martes, 27 de octubre de 2015

ESPEJISMOS EN AUMENTOS SALARIALES


 Estamos próximos a ver en el recibo o en la cuenta bancaria el depósito de un nuevo ajuste del salario mínimo; sería el cuarto del presente año. Recién anunciado este aumento, mas el del bono de alimentación, no percibimos el entusiasmo propio de este tipo de anuncio, y aún más cuando un alto porcentaje de los trabajadores lo que ganan es ese mínimo, más bien lo percibido fue lo contrario, es decir desgano e insatisfacción. Justamente, considerar este fenómeno es el propósito de esta contribución.

 Los aumentos de salario mínimo así como los aumentos genérales de salarios son masivos y tratan de compensar una situación de pérdida de poder adquisitivo. Destacamos que hace muchos años que no vemos un aumento general de salarios. El más reciente ocurrió hace 35 años -en 1980-, resultante de protesta de los propios trabajadores, que forzaron al gobierno socialcristiano de entonces con Luis Herrera Campins como Presidente de la República, a aprobar la medida. 

  En cambio los aumentos por convenios colectivos de una rama o de una empresa, ya tienen más que ver con las condiciones particulares de ese sector o ente productivo. También los aumentos individuales ya tendrían más relación con una política de gestión, que se relaciona con las calificaciones y el desempeño. Pero todos éstos incrementos, sean ajustes sólo nominales o aumentos reales, tienen relación con el trabajo. 

  Por cierto este ajuste del salario mínimo replantea lo niveles acordados en gran cantidad de convenios, porque las escalas sostenidamente se han venido achatando, dando como resultado que casi todos los trabajadores cubiertos están apenas ligeramente por encima del mínimo. 

 El que se hayan producido cuatro ajustes al salario mínimo en lo que va de año, puede llamar la atención, pero aún estos ajustes no logran resolver una situación inflacionaria, que fuentes confiables la ubican en mas de 180%. Lamentamos el papel al cual es sometido el BCV,  a quién no se le permite cumplir con esta función tan necesaria de llevar y publicar los índices. Preguntemos cuantas veces quienes ofrecen productos aumentan sus precios a lo largo del año, en una situación casi hiperinflacionaria, los mismos productos regulados que a lo mejor se revisan una o dos veces, el problema es que gran parte de la población se ve obligada a comprarlos en los mercados negros a precios sin control. Total, no hay aumento del salario mínimo, tan sólo lo que han habido son ajustes insuficientes con respecto a la inflación. 

  Sin embargo, aún reconociendo lo insuficiente de estos ajustas, también hay reconocer el precario funcionamiento de la economía nacional y la desintitucionalización reinante en la toma de decisiones fundamentales para orientar  no sólo la economía, sino en general la vida de la sociedad toda, es decir de los treinta millones de los que aquí vivimos.

  Un aumento o un ajuste como se entiende el presente caso, es un fenómeno que transciende al gobierno de un momento dado, ya que es un asunto que involucra de manera central al sistema productivo, entendiendo a los empleadores y a los trabajadores, así como a entidades del ámbito profesional y académico, por el conocimiento necesario para construir soluciones que van más allá de un ajuste en lo específico salarial, y de una categoría dada, como es la de quienes devengan el salario mínimo, que ya ajustado, es apenas una tercera parte de la cesta alimentaria y no llega a una séptima parte de la cesta básica.

 Si no se mira el ajuste en términos integrales, en forma sistémica, es decir como realmente funciona la economía, estos ajustes tienen entonces un efecto efímero e incluso hasta contrarios al propósito de mejorar las condiciones de quienes están en este segmento del salario mínimo; ya que no dejarán de que ciertos negocios cierren o se achiquen más de lo que están en este momento. 

 Por otro lado,  hay una realidad de parálisis productiva generalizada, tanto en el sector público como en el privado, nos encontramos con cientos de miles de trabajadores que están en nómina y no realizan mayores actividades productivas por el estado recesivo que vive la economía nacional. Un estimación de un -7 a un -10 en el PIB, es a lo que se apunta al cierre del año, que está a la vuelta de la esquina, es decir ya en lo poco que queda para cerrar el año no hay tiempo para detener esta tendencia recesiva, ni siquiera amortiguarla. Habrán decisiones complejas, delicadas, dolorosas y difíciles, que tocará tomar en algún momento para equilibrar el deterioro sostenido que vemos día a día. 

  Gobernar sin tener presente los criterios y las posiciones de los empresarios y de los trabajadores, sin el conocimiento científico universal al cual muchos venezolanos han accedido,  y al mismo tiempo manejar discrecionalmente los ingresos petroleros destinándolos a propósitos que no fortalecen nuestra capacidad productiva, y lo más grave, disponer de una  maquinista para imprimir billetes, elevando la liquidez exponencialmente con respecto a la disponibilidad de bienes y servicios, hace que un ajuste del salario mínimo o de cualquier otro, traigan más bien desgano y no motiven al esfuerzo productivo tan necesario. 

  Teniendo una situación generalizada de miles de centros productivos privados y públicos en parálisis o casi parálisis, estos ajustes parecen más bien expresión de políticas de asistencia social, sustentadas en la impresión de dinero inorgánico, y en un pretendido efecto electoral, vista la cercanía de las elecciones parlamentaria. 


  Es la ejecución de tareas productivas, lo que le da sentido al trabajo, y es lo que da orgullo y fuerza a una población, y así también poder ser parte de las decisiones de su esfuerzo productivo, por la vía de sus organizaciones y de instituciones democráticas en donde se participe sin discriminación, es por ahí por donde ha de verse la cuestión salarial y laboral, para que no sea un espejismo.

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