Atendiendo una actividad académica con universidades que llevan a cabo estudios de Relaciones de Trabajo hemos estado estos días en Buenos Aires. Queremos significar algunos aspectos de la logística que muestran el nivel de recursos con los que cuentan los gremios de trabajadores.
Por un lado nos hemos alojado en un hotel perteneciente a un gremio. Decenas de hoteles que prestan buenos servicios tanto para atender las necesidades del gremio y sus afiliados, como a otras entidades y personas relacionadas; los podemos encontrar tanto en la capital, como en las principales ciudades, los mismos son propiedad de las organizaciones sindicales. En este caso nuestro hotel ha sido el “26 de Julio”. Y por otro lado también hemos sido invitados a presentar los resultados de nuestra reunión académica ante un colectivo de interesados. El sitio de la jornada y contacto con el público ha sido otro local gremial, el de la Unión de los Conserjes. Sala Magistral, otras salas de reuniones, y disponibilidad de los servicios que demanda un evento que congrego a doscientas personas, todos a la mano en óptimas condiciones. Realmente es la sede que a lo largo del año sirve a las actividades de formación que el gremio brinda a sus afiliados.
¿Por qué destacamos estos asuntos elementales? Sencillamente porque es inevitable hacer comparaciones. Es verdad que el movimiento de los trabajadores argentinos cuenta con una historia más larga que el venezolano. El haber iniciado la modernización productiva más temprano permitió contar con contingentes de trabajadores en actividades industriales, que iniciaron el camino de lograr conquistas tanto para las personas como para las instituciones.
También ha de agregarse que en los años cuarenta y primera mitad de los cincuenta hubo un gran salto en el fortalecimiento de las organizaciones gremiales. Se trata del primer período peronista. Hubo una verdadera política obrerista. Es así que sesenta años más tarde este movimiento mantiene su fuerza y peso en la sociedad argentina. Por supuesto que este comentario no engloba tantos otros aspectos del funcionamiento de la vida económica y social del país en los períodos posteriores.
Con lo anterior se quiere destacar que las conquistas estables de los trabajadores demandan organizaciones dotadas de los elementos necesarios para llevar adelante su acción. El primer elemento a tener presente es la autonomía y la unidad de propósitos. Nada fácil de lograr y mantener. De ello deriva que las organizaciones de trabajadores han de contar con los medios materiales para funcionar y actuar.
Sirva esta reflexión para llamar de nuevo la atención como en los últimos años, el sindicalismo venezolano ha venido perdiendo espacios e instituciones que realmente le hacen falta. Una de ellas es la extraordinaria instalación que ocupara la Universidad de los Trabajadores de América Latina –Utal- en la privilegiada ubicación de San Antonio de los Altos, y más recientemente la pérdida del Instituto de Altos Estudios Sindicales –Inaesin- en Caracas. Cada caso es una lamentable historia que muestra como intereses ajenos a los del movimiento de los trabajadores determinaron la pérdida de esas instituciones. Ojala el movimiento pueda el disponer mañana de entidades equivalentes. Por los momentos no se avizora nada en el panorama.
Conviene deslindar el otorgamiento de beneficios para las personas que dirigen las organizaciones, de las que corresponden a las instituciones y al colectivo global de afiliados. Lo primero puede colocar en duda la autonomía de quienes dirigen, al acumular favores recibidos del poder patronal, sea público o privado. Favores o prebendas que serán reclamados por quienes lo otorgaron, y tendrán repercusión negativa en la autonomía institucional.
Las organizaciones de los trabajadores para poder funcionar requieren no sólo del registro que se obtiene de parte de las autoridades. Incluso hay países en donde no existe el registro sindical, las organizaciones no se ven sometidas a rigurosos controles y exigencias gubernamentales, que empiezan a controlarlas desde antes de nacer. Apenas notariar la voluntad de los interesados da lugar a la confirmación de su existencia. Se tiene como lo más importante la voluntad de las personas de congregarse y actuar alrededor de intereses legítimos.
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