martes, 3 de julio de 2018
INVOLUCION INDUSTRIAL
Venezuela experimenta un acelerado proceso de involución económica. Vamos a analizarlo en lo relativo al sector industrial, que no es la única actividad productiva que experimente involución, sólo que le damos continuidad a un artículo anterior “Valencia ¿ciudad industrial?”
La industria está considerada como una de las palancas más efectivas para el desarrollo económico, por los efectos que transmite a otros sectores previos y posteriores al proceso de transformación que es propio a la industria. Referimos al primario y otras actividades del mismo secundario por ser proveedores de materias primas e insumos, y al terciario por la necesidad de llevar y liquidar lo producido en los mercados correspondientes.
La industria contemporánea en Venezuela tiene una historia de ochenta años, si se considera que ella se inicia con la modernización experimentada de 1936 en adelante. Se trata de tiempos que en Venezuela se acepta como la verdadera entrada del país en el siglo XX. Algo tardío, pero que se pudo avanzar con cierta celeridad para recuperar el tiempo de rezago. Al momento que se inició la revolución bolivariana el país tenía seis décadas de construcción industrial.
El inicio de la difusión de las ideas de la industrialización emergen con el cierre del ciclo gomecista. La muy limitada actividad industrial existente era marginal, nacida y desarrollada sin el apoyo estatal. Sólo con los primeros gobiernos post gomecista es que el Estado asume un papel protagónico en promover la modernización productiva del país. Un Estado que estaba recibiendo los beneficios de la explotación petrolera y disponía de medios materiales para iniciar la industrialización.
Quienes asumieron la promoción industrial desde las políticas estatales sabían que quienes dominaban la economía criolla eran los productores del campo y los comerciantes, a su lado los industriales eran marginales. Se trataba de convencer a las elites económicas, que habían hecho su fortunas y acumulado poder por la tenencia y explotación de la tierra, así como por el comercio, pero que eran quienes más tenían capacidad de ahorro e inversión. Al mismo tiempo quienes habían gobernado hasta entonces no estaban imbuidos del pensamiento y la acción industrialista.
La explotación y la tenencia de la riqueza del petróleo derivando recursos crecientes a las arcas públicas, y también a privados que se enriquecieron súbitamente con la danza de las concesiones petroleras, a ambos se les puso en las manos recursos que bien podían ser destinados a la actividad industrial, cierto que la mayor parte de los privados modernizados derivaron sus recursos más al comercio que a la industria. También es importante recordar que la economía cafetalera que predominaba hasta mediados de los años veinte, drenaba sus excedentes para el comercio y la propiedad inmobiliaria, la industria no se benefició de la misma.
Pero en los equipos de intelectuales y profesionales que accedieron a las funciones públicas, en un marco de predominio de las ideas keynesianas que ponía en el Estado un papel protagónico para el desarrollo económico, hicieron el esfuerzo de promover conceptualmente la importancia para que se tomaran medidas de política económica que le asignaran mayor relevancia a la industrialización como palanca del desarrollo.
Lo que ya había empezado a ocurrir en Inglaterra en los finales del siglo XVIII, nosotros lo empezamos en el segundo tercio del siglo XX, siglo y medio más tarde, es decir nuestra revolución industrial.
Además aquí bajo la influencia del petróleo, de su siembra como recién se empezó a hablar por ese tiempo, con el famoso artículo de Arturo Uslar Pietri, quien a la sazón era del tren ejecutivo tanto del gobierno de 1936-1941, como del siguiente 1941-1945. La idea de la siembra del petróleo se superponía con la del enclave petrolero, que era la dominante en el modelo de explotación del petróleo de entonces. Una manera de producir que sólo dejaba al país poseedor de la riqueza natural, los bajos salarios pagados, los bajos impuestos de entonces, y casi ninguna otra relación económica, como serían compras de productos y servicios, porque no teníamos mucho que ofrecerles. No había industria. Las mismas compañías que con los niveles de producción que mostraban desde la segunda década del siglo XX, no se habían atrevido a construir en nuestro territorio las plantas equivalentes para procesos de refinación, sino que más bien lo construyeron en otros espacios, como el caso de Curazao, donde comenzó a construirse refinería gigante en 1916 por la Royal Dutch Shell para procesar el petróleo venezolano en territorio neerlandés, que fue terminada en 1918.
Por su parte la Lago Oil and Transport Company, propiedad de la Standard Oil of New Jersey (actual Exxon), fue inaugurada en 1929. En ese momento, las refinerías de petróleo de dicha empresa y sus instalaciones de almacenamiento eran las más grandes del mundo. Siguiendo sus pasos, la Refinería de Petróleo Eagle Oil abrió poco después. Típico comportamiento del modelo de enclave, que trasladaba a otros espacios bajo su control, en este caso colonias de los países de donde provenía el capital, tal es el caso de la Royal Dutch Shell, pero de la mayor confianza de los inversionista de los EEUU, y no se invertía en el territorio en donde estaban los yacimientos. Finalmente los gobiernos venezolanos de 1945 en adelante comprometieron a las compañías de los EEUU y anglo holandesas a invertir en refinerías de la magnitud de la explotación que se venía haciendo en el país, un gran paso en pro de la industrialización del principal recurso económico del país.
Pero también para que hubiera industria, antes teníamos que transitar además del convencimiento de las elites que esa era la vía necesaria para modernización por encima de la tenencia de tierras y inmuebles, y que ello conlleva la construcción no solo de industrias propiamente sino la infraestructura material e institucional que acompaña toda industrialización. Esto nos ha llevado desde mediados de los años treinta a contar con una infraestructura industrial que vemos en estos años en deterioro acelerado, se trata de un esfuerzo de varias generaciones que se ha venido destruyendo, de no sólo de los inversionistas sino también de la población trabajadoras que ha laborado en el sector sea directa e indirectamente, así como en las empresas de apoyo y servicio industrial, lo cual hace a una proporción importante de quienes somos y vivimos en el país, ante esto ha de reaccionarse.
hectorlucena.blogspot.com
@hl_lucena
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