Una de las debilidades de las organizaciones sea con o sin
fines de lucro, es la carencia del trabajo en equipo. Partimos de considerar
que toda organización tiene componentes económicos, ya que emplea tiempo y
capacidades humanas, y si es algo más sofisticada requiere de instalaciones,
equipos o materiales, que tienen un valor de adquisición o reposición, así como
experimentan un desgaste por el uso e incluso por el mismo tiempo inactivo.
El trabajo
en equipo es entendido en la perspectiva de perseguir fines determinados que
son del consenso de quienes participan de la organización. Contar con un norte
definido, transparente, sin ambigüedades, que quienes en él participan lo entienden
claramente, y tienen conciencia de su papel en esa organización. Que todos son
necesarios en tanto apunten en la dirección reconocida como el norte de la
organización.
La
integración del equipo va de la mano de la solidaridad entre los miembros, e
incluso se expresa más allá de ellos.
Cuando en las organizaciones los intereses individuales se imponen por
encima del interés colectivo que une a los adherentes, se introduce un elemento
que va a entrar en contradicción con la solidaridad. Por supuesto que el
interés colectivo no es una imposición externa, es más bien la construcción de
los que forman parte de la organización, no es una idea abstracta, ni proviene
de la imagen de un caudillo, es por el contrario la construcción de un
colectivo que hace, coopera, actúa, reflexiona, aprenda, analiza, debate,
revisa debilidades, confirma fortalezas, y en su ámbito logra un reconocimiento
sustentable y efectivo.
Al invocar
la sustentabilidad se impone considerar que una organización para logar los
propósitos que enunciamos en este artículo, debe disponer de una necesaria
autonomía que no la haga pieza subalterna de intereses ajenos a sus propósitos.
Es importante tener presente que aquellas organizaciones que logran un cierto
éxito en su funcionamiento, se hacen atractivas para intereses muy diversos que
pueden colidir con los genuinos que han determinado una trayectoria asertiva.
Los
beneficios que se derivan al ser parte de una organización deben ser justos con
relación a los aportes. Unos beneficios que no guarden relación con el aporte,
con las contribuciones, con las responsabilidades asumidas y cumplidas, dan
lugar a injusticia. Es un germen de malestar.
Los diferenciales de ingresos o beneficios entre los participantes han
de estar razonados, que el que recibe menos reconozca por que otros reciben
más. Existen organizaciones que fijan
retribuciones iguales para todos. Son excepcionales, pero sí ellas se mantienen
y cumplen sus objetivos es porque han alcanzado la magia de la justicia y la
equidad. Son casos de una madurez excepcional.
Atender los
problemas y buscar sus soluciones es un quehacer cotidiano de cualquier
organización. Ignorar los problemas, genera desgaste y posterga conflictos y
dificultades para más adelante. Por ello, el tiempo y la energía que se
invierta en atender los problemas de funcionamiento es vital para la
continuidad y permanencia de la organización.
Otro
elemento neurálgico en el quehacer de las organizaciones es el de la jerarquías.
Bien sabido es que desde hace algunas pocas décadas ha venido reconociéndose la
ventajas de achatar las organizaciones, para disminuir las jerarquías y
permitir más fluidez entre los distintos niveles de la organizaciones. A más
achatamiento menos jerarquías. El riesgo al que temen quienes ven en el
mantenimiento de las jerarquías más ventajas que dificultades, es la pérdida de
control y disciplina.
Hemos
apuntado a este tipo de problemas en la vida de las organizaciones porque en
los últimos quince años se han venido ensayando como expresión de las políticas
públicas, diversas organizaciones para
atender los asuntos productivos, y un tipo de organización es sucedido por otro
sin que se conozca medianamente la experiencia que se sustituye y el por que no
es posible mantenerla. Importante destacar que la pretensión de organizaciones
sin jerarquías, de trabajo con significado, de vinculación con la comunidad,
han sido una constante en la retórica que sobre ellas se divulga.
Vivimos
colapsos de los equipos directivos de las organizaciones que la nación ha
puesto en manos del gobierno, para que cumplan fines que interesan a la
sociedad. En las últimas semanas hemos visto que se cambian equipos completos
en las empresas básicas como Sidor, Ferrominera, el holding CVG, otras empresas de este ente, Corpoelec, Industrias
Diana, Agropatria, Alimentos Lácteos Los Andes. En estas empresas se han
ensayado experiencias cooperativas, de empresas de producción social, de
empresas de propiedad social, de control obrero, de cogestión. Se ha pasado de
un modelo a otro, y luego de fracasos, se dejan de lado y nadie rinde cuentas
de las razones de la incompetencia. Todos perdemos, seguramente alguien ha
ganado, pero el país, los consumidores y la amplia mayoría de los trabajadores pierde
con tanto fracaso continuado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario