En nuestra sociedad el trabajo da identidad, por eso se considera un insulto llamar a alguien vago, sin oficio, mantenido, ocioso, al tiempo que goza de todas sus capacidades físicas y mentales. Cada quién apela a su trabajo, a su empleo, a su oficio, hasta se invoca alguna actividad económica, de servicio que regularmente se realiza, para así dar la cara a la convivencia y a los intercambios sociales. Es un lugar común entre las personas que recién se conocen, indagar sobre la situación laboral. Igual ocurre con las personas ya conocidas que dejar de verse por un largo tiempo, en el reencuentro se indagan mutuamente ¿que has hecho? o ¿que estás haciendo?
Esto último tiene significado porque el trabajo además de dar el sustento para vivir, le da significado a la vida de las personas, incluyendo a sus familiares. Sentirse útil a quienes le rodean. Unos padres, conyugues, descendientes, comentan con interés sobre lo que realizan los miembros de la familia para su subsistencia.
Las situaciones laborales personales y familiares son diversas. Se sabe hay trabajo y no trabajo. Se está en esta segunda situación por diversas razones, una muy importante y fácil de distinguir es la que tiene que ver con la edad, ya sea por no haber alcanzado la edad mínima para trabajar o por haber cubierto ya el tope, y pasar a retiro. En torno a estos mínimos y máximos, existen convenciones internacionales y nacionales. Pero al lado de ello existen realidades que tienen su dinámica propia. Por ello es un fenómeno universal el trabajo infantil, por supuesto mucho más crítico en los países no desarrollados.
La llegada de la edad de retiro en nuestro caso para los cubiertos por la Seguridad Social, cincuenta y cinco años para la mujer y sesenta para los hombre. Es una edad relativamente joven si se compara internacionalmente. El problema radica en que el monto de la pensión es modesto, apenas el salario mínimo que no llega a cubrir el costo de la canasta alimentaria. Cierto que existen muy contados casos que reciben pensiones en función del último sueldo y son revisadas en los mismos ajustes de los trabajadores activos. Pero la pensión equivalente al salario mínimo da lugar a que la mayoría de los jubilados tengan que continuar realizando actividades para generar ingresos.
En la situación de no trabajo, hay una diversidad de actividades en la vida familiar y comunitaria que cabe analizar si realmente son trabajo o no trabajo. La discusión está abierta y no es nueva. Desde mucho tiempo atrás, ha venido evolucionando el concepto de trabajo, para ir dando cabida a actividades que logran alcanzar el status de trabajo. Claro que el status pasa por el reconocimiento en el ámbito micro, sea la familia y la comunidad. Luego toca llegar al reconocimiento general, que implica la existencia de política públicas que reconsideren que actividades determinadas que han sido parte del no trabajo, salgan de esa situación.
Con relación a la situación o el status de trabajo, de trabajador, toca tener presente varias distinciones. Por un lado de trabajo oneroso y trabajo gratuito o voluntario. No es un asunto marginal, si se observa que desde instituciones estatales se fomenta este último.
Otra distinción es la que tiene que ver con el trabajo libre y el trabajo forzoso. Aparentemente este último se creía erradicado largo tiempo atrás. Abordamos este problema anteriormente, a propósito que el gobierno invoco la existencia de este tipo de trabajo para acciones expropiatorias en el sur del Lago de Maracaibo, no obstante que en Venezuela no se llevan registros de este problema, sea del trabajo esclavo o del trabajo forzoso u obligatorio.
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Terminando, importa relevar la situación del trabajo dependiente y el independiente. Aquí es donde destaca la figura del asalariado. El siglo XX se puede identificar en América Latina como el siglo del asalariado, por el desarrollo que alcanzó este tipo de trabajo en todo el continente. Con su desarrollo florecieron los sindicatos, que recogieron buena parte de las experiencias de las anteriores organizaciones de oficios, pero que indudablemente la organización del trabajo se modificó sustancialmente con el desarrollo de la formación socio económica.
A los anteriores dilemas y problemas que relevamos en los párrafos previos, en el trabajo asalariado es esencial los aspectos colectivos, que son fundamentales para el desarrollo del conjunto de los asalariados, ya sea para nuevas conquistas como para preservar sus logros.
En tiempos de reformas laborales bien vale recordar, la diversidad de las situaciones de trabajo y no trabajo, así como la de los colectivos ubicados en las diversas situaciones. En el presente proceso se requieren análisis y construcciones para que el tema trabajo sea reflexionado y respondido en sentido amplio.
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