La revolución bolivariana -RB- y el movimiento de los trabajadores organizado en sindicatos no se la han llevado muy bien. Téngase presente el peso e influencia de la CTV en los gobiernos de la etapa precedente. Por tanto los partidos en el poder de entonces junto a la cúpula sindical fueron señalados por el liderazgo de la revolución bolivariana, como enemigos a combatir. En ese sentido la RB ha sido coherente y consistente. Véase
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La emergencia de la RB es de raíz militar. Ya sabemos que la vida militar es la antinomia de la vida sindical. En la primera predomina la jerarquía, obediencia y el cumplimiento de las ordenes superiores, en cambio en la segunda ha de predominar el debate, la asamblea y con ello la toma de decisiones.
Luego a la raíz militar de la RB, en el camino se le agregaron factores civiles ligados a la izquierda, aquella que en el ámbito sindical había sido derrotada con el avasallante poder del Estado; la ocurrida en la primera mitad de la década del sesenta, en cuyos primeros años dio lugar a la división de la CTV. En las décadas siguientes la izquierda no logró un espacio importante en el ámbito sindical. La porción de un respetable tamaño que nació de la división de inicios de los sesenta, gradualmente fue perdiendo el espacio que tuvo en su nacimiento. Así que su peso en el mundo sindical año a año se reducía.
Más bien un movimiento renovador igualmente de la izquierda, aunque sin el sustento del marxismo, emerge a mediados de los setenta en la zona de Guayana - el grupo Matancero- y se extendió medianamente al centro del país, y es el que logra inquietar a la tradicional cúpula cetevista; a tal punto que sin mediar pudor alguno la cúpula puso en práctica brutales acciones intervencionistas que violaron principios elementales de una organización democrática, generando severas críticas a la CTV. La revista Resumen dirigida por Jorge Olavarría, dedicó varios números a analizar a esta organización y difundió ampliamente sus imperantes prácticas burocráticas. Todo esto abono el terreno para que en 1982, se produjera la intervención por parte del gobierno socialcristiano de su principal instrumento de apoyo financiero, como era el Banco de los Trabajadores de Venezuela -BTV-.
Asi que la RB accede al poder con la ventaja de encontrar que su criticismo a la cúpula del movimiento sindical, coincidía con lo que amplios sectores de adentro y de fuera del movimiento sindical venían exteriorizando. Pero es importante clarificar el criticismo. Por un lado observamos aquel dirigido a la búsqueda de combatir prácticas no democráticas, tales como el sectarismo, el burocratismo, la subordinación partidista, la corrupción, la rigidez de las estructuras de toma de decisiones y de renovación electoral. Esta corriente crítica apunta a la superación de estas desviaciones, y con ello fortalecer el movimiento sindical, muy necesario y urgente ante el agotamiento del modelo sustitutivo y la emergencia de la deriva neoliberal que muestra señales de aspirar imponerse desde los años ochenta.
Pero el criticismo que nos trae la RB apunta en otra dirección. No distingue entre el sindicalismo en sus cúpulas por un lado, y el de las bases por otro. Véase que tanto en las sesiones de la Asamblea Nacional como en la llamada asambleilla, que quedo funcionando en el lapso que va entre el fin de las sesiones de la Asamblea por la conclusión de su mandato y la publicación de la nueva constitución, se observa la aprobación de varias disposiciones que en los años siguientes han mostrado lo perjudicial que ellas resultan para el movimiento sindical.
Citamos para simplificar la disposición de mayor perjuicio para el sindicalismo en todo el lapso de la RB, como es haber colocado en manos de un ente externo la cuestión electoral sindical, el Consejo Nacional Electoral. Un órgano estatal administrado con criterios sesgados, que obstruye un desarrollo autónomo del movimiento, sustrae la esencia de la libertad sindical. Por lo demás es conocido que esta intromisión colide con convenios de la OIT aprobados por la República y plenamente vigentes.
Estas intromisiones y el ejercicio de una abierta política antisindical levantaron inquietudes y con ello en un primer momento se pudo observar una cierta recuperación del movimiento sindical, también luego de ocurrida la puesta a un lado de muchos de los dirigentes tradicionales que habían perdido el contacto directo con las bases y difícilmente lograrían salir victoriosos en la esperada renovación sindical. Digno de reconocer que ante las perspectivas sombrías de renovación del viejo liderazgo, deciden admitir las exigencias de una reforma estatutaria que impone la elección directa de todos los cargos sindicales.
La continuada política laboral restrictiva e interventora en los asuntos sindicales que ha caracterizado a la RB, logra otro importante galardón con el articulado sobre relaciones colectivas de trabajo incorporado en el Decreto con rango y fuerza de Ley Orgánica del Trabajo, los trabajadores y trabajadoras -DLOTTT-. Este instrumento cuyo origen mismo es objeto de reservas por el procedimiento seguido para su construcción y aprobación, y que en su versión final emergen sorpresivamente un conjunto de disposiciones que el país no llegó a conocer previamente, y que la mayor parte de ellas están dirigidas a fortalecer el ya alto grado de intervención estatal en las Relaciones Laborales, y muy especialmente en el ámbito sindical. De ellas, es extremamente interventor el establecimiento del Registro Nacional Sindical, cuyas implicaciones y funcionamiento están creando malestar y del cual nos ocuparemos en próximo artículo.
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@hl_lucena
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