Recibimos el libro “Sindicalismo
asesinado”, publicado por la casa editorial Random House, Colección Debate.
Reveladora investigación sobre la violencia contra los sindicalistas colombianos,
editado por León Valencia y Juan C Celis Ospina,
quienes dirigieron el equipo de investigadores.
Teniendo
presente que lamentablemente hemos entrado en el pequeño grupo de países en
donde el asesinato de sindicalistas es un hecho frecuente, es por lo que
haremos algunos comentarios de esta obra.
Estamos
conscientes que las realidades que han llevado a Colombia y a Venezuela a estar
empantanados en esta situación de violencia sindical, son bastante diferentes,
pero no por ello menos importante relevarlas para divulgarlas y contribuir a
crear conciencia del daño que han venido causando a la vida laboral en la
sociedad.
En
primer lugar en Colombia el fenómeno es de vieja data, por ello los
investigadores se plantean buscar una explicación para el asesinato de 2.732
sindicalistas en los últimos 25 años en Colombia, así como para las más de
8.000 agresiones violentas a los sindicatos y a los derechos fundamentales de
sus afiliados. Como explicitamente lo señalan se
trata de la búsqueda de una solución para una de las más grandes tragedias
de la sociedad colombiana.
Señalan
que utilizaron en las cifras oficiales del Observatorio de Derechos Humanos
de la Vicepresidencia de la República y las elaboradas por la Escuela Nacional
Sindical. A partir de ellas nos pusimos a la tarea de examinar en detalle los
lugares y momentos de la victimización. De otro lado, entrevistamos a 73
personas –sindicalistas, empresarios y líderes políticos–, examinamos las
versiones libres que los jefes paramilitares han rendido ante la Unidad de
Justicia y Paz de la Fiscalía General de la Nación e hicimos una rigurosa
revisión de prensa. Igualmente, estudiamos alrededor de 150 documentos, entre
libros y ponencias, sobre las relaciones entre sindicalismo y conflicto armado
En
nuestro caso el fenómeno es de la última década y no se le ha dado el carácter
o la categoría de tragedia. Muy por el contrario sigue siendo un asunto de
escasa relevancia para la sociedad en su conjunto, incluyendo el Estado.
Incluso no se llevan registros oficiales de este problema.
En
cuanto a los sectores mas lesionados por la violencia, los autores destacan: No
fue difícil identificar los casos que podrían permitirnos sacar conclusiones
ciertas sobre el problema de la victimización sindical en Colombia. En los
registros de asesinatos y agresiones saltaban a la vista los maestros y los
trabajadores de los sectores bananero y petrolero; representan el 70% del total
de sindicalistas asesinados entre 1984 y 2009.
En
la realidad venezolana el fenómeno se ha focalizado en la industria de la
construcción, y en mucho menor medida se conocen casos del sector petrolero y
automotriz.
El
estudio de Valencia y Celis utiliza categorias de las ciencias sociales y
políticas
orientadas
a examinar los hechos, cruzar variables y proponer explicaciones. En este caso,
las variables son los actores armados, los grupos políticos y las fuerzas
empresariales y sindicales, todos insertos en la dinámica del control de
territorios, la disputa por el poder y la apropiación de jugosas rentas.
El
caso venezolano no está inserto en un enfrentamiento abierto que permite
observar grupos armadas que controlan territorios en la disputa por el poder y la
apropiación de las jugosas rentas que provienen del narcotrafico, como es el caso
colombiano. Pero obviamente los datos conocidos en el medio sindical de la
industria de la construccion, es un reflejo de presencia armada, aunque no
reconocida oficialmente, en el desenvolvimiento de las relaciones laborales de
grupos que también se benefician de políticas laborales promotoras de
organizaciones sindicales sin bases ni practicas democráticas, y luego el fomento de prácticas
permisivas y deliberadamente inclinadas a quienes adhieren a las políticas
oficiales.
Valencia
y Celis destacan que los sindicatos
que cargaron con el mayor peso de la victimización fueron los más
activos en la lucha política, es decir, aquellos que ligaron las
reivindicaciones laborales con las aspiraciones democráticas y emprendieron por
igual protestas sociales y acciones políticas, a través de las cuales
ejercieron un inusitado protagonismo en algunas regiones del país. Por
ello es importante el testimonio que incluyen de Héctor Fajardo, dirigente
sindical de gran trayectoria:
Estoy completamente seguro de que la victimización
sindical que ha vivido Colombia se ha debido, en un 80 ó 90%, al compromiso de
los sectores sindicales con la democratización del país. –pag 18-.
De
lo que se trata en el caso venezolano es en primer lugar de una confrontacion
por el control de organizaciones que se pelean los beneficios económicos de la
mercantilización del empleo, y de los espacios productivos, todo ante la mirada
complice de autoridades que observan y no actúan. Se percibe que el daño que se
infringe a la institución sindical no es sentido por las autoridades, y en
cierta medida por la sociedad toda.
El
trabajo que comentamos es una contribucion fundamental al diagnóstico sobre la
violencia contra el sindicalismo. No hay duda que allá no es un problema inter
sindical, como si participa esta dimension en el caso venezolano. Pero la
naturaleza inter sindical del conflicto, es una derivación de acciones que se
originaron y han recibido refuerzos desde políticas estatales.
La investigacion concluye que el
Estado colombiano es responsable de la victimización del sindicalismo, al menos
en tres campos debidamente documentados en esta investigación: por la
participación de servidores públicos en las alianzas criminales que condujeron
a la muerte de miles de sindicalistas, por permitir que prosperara un ambiente
en el cual se justificaba la muerte de personas indefensas por sus afinidades
ideológicas o políticas con fuerzas ilegales y por la escandalosa impunidad
judicial que ha cobijado a los responsables.
Veamos
si fuera possible emprender una investigación con criterios independientes que
nos permita auscultar lo que viene pasando en nuestros medios laborales, y que
las conclusiones contribuyan a poner freno o minimizar el problema. La
institucionalidad la venimos perdiendo. Es necesario marginar los extremos y
recuperar espacios democráticos en el ámbito sindical. Aun es temprano.
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