Los cambios en la conducción de las empresas estatales es un tema crítico. Los frecuentes cambios en los
niveles directivos de las empresas básicas localizadas en la Región de Guayana, vienen trayendo consigo un
constante proceso de dificultades que afectan a la nación -propietaria-, a los trabajadores, y a los receptores de
estos productos y servicios, así como a entidades públicas que no reciben los tributos correspondientes.
A
objeto de reflexionar sobre el caso, dada los frecuentes cambios de conducción
a nivel de Presidentes de estas empresas, se aportan los siguientes
planteamientos.
En
primer lugar es importante distinguir
en las empresas estatales entre los niveles político, directivo y gerencial. Cada uno tiene su especificidad.
La
gestión de empresas es un área altamente profesional. Lo político está más
arriba, está en el Ministerio o Entidad de adscripción. Lo directivo en el
eslabón entre lo político y lo económico-técnico en las directrices que
conectan las metas políticas con el objeto de una empresa determinada.
Lo
político define en áreas económicas si se va a priorizar la redistribución de
la riqueza, o si se va a priorizar la producción, dejando la distribución de la
riqueza como un problema a ser resuelto por el mercado, con ajustes del Estado.
Toca entonces decidir, como se va a hacer si se trata de lo primero o lo
segundo.
Si
es priorizar la distribución de la riqueza, se plantearán programas para que
mejoren los ingresos de la población trabajadora, se harán reformas tributarias
para pechar según los segmentos de ingresos, y según la naturaleza de los
procesos de generación de la riqueza. Si es lo segundo, es decir priorizar la
producción, se tendrá que prever que ha de hacerse para dar respuestas a las
presiones de cambios en los patrones de redistribución. En fin el ejemplo es un
tanto deliberadamente sencillo,
porque lo que se quiere destacar es visualizar lo político en un aspecto
económico importante de la acción de todo gobierno.
Si
se trata de dirigir una institución para producir determinados bienes o
servicios, de lo que se trata es de funcionar en el marco de las directrices
establecidas en lo político, pero el ente ha de gestionarse según criterios
profesionales.
Las empresas estatales que cuentan con unas instalaciones, equipos y personal experimentado para
hacer un determinado bien o servicios, pero si la dependencia política impone
líneas de acción que sacrifican estos factores, como el mal uso de
instalaciones y equipos, desatención al capital productivo, o falta de
políticas y planes de relaciones
justas y participativas con el personal, las posibilidades del alcance de los
objetivos será difícil.
Hay
negocios que aún actuándose como recién se describe, hay resultados para el
puro mantenimiento o pago de la nómina de personal, y a lo mejor para un mantenimiento
de emergencias en las instalaciones y equipos. No invertir en bienes de capital, en formación y desarrollo del
personal, en el mantenimiento de condiciones idóneos para el desarrollo
productivo, es el camino al fracaso, a morirse de inanición, de mengua.
Si
a lo anterior se le agrega a la empresa productora de un determinado bien o
servicio, cumplir tareas extra empresa en ámbitos educativos, o brindar salud,
o apoyos comunitarios, incluso se llega a percibir que los indicadores de sus
gestores se muestran más en estos últimos asuntos, que en los que tienen que
ver con la producción del bien o servicio para el cual existe esa empresa. Evidentemente
hay una desnaturalización. La gerencia deja de jugar su papel especifico. Lo
que se observa es que el nivel directivo y el político se imponen, y la
gerencia es sólo nominal. Incluso lo político se manifiesta de un modo inconexo
con un plan de desarrollo determinado, y más en función de intereses grupales y
personales.
La
desprofesionalización de la gerencia es un camino equivocado, incluso si es por
considerar que todos pueden dirigir, como un enfoque ultra democrático o el
otro extremo, más bien el
monárquico. Que si es hijo, conyugue o familiar de quién gobierna, tengo
entonces los genes para dirigir eficientemente un negocio dado. La gestión
requiere formación y dedicación. La pura condición de ser un cuadro del partido
político que gobierna, no da las cualidades para gerenciar una empresa.
Una
gestión gubernamental necesita confiar la formación de los cuadros para
gerenciar las empresas en instituciones calificadas, sean de las existentes, o que tengan que crearse combinando
recursos de las existentes. La constitución y los equipos de estas
instituciones es un asunto clave. Igualmente los cuadros a escoger para la
formación deben combinar aquellos con calificaciones adquiridas externamente al
ente productivo, que traen nuevas ideas y métodos, con las calificaciones que
se han adquirido en las propias instituciones productivas. En todo esto no
tiene sentido empezar de cero, si el país cuenta con una trayectoria dada.
Habrá que hacer ajustes, pero es iluso asumir que todo lo anterior es malo,
nada sirve, y que es a partir de determinado momento que se hará lo correcto y
lo bueno. Los hechos muestras aciertos y errores, tanto antes como ahora.
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