martes, 13 de diciembre de 2016

VACACIONES SIN VACACIONAR


  El análisis del tiempo de trabajo conlleva distinguirlo entre el tiempo activo y el pasivo. El primero que corresponde al estadio bajo la subordinación del empleador, y el segundo que es tiempo del trabajador para recuperación del desgaste que el trabajo conlleva. Las regulaciones sobre el tiempo de trabajo se hacen a partir de la unidad hora, pasando luego por el turno, la jornada, el día, la semana, el mes, el año, la carrera y toda la vida laboral.

  Al final de cada año suele plantearse dos hechos significativos en el tiempo de los negocios y con ello del trabajo, por un lado casi toda la manufactura cierra para conceder vacaciones colectivas, especialmente a las áreas en donde participa más personal, como son las de producción y operativas.

  En los servicios públicos también se producen pausas, lo más notable es la del sistema educativo, pero en general se reduce el ritmo de actividades prestadas por el Estado. Por otro lado, el comercio y buena parte de los servicios llevan a cabo en los dos últimos meses del año su mayor volumen de ventas y prestación de servicios. De alguna manera para estos establecimientos en el ámbito privado, estas últimas seis u ocho semanas laborales del año representan un período de zafra, y con ello se alivia su funcionamiento dado que quedan con mínimo de inventarios y por tanto con pocas ventas para los dos o tres primeros meses del nuevo año.

 Lo anterior va aparejado con el hecho de ser noviembre el mes del año en donde los trabajadores reciben sus mayores ingresos por el pago de utilidades y bonificaciones de fin de año, además parte de ese dinero drena a aquellos trabajadores informales que operan por cuenta propia y reciben más demanda de sus servicios. El circulante da un salto en noviembre y diciembre.

 Todo lo anterior responde a nuestras estacionalidades en el uso del tiempo y del consumo, pero este año se presentan situaciones inéditas en el funcionamiento económico afectando la situación de las vacaciones laborales, empezando porque vamos por tercer año seguido en decrecimiento económico, y este año acentuado por bajos precios y disminución de la producción petrolera.

  Del lado de los industriales, Conindustria en sus encuestas registran "El pesimismo se debe a que al cierre del mes de septiembre, 17% de los consultados aseveró que están parados por falta de materia prima y 41% afirmó que solo contaba con un mes de insumos y de trabajo asegurado, lo que significa que actualmente se registran 58% de industrias no operativas.” (El Nacional, 9-12-16)

“A esto se suma la reciente descapitalización que les ocasionó la caída del valor de cambio del bolívar, que les dejó con recursos insuficientes para reponer inventarios y mantener las líneas de producción operativas en enero del próximo año. Gran cantidad de las industrias no podrán abrir el próximo año debido a la falta de capital de trabajo, el cual se redujo hasta en dos terceras partes por la devaluación del bolívar y esto agudizará la escasez de bienes básicos en enero 2017 por la caída de la productividad”, informó Juan Pablo Olalquiaga, presidente del gremio.

 Ya este desempeño es más que suficiente para alterar el consumo familiar y del conjunto de los trabajadores, pero su mayor alteración viene dada por el salto inflacionario de este fin de año, que nos introduce en ambiente hiperinflacionario afectando el consumo y toda la cadena productiva. De aquí que todo esto ha llevado al comercio, particularmente en esta situación a recurrir deliberada y tempranamente al cierre de los establecimientos y por tanto al uso del régimen de vacaciones colectivas, no habitual en este sector.  
   
  Para los trabajadores el descanso que supone el período vacacional se resiente, cuando los recursos que se perciben por el pago de ese tiempo de receso más las bonificaciones, están comprometidas con las mayores exigencias de consumo estacional y ahora con el impacto de los elevados precios, especialmente de alimentos y bienes escasos que se adquieren en el mercado negro, o también en el mercado formal que ha venido incorporando alimentos importados a precios dolarizados en niveles cercanos a los del bachaquerismo.

  Los trabajadores llevan a lo largo de todo el año un desgaste acumulado en el esfuerzo de su tiempo de descanso ya que ha de destinarlo a la procura de alimentos, de productos del hogar y de otros bienes escasos, en condiciones de incertidumbre.

  Y nos llega el fin del año con mas carencias, por lo que hasta las vacaciones se apropian del tiempo teóricamente para recuperarse del agotamiento de todo un año de labores, es decir se pierde la esencia de la pausa anual de labores, que está planteada por la “imperiosa necesidad de disfrutar de un descanso continuado para tratar de recuperar, en parte, esa libertad que perdemos a causa del trabajo”, como lo señala Héctor Jaime -“El tiempo de trabajo”, Ucat 2013-. Más allá del tiempo libre el verdadero concepto de vacación incluye “el disfrute efectivo de las vacaciones debe aprovechar, igualmente, a la familia del trabajador y conlleva la necesidad de cambiar de ambiente, de desplazarse, lo que necesariamente se traduce en un incremento notable de los gastos del trabajador, a la par que se mantienen los gastos ordinarios”, agrega.

  Estas vacaciones del 2016 van a estar signadas por el acrecentamiento de las preocupaciones e incertidumbres que plantean más empresas paradas, menos puestos de trabajo, más inflación, y el constante deterioro institucional y que en lo político se expresa en el fracaso del diálogo, afectando el presente y las expectativas para los proyectos de los trabajadores, sus familias y la sociedad toda, por lo que se dispone de unas vacaciones, pero sin vacacionar.

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