Una campaña electoral deseable es aquella en la cual ante
los problemas del país los aspirantes presenten sus enfoques, en primer lugar
como entienden al país y sus problemas, de ahí ya se desprenderá una primera
ubicación, ya que se identificarán como problemas unos asuntos y en tanto otros
no. Según perspectivas ideológicas se hará esta primera decantación.
Una
segunda decantación corresponde a las prioridades de los problemas identificados
como tales. Al orden y secuencia de atención. Que medidas se tomarán en los
primeros tres meses, luego en el primer semestre, en el primer año, y así
sucesivamente hasta completar el sexenio. Claro que surgirán problemas
inesperados, que han de reducirse al mínimo, y que la agenda administrativa del
gobierno lo ocupen mayoritariamente los problemas que la misma inteligencia
gubernamental en su intercambio con los diversos sectores de la sociedad civil
han determinado.
Una
tercera consideración, refiere a los recursos materiales que se necesitarán
para atender e iniciar las soluciones. De cuantos recursos financieros se
trata, y donde están o se ubicarán. Quiénes aspiran a gobernar deben presentar
los análisis para precisar los recursos que demandan las soluciones que plantea
a los problemas del país. Como los obtendrán es una interrogante esencial; ya
sabemos que eso responde a los propios del ámbito público, a los de la propia
economía nacional que incluye a los privados, así como a los recursos externos.
Claro que hay escenarios diversos en el caso de una economía tan dependiente de
la exportación de un producto. Pero aún así, ha de tenerse un esquema según los
niveles de precios existentes.
Lo
anterior está conectado con el problema de la deuda, y dada la magnitud que ella ha alcanzado y acumulado, tanto
interna como externa, no es menor el asunto de su cumplimiento, tanto en el
pago del capital como de los intereses. Destacándose que además en estos años
se agrega el compromiso de haber recibido del exterior recursos
materiales, que comprometen parte
de los bienes energéticos y mineros que el país tiene en su territorio y que
explota para su propio sustento y desarrollo. Grandes cantidades de petróleo y
minerales que aún están bajo nuestra tierra, ya están comprometidos para el
pago de deudas. Administrar estos compromisos, revisarlos, establecer
jerarquías y reprogramaciones es una tarea del mayor interés nacional, y no ha
de ocultarse.
El
cuarto componente también tiene que ver con los recursos, pero en este caso los
cualitativos. Son los aspectos morales, los valores que acompañarán el manejo
de los mismos. En las décadas de los setenta y ochenta, emergió Japón y los
cuatro tigres asiáticos (Corea del Sur, Taiwán, Hong Kong y Singapur) como líderes
en las exportaciones de productos en un principio de poco valor agregado, pero
gradualmente se fueron sofisticando. En este proceso jugó un papel muy
importante el tema moral y de valores.
Como
esta suficientemente demostrado no sólo se trata de tener recursos financieros,
sino del talante moral de quienes los manejan. De los procedimientos para
asegurar su eficacia y el cumplimiento de los objetivos. De las medidas que han
de tomarse para contrarrestar las desviaciones de carácter moral que puedan
surgir en el camino. Por supuesto esto refiere también a la intervención de
otros poderes distintos al Ejecutivo, pero precisar el tipo de relaciones entre
este poder con el Legislativo, que en sus funciones incluye controlar, el
Judicial que atiende los juicios y sentencia con autonomía, el Moral que por
propio nombre es la esencia de la ética.
Los
“petroestados” se caracterizan por contar con recursos suficientes, pero con
institucionalidades débiles e ineficientes; sean estos estados del Medio Oriente,
de Africa o de América Latina. Ha de reconocerse que contamos con un déficit
notable en la calidad de nuestras instituciones, en el sentido de
discrecionalidades peligrosas y abusivas, interpretación arbitraria de normas
así como de incumplimiento por parte de administradores y administrados; abuso
de poder de quienes ejercen funciones públicas. Regularmente se publican los
resultados de encuestas sobre el funcionamiento de las instituciones publicas y
salimos mal parados, y no es un asunto sólo de los administradores, de los
funcionarios, sino también de los propios administrados, poco conscientes de
sus derechos o también el manejo de ellos por vías de hecho, por la poca
confianza en las instituciones, cayendo en excesos, y contribuyendo a un
circulo vicioso que complejiza este cuadro.
Para
terminar, no es menor la importancia que conlleva atreverse a hacer propuestas
para dirigir y administrar el país. El esfuerzo demanda el concurso de más allá
de quienes constituyen la cúpula y los cuadros de las organizaciones
partidistas que llenan los medios y las actividades públicas en una campaña
electoral. Por tanto es necesario conocer que lugar y espacios se les
permitirá, además son los derechos de los distintos sectores, a ser parte de
esta gran tarea, de lograr que el país funcione mejor.
Hasta
ahora no hemos tenido la oportunidad de conocer debates públicos en donde se
presenten las dos principales propuestas electorales en torno a lo que hemos
expuesto. Muchos lo resentimos, pensamos nos merecemos un mejor trato. Además
resentimos que en la campaña electoral jueguen papel tan importante los
laboratorios de guerra sucia, con
acusaciones y diatribas que no ofrecen soluciones. El país no anda bien.
Nota: en los próximos tres domingos no aparecerá nuestra
columna, pensamos que los asuntos electorales coparán espacios, han de leerse y
analizarse. Apareceremos el lunes 8 de Octubre.
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