martes, 22 de septiembre de 2015

CONTINUIDADES Y DISCONTINUIDADES EN LAS RELACIONES DE TRABAJO EN COLOMBIA Y VENEZUELA.


El funcionamiento de las relaciones de trabajo en Colombia y Venezuela ha sido poco estudiado en términos comparativos, muy a pesar del alto intercambio comercial existente entre los dos países, además de los flujos migratorios de uno y de otro lado; tradicionalmente muy numerosos de Colombia hacia Venezuela, pero en los últimos años viene ocurriendo un flujo importante de Venezuela hacia Colombia. En la primera, predomina mano de obra calificada en áreas artesanales y la no calificada particularmente en labores agropecuarias. La migración venezolana predomina en niveles de alta escolaridad y jóvenes.

En función de la importancia que asignamos a esta relación contaremos con una mesa de trabajo para intercambiar sobre el tema, tarea compartida con colega colombiano Fernando Urrea, de la Universidad del Valle, cuyas ideas igualmente se incluyen  en el presente artículo.  

En otra dimensión,  las relaciones entre los gobiernos es inestable, en cuanto se refiere a políticas de acercamiento y armonía en algunos períodos, como de tensiones y dificultades en otros, debido principalmente a los diferentes modelos socioeconómicos, el de Colombia basado en un patrón de acumulación capitalista que sigue de alguna manera la ortodoxia neoliberal, el de Venezuela una organización de la actividad económica bajo el control del Estado y estrictos mecanismos de vigilancia de las actividades económicas de los particulares, y unas políticas de distribución del ingreso focalizadas en las clases populares. Por supuesto, estas diferencias generan repercusiones en la vida de las fronteras, de ellas hay dos que implican grandes contingentes de personas que en su cotidianidad incluyen pasar de un lado al otro, por razones económicas y sociales, se trata la de los estados Táchira y Zulia por Venezuela, y Norte de Santander y Guajira por Colombia. 

¿Qué cambios importantes han ocurrido en las relaciones de trabajo en uno y otro país?, es un objetivo de interés, ya que eventualmente es un factor  a considerar en las migraciones que ocurren como lo mencionamos.

Ambos países siguen políticas económicas con importantes diferencias en los últimos años, pero acercarse a lo que ello ha influido en sus relaciones de trabajo es un objetivo de interés. Un acercamiento a los rasgos centrales de las políticas económicas y sus impactos en el mundo del trabajo es un objetivo preliminar. ¿En qué medida a pesar de las diferencias en los modelos socioeconómicos se presentan dinámicas de tercerización en los dos países?

Por lo anterior, interesa identificar rasgos del funcionamiento laboral que caracterizan a ambos países, ¿en qué se asemejan y en qué se diferencian?

Las reestructuraciones productivas emprendidas han tenido móviles contradictorios, en Colombia ha sido siguiendo una orientación neoliberal, en tanto Venezuela hay un discurso anti neoliberal pero con propuestas estatizadoras que finalmente desmejoran las condiciones de trabajo, abriendo lugar tanto en uno como en el otro país a tensiones y conflictos laborales. Identificar tendencias en los conflictos laborales, sus móviles y formas de ejercicio es otro elemento de interés.  

En ambos casos es necesario describir y analizar las modalidades de tercerización que han dado lugar debido a las reestructuraciones productivas, ya sean en un contexto neoliberal o estatista. ¿Cómo son las prácticas de tercerización en ambos países? ¿Cómo se implementan? 

La novedad de este análisis comparativo entre los dos países fronterizos es, precisamente, observar y analizar los cambios de las relaciones laborales en las dos últimas décadas, a partir de la dinámica creciente en las estrategias empresariales privadas y públicas de “des-asalariamiento” y reactivación de las formas de explotación de la fuerza de trabajo diferentes a la clásica. 

En ambos países el sindicalismo se desenvuelve en ambientes de dificultades. En Colombia la violencia en contra de sus dirigentes por parte de sectores retrógrados, quienes empezaron sus acciones castigando a aquellos que asumían la lucha de masas en vez de las acciones militares. Resultado de estos fenómenos, su tasa de afiliación, apenas alcanza un 6%. Los niveles de violencia se han venido reduciendo en los últimos años, ya que importantes instituciones están vigilantes de esta anomalía. Entre ellas se incluye un programa permanente de monitoreo por parte de la OIT. Por el lado venezolano,  la clásica postura anti sindical patronal se ha quedado pequeña, al lado de la estructura de regulaciones y políticas creadas por un régimen para el que el sindicalismo autónomo no  es de confiar. 

Los dos países requieren conocerse más en sus mundos del trabajo, sea por la vecindad, así como por la necesaria complementaridad de sus economías y de la vida de sus pueblos, que si bien hoy predominan factores más de orientación militar,  que confiamos se encausen por las vías diplomáticas y civiles para lograr una mejor convivencia.


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