El tema es complicado porque atenta contra todo esfuerzo de convivencia productiva, por tanto un país con tan crítica situación en la provisión de bienes y servicios para su población, ya que es deficitario en la producción local y crecientemente dependiente de las importaciones, más bien ha de revisarse desde el más alto nivel, así como analizar y reconocer sus errores en la conducción de política económica, teniendo presente que se han destinado ingentes recursos, sin embargo cada vez se produce menos.
La frase “Empresa parada, empresa tomada” proviene de la Argentina de fines de los años noventa, en tiempos de crisis económica y de cierres empresariales, especialmente de pequeñas empresas que no podían mantenerse con los efectos de la política económica de entonces. Cierto que en este país, tenían algunos antecedentes de empresas autogestionadas, al final del gobierno de Perón en los años cincuenta. Pero muchos más casos emergieron en la etapa más reciente de fines de los noventa. Estudiosos del tema señalan de esta última etapa unas 50 empresa que abarcan 22.000 trabajadores directos y facturan anualmente más de 400 millones de US$ (http://webiigg.sociales.uba.ar/empresasrecuperadas/PDF/Abelli.pdf).
La experiencia en Venezuela con las empresas tomadas, ya sea porque estaban paradas, o en funcionamiento parcial o total, excede ampliamente el número de lo señalado para Argentina, tanto en cantidad de empresas, como de trabajadores, pero no en cuanto al monto de la facturación, más bien lo que hoy tenemos en nuestro caso son empresas subsidiadas, con muy contadas excepciones.
Los antecedentes de empresas que han sido sustraídas de los dueños originales, para pasar a manos del Estado, se ubican en el período chavista a partir del año 2003, que junto al 2002, fueron de espectaculares caídas de la producción a niveles de más del 10% en cada año. De ahí que muchas empresas se paralizaron.
Pero hemos de advertir que tanto esta primera oleada como otras en años posteriores, las empresas no pasaron a manos de su personal, ni tampoco fueron experiencias de autogestión de los trabajadores, sino que pasaron a ser gestionadas tanto a manos de burócratas vinculados con el partido oficial como de militares, por lo que los trabajadores tanto los profesionales, como los de mayor calificación en los procesos productivos de las mismas, no siempre jugaron un papel protagónico en la conducción de las mismas.
Hay que reconocer que para los trabajadores que inicialmente se plantaron y ocuparon las empresas en donde prestaban sus servicios, lo hicieron preocupados por los pasivos laborales que estas empresas tenían con ellos. Se trataba de prestaciones sociales, cajas de ahorros, beneficios y salarios no pagados. Posteriormente la preocupación fue más allá de esta primera postura defensiva, y se pasó a ocupar el establecimiento por la defensa del puesto de trabajo.
Tampoco el Gobierno se preparó para disponer de un sector de empresas recuperadas, no ocurrió con la primera oleada, del 2003 ni la ocurrido en años posteriores. Los móviles para la toma de empresas fueron diversos, en unos casos se apelaba a la soberanía alimentaria, en otros al carácter de estratégicas, y no pocas eran retaliaciones hacia sus dueños.
Los sindicatos fueron marginalizados de estos procesos. Más bien en la mayoría de las empresas tomadas, las condiciones de trabajo se vinieron a menos, dando lugar a incumplimientos de los convenios colectivos, y el desmejoramiento de los niveles de bienestar de los trabajadores. Por supuesto que se han presentado quejas de los dirigentes sindicales, pero los nuevos administradores responden a las directrices del alto gobierno, y no a los intereses de los trabajadores de la empresa gestionada, ni de su sindicato. Más bien en lo laboral, se fomenta que el sindicato sea un apéndice de la gerencia, y si no se presta a ello, se crean sindicatos paralelos.
Si se toma al pié de la letra, “Empresa parada, empresa tomada”, las mayores proporciones de casos, se ubican en el sector de las empresas que son gestionadas por el Gobierno. Al hacer un recorrido por empresas agrícolas, pecuarias, agro-industriales, centrales azucareros, torrefactoras de café, de productos lácteos, de bienes industriales, de productos metal-mecánicos, siderúrgicos, en fin, este inventarios de empresas tomadas por el Gobierno, y que hoy están paradas es amplio, multisectorial y en todo el país. Una verdadera tarea de los entes contralores -Poder Moral- es ocuparse de este derroche y señalar responsables, ya que la falta de comida y la parálisis productiva está especialmente en este sector.
Estas empresas ya fueron tomadas, y hoy están paradas, o también pueden estar en producción, pero generándole pérdidas a la Nación. Téngase presente que una empresa que no se sustente, es porque está subsidiada. Y ¿Quién la subsidia? Nosotros, los contribuyentes de impuestos. Recordemos que la principal fuente de recursos que mantienen al Gobierno, es lo que recauda el Seniat, de empresas, trabajadores y consumidores. Y acaso ¿tenemos alguna voz en este sector? No tenemos ninguna. Más bien además de subsidiarlas, nos hacen falta los productos que supuestamente debían de producir.
Finalizando, hay que tener presente que la política económica ha venido centralizando aspectos sensibles para el funcionamiento productivo, por lo que a la hora de analizar las causas de una parálisis de empresa, hay que considerar el papel que en ello han jugado las políticas públicas, en materia cambiaria y asignación de divisas, de fijación de precios, laborales, en infraestructura. Es irresponsable no verse a si mismo, cuando se manejan los ingresos petroleros, la recaudación tributaria, y todo el aparato burocrático que ha de estar al servicio del bienestar de la Nación, que pasa por contar con productos y servicios suficientes para la población.
Vistos los resultados con la gestion de las empresas en manos del Estado, la amplia mayoría de la población no ve con simpatías la amenaza gubernamental, a lo sumo que rinda cuentas de lo que no ha logrado con las que tiene bajo su responsabilidad. Lo dicho por el Presidente Maduro, “Empresa parada, empresa tomada” se le puede convertir en un boomerang.
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