El inicio de esta etapa ha sido sin duda la que levantó mayores expectativas para el desarrollo de la participación de los trabajadores en la gestión de empresa, ya que nace enmarcada en un ambiente discursivo favorable a la participación y al protagonismo democrático, como lo exterioriza el slogan gubernamental: “De la Democracia Representativa a la Democracia Participativa y Protagónica”. Además, del año 2000 en adelante, se han multiplicado los entes estatales, teóricamente sujetos de esta representación laboral.
Un ejercicio cuantitativo de las entidades públicas sujetas de la representación laboral puede perfectamente implicar varios cientos de instituciones. Por un lado cuantos Institutos Autónomos, Bancos o entidades financieras y de desarrollo, Empresas del Estado con al menos la propiedad de un 50% del capital, cuantos organismos de desarrollo económico y social. Téngase presente las entidades nacionales, las regionales, las municipales. La población trabajadora al servicio del Estado ya pasa de los dos millones cien mil servidores, acercándose al 20% de la PEA.
No obstante lo auspicioso del discurso acompañante de las medidas vinculadas con el ejercicio de la democracia protagónica y participativa en un primer momento, y luego del socialismo del Siglo XXI, podía ofrecer y respaldar a la figura de la representación laboral, más bien finalmente esta se ha venido a menos. La sólo inexistencia de los Directores Laborales en el universo de las instituciones en las cuales ha de ejercerse, muestra su inexistencia en un alto porcentaje. Por otro lado, en algunos casos emblemáticos por la importancia de estas instituciones, se ha sustituido la elección directa de los Directores Laborales por las propias bases –trabajadores-, por el nombramiento realizado por el Ejecutivo, tales han sido los casos de Pdvsa y Cadafe.
Para terminar, y volviendo al inicio de estos planteamientos, las recientes re-estatizaciones en teléfonos, siderurgia, y las nuevas estatizaciones en electricidad, gas, alimentación, banca, cemento, así como el fomento de cientos de nuevos entes estatales, ofrecen una oportunidad para la práctica de la democracia y del socialismo, con la elección de los Directores Laborales por las bases. Y para el mundo de los trabajadores es un exigente desafío recuperar esta representación y ejercerla de manera democrática y trascendente. Las primeras experiencias mostraron que los Directores Laborales no tuvieron claro el papel que debían jugar, y fácilmente fueron presa del consciente papel de los otros actores presentes en las mesas directivas. Este riesgo no ha desaparecido, ya que persiste como un objetivo trascendente la autonomía del movimiento de los trabajadores. Si se preguntara para que la autonomía, se podría indicar, para defender las conquistas históricas, para preservar y fortalecer las organizaciones productivas que son un patrimonio del país y para avanzar a mejores niveles de calidad de vida, llamese en el marco de una revolución socialista o democrática.
martes, 31 de marzo de 2009
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