos que esta
disposición permitida en la Constitución Nacional de 1961, y confirmada en la
Ley Orgánica del Trabajo de 1990, recientemente dejo de incluirse en el
reciente Decreto Ley Orgánica del Trabajo, Trabajadores y Trabajadoras. Al
respecto cabe mencionar que se trata de una vieja conquista que nace en los sindicatos
de oficios, que eran los proveedores y certificadores de formación, es un
fenómeno universal del desarrollo del movimiento de los trabajadores.
Si
bien los sindicatos de oficios han quedado relegados, por los cambios en la
organización del trabajo, que ha dado lugar al predominio de otros formas
organizativas basadas en las empresas y en las ramas productivas, pero esta
conquista se ha preservado y en la amplia mayoría de las relaciones laborales
venía funcionando de manera regular, ya que fomentaba el compromiso
empresa-sindicatos en el desenvolvimiento productivo. Incluso durante varias
décadas se fomentaron los centros de capacitación Ince, que tenían gobierno
tripartito, entre ellos destacó el Ince-Construcción.
La
situación de normalidad se perdió al ocurrir una intervención anormal, de los
años 2003 para acá, cuando el Ejecutivo asumió el papel de actor sindical
desnaturalizando el desenvolvimiento de los sindicatos. Esto se tradujo en el
hecho de que para el año 2001, habían 2.700 sindicatos, bastante para el tamaño
de la fuerza laboral, pero explicable por el predominio de sindicatos de
empresas, e incluso de establecimientos. Pero pocos años después este número
pasó a más de seis mil sindicatos, sin que se ampliara la tasa de afiliación,
resultado de una política laboral implementada por el Ejecutivo de fomentar
sindicatos oficialistas, fragmentando peligrosamente el ámbito sindical.
Esta
fragmentación inducida desde el Ejecutivo trajo al mundo sindical una cantidad
de pseudos dirigentes, personas que no venían formadas en la disciplina laboral
y organizacional de las bases sindicales.
Que
la mayor cantidad de violencia extrema se haya producido en la industria de la
construcción, tiene que ver con el carácter nacional de estas actividades,
ocurren en todo el país. A la industria de la construcción se acercan grandes
contingentes de trabajadores sin empleo, ya que es una puerta más directa para
trabajadores con poca calificación. Igualmente destacable que el sindicalismo
tradicional en este sector logró negociar buenos contratos colectivos, que han
dado lugar a que hoy representa uno de los mejores contratos del país.
Diríamos
que la mesa estaba servida para situaciones de deterioro institucional, por un
lado un buen contrato colectivo, una situación de alto desempleo, una pugna
feroz entre pseudodirigentes sindicales advenedizos en este campo para sacar
ventajas monetarias y de poder, pero legitimados por una Administración del
Trabajo que invadió la esfera autónoma del movimiento sindical fomentando
sindicatos oficialistas y obstaculizando el libre ejercicio de esta actividad,
y todo ello en las grandes obras gubernamentales administradas con sectarismos
y discriminación.
Que
año tras año el número de sindicalistas auténticos y pseudos dirigentes sean
asesinados, y que nada se hace desde el Estado es el complemento del fracaso de
una política laboral.
@hl_lucena
No hay comentarios:
Publicar un comentario