Todo un país a oscuras, es un hecho que no conocíamos desde tiempos cuando en el país no había llegado la electricidad. Llamativo que Maracaibo que fue la primera ciudad venezolana en disponer del alumbrado público eléctrico en 1888, con motivo del centenario del natalicio de Rafael Urdaneta; y también la segunda en América Latina, después de Buenos Aires.
Todo esto contrasta que hoy 140 años más tarde, es la ciudad más castigada por el pésimo servicio eléctrico, y que en esta reciente contingencia sufrió los mayores daños, entre ellos el saqueo de más de 700 establecimientos comerciales.
¿Cuál fue el origen de este mega apagón? Según diversos reportes de instituciones y de especialistas, se señala que el verano en las sabanas del Estado Bolívar, como en todo el país, aprovechó la maleza seca circundante de la estación Malena -Estado Bolívar-, y produjo un incendio que provocó un excesivo recalentamiento del tendido de las líneas de 765 kV que provienen del Guri, con consecuencias que afectaron la generación y la transmisión de electricidad a 23 estados, el país completo.
Al mismo tiempo quedó en evidencia que el sistema de generación termoeléctrica está casi paralizada y no pudo intervenir para reponer parte de la falla de la transmisión y generación hidroeléctrica.
La versión oficial nos tiene acostumbrados a señalar que estas interrupciones son la resultante de sabotajes, pero a la larga no se ofrecen evidencias convincentes y suministradas por las investigaciones dirigidas por equipos con independencia de criterios, no partidizados ni parcializados con lo que el gobierno quiere que se diga. Se viene alertando que no ahondar en las causas de los múltiples accidentes en el servicio de electricidad, expone a país a contingencias de mayor gravedad y de más dificultades para su resolución, con el perjuicio para toda una nación.
Los expertos venezolanos que crearon el sistema eléctrico nacional, y lo administraron hasta fines del pasado siglo, coinciden en afirmar que el sistema fue diseñado con las prevenciones para administrar las contingencias regulares de un sistema eléctrico nacional, pero sin consecuencias mayores para los usuarios, hasta tal grado que lo típico de las contingencias es que ellas se presentan y se resuelven sin que los usuarios se den cuenta, dado los protocolos y mecanismos propios de la planificación, gestión y operación general del sistema.
Pero todo esto es bajo el supuesto de la existencia y gestión técnica de las empresas operadoras, y que si bien un servicio tan esencial como el de electricidad, conlleva la necesidad de funcionar en un marco de decisiones más allá de las operativas, digamos las políticas y las regulatorias, ya que se han de asumir conceptos fundamentales para el desarrollo social y económico de toda la sociedad, es por lo que hay un alto nivel de definiciones políticas y de desarrollo, que han de ser parte de instancias diferentes a las propias de tipo operacional como es la gestión de las empresas operadoras, en este caso el monopolio existente, como es Corpoelec.
Lo anterior es lo que tiene relación con las definiciones de modelos de desarrollo, favorecimientos y prioridades de regiones, sectores productivos, aperturas y financiamientos, tipos de usuarios, segmentos poblacionales. Aquí son importantes los legisladores, los políticos, los actores de la vida productiva y social, los planificadores, los financistas, los científicos, los académicos. Pero en la propia generación, transmisión, distribución y mercadeo de electricidad, son los operadores, entendidas las empresas con sus gerentes, profesionales, técnicos y trabajadores en general, quienes constituyen el cuerpo permanente para conducir las operaciones. Estos a su vez con la relación y el intercambio de un entorno de proveedores de servicios y tecnologías, tanto nacionales como globales.
El problema de origen es que el manejo del servicio de la electricidad viene funcionando, integrando lo político, regulatorio y operacional en una misma entidad, todo confundido en los mismos criterios politizados y partidizados, con una ausencia de transparencia y de rendición de cuentas, a órganos públicos y privados que sean independientes del gobierno.
Aquí resulta que el Ministerio del Poder Popular para la Energía Electrica y el Presidente del monopolio de todas las actividades operativas del servicio eléctrico, Corpoelec, son dirigidos por la misma persona. Es lo mismo que ha venido ocurriendo con el sector petrolero, con iguales funestos resultados para la república que ha visto perder producción, eficiencia y aportes de beneficios para la redistribución. Un gobierno que no reconoce la división de poderes, que ha subordinado el conocimiento y la ciencia, a criterios de control de instituciones y de personas, como condición para llevar adelante su modelo centralizado y excluyente, trae a la larga estas consecuencias.
En el presente accidente que afectó a los 23 estados de la república, y en algunos casos con la suspensión del suministro eléctrico de hasta más de 100 horas continuas. Con perdidas humanas y materiales aún no cuantificadas. En torno a ello el gobierno esgrime unas explicaciones en la misma línea de contingencias anteriores, es decir el saboteo.
Otras explicaciones, procedentes del campo técnico, profesional y laboral, no coinciden razonadamente con el gobierno, y apuntan a que la contingencia es derivada de una gestión que ha desatendido los criterios y las altas exigencias técnicas para un manejo eficiente del sector, sumado a ello la enorme perdida de personal con experiencia y conocimiento que se ha marchado de la empresa, e incluso mayormente del país, por lo que se carece también de recursos suficientes para atender la complejidad operativa del sector.
Afortunadamente, especialmente para el futuro deseable, se han manifestado argumentaciones desde el exterior a las propias instituciones gubernamentales, razonamientos que avizoran que a pesar de los enormes daños hay evidencias para considerar que el país cuenta con elementos para asumir las emergencias derivadas de la errática gestión del sector.
No es descartable que a pesar de las renuncias masivas de personal del sector eléctrico, haya aún en la plantilla talentos con valores, conocimientos y perspectivas, similares a las que fundamentan lo que hemos expuesto, pero que si la gestión autoritaria que predomina en el sector logra advertir posturas que discrepen de sus dogmas, corren riesgos y peligros no solo de despidos arbitrarios e ilegales, sino riesgos de la propia integridad a la libertad y a la persona.
hector.lucena@gmail.com
@hl_lucena
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