El salario es la retribución que recibe el trabajo por su
aporte a la actividad productiva, por tanto en las empresas de producción de
bienes y servicios es un costo de producción. Si se trata de empresas
manufactureras, generalmente es un costo menor al lado de las materias primas y
otros insumos necesarios para producir. Igual vale para las empresas del sector
comercio, en donde el costo más elevado es la adquisición de los productos para
comercializarlos. Por su lado en las empresas de servicios, el porcentaje del
precio de la fuerza de trabajo en el costo del servicio es un tanto mayor.
Por su lado, las materias primas
y los insumos necesarios para producir están generalmente indexados al ritmo de
la inflación, salvo los casos de bienes
y servicios regulados. No pasa lo mismo
con los salarios, los que apenas en su nivel mínimo experimenta la revisión
anual. Per no hay revisión anual del resto de los salarios. Hay que tener
presente que los salarios mínimos deben ser referenciales, son la puerta de
entrada a la actividad productiva, y no como lugar de estadía para trabajadores
que llevan años de prestación de servicios. Por ello el número de trabajadores
en el nivel del salario mínimo es según lo señalan voceros oficiales es de 3
millones.
En cuanto a las categorías
superiores en materia de ingresos, más de cinco millones de personas están en la
informalidad y otros cinco millones del sector formal que
representan el 72,14% ganan hasta
dos salarios mínimos, y solo el 27,8% de la población formal ocupada
hasta el segundo semestre de 2012 gana más de tres salarios mínimos, según análisis a partir de los datos del INE
(http://www.elmundo.com.ve/noticias/economia/politicas-publicas/solo-27-8--de-los-formales-ganan-mas-de-tres-salar.aspx#ixzz2VdqpcbDo).
En los
entes estatales no hay políticas salariales para los niveles que están por
encima del salario mínimo. Esta revisión queda en manos de las demandas que
formulen los propios trabajadores a través de sus organizaciones. Sin ellas, el
desbalance y asimetría entre empresas y trabajadores hace inviable una presión
para la revisión. Además la revisión es la que se realiza vía convenios
colectivos, que suelen tener una vigencia de dos o tres años. Pero en los
últimos años, esta revisión ocurre con intervalos mucho más largos, ya que los
convenios se vencen y se toma un prolongado tiempo para renovarlos. Cuestionamiento
a las propias organizaciones representativas de los trabajadores es uno de los
recursos más utilizados por el patrono estatal. Si las organizaciones son
sumisas, los problemas son menos complejos para el lado patronal.
En tanto
haya fluidez en los procesos de negociación colectiva, se abre la posibilidad
de construir una política salarial bipartita, es decir resultante de las negociaciones,
ya que el hecho de negociar abre la posibilidad de administrar conjuntamente.
El problema que se nos presenta es que la fluidez negocial ha sido
obstaculizada con la misma política laboral gubernamental. La interferencia
mayor resulta del afán estatal de controlar las organizaciones sindicales. Todas las regulaciones sobre materia sindical
que emergieron en el período bolivariano, han estado orientadas a interferir la
autonomía sindical. De ahí se ha derivado que los usualmente más de un mil convenios
colectivos negociados y firmados anualmente, en el lapso que va de los años
setenta a la primera mitad de los noventa, ahora resulta que en los últimos
doce años apenas alcanzan a la mitad.
Consecuencia
de lo anterior se vino abajo la política salarial de revisión periódica en
plazos conocidos y respetados. La institución de las negociaciones colectivas
vive su peor momento en las entidades donde el estado es el patrono. Para la
magnitud de lo que este problema representa en perjuicios para los trabajadores,
si se quiere la conflictividad no ha sido proporcional. Esto se explica por la
fragmentación sindical derivado de la política gubernamental, que lleva el
número de sindicatos a cerca de ocho mil, sin organizaciones sólidas de segundo
y tercer grado, y la mayoría de ellas con autonomía restringida por la
interferencia del patrono estatal.
Este
escenario crítico para las negociaciones se agudiza con las dificultades de
funcionamiento, de caja, de recursos financieros, de producción, de anarquía
gerencial en general, lleva al patrono estatal a proponer hacer un borrón de
los compromisos contractuales históricos, conquistados con un gran esfuerzo por
las organizaciones de los trabajadores en materia de beneficios de apoyo para
la reproducción misma del desgaste de su fuerza de trabajo. Es decir beneficios
en materia de salud, previsión social, educación y capacitación, vivienda y
recreación. Todas áreas sensibles para los trabajadores.
Es cierto
que en todas estas áreas de apoyo a la reproducción del trabajo, el Estado
tiene deberes con la ciudadanía. Sin embargo, generalmente las conquistas
contractuales en estos temas suelen ser de mejor calidad que los servicios
públicos equivalentes.
Cuando el
patrono estatal propone el llamado salario social, hace largas décadas que los
trabajadores ya lo tenían. Véanse los contenidos de los convenios colectivos, y
se puede afirmar que eran más voluminosos y detallistas en los beneficios
sociales que en los temas del propio proceso
y organización del trabajo. Pero resulta que como todo esto se ha venido
deteriorando por incumplimiento patronal, ahora emerge la propuesta de un tal
salario social, o también unos convenios colectivos socialistas, que pretenden
ser impuestos por el patrono estatal aprovechando la interferencia acumulada en
los medios sindicales, vía regulaciones, política laboral y restricciones.
2 comentarios:
Profesor, sigo con atención sus reflexiones, especialmente sus artículos relacionados con el conflicto laboral universitario. El sallario es un elemento sensible y observo con preocupación como las negociaciones se han enrarecido en los últimos días tanto por la dilación que impone el gobierno para la toma de decisiones en ese sentido, como por el poco compromiso que existe en dialogar desde el reconocimiento al que piensa diferente, doctrinariamente hablando.
Se ha asumido como punto de honor, hablando específicamente de salario, lo poco que gana por ejemplo un profesor universitario y realmente el cerco que se le ha planteado al sector es enorme ¿Cómo negociar en condiciones aceptables si no se le otorga crédito al interlocutor? ¿por qué la representattividad gremial está tan resentida en estos momentos que no permite acuerdos unánimes para solicitar reivindicaciones justas? (Paro Académico de Universidades ¿mito o realidad?)
¿Qué hacer con los sindicatos paralelos (afines por lo general a la ideología del poder central) que se constituyen incluso en las empresas privadas y que desconocen los principios básicos de la lucha sindical, sustentada en la autonomía para exigir acuerdos y mejoras en materia laboral?
Muchos saludos y le agradezco la oportunidad.
Saludos Solange:
Interesantes sus planteamientos.
Realmente las negociaciones entre autoridades de la educación superior y el gremio docente dejaron de funcionar hace varios años. Un lado no ha querido oir al otro, concretamente el gobierno ha evadido la relación con Fapuv. Al interior de las universidades la relación autoridades - asociaciones de profesores han mantenido intercambio, pero con el proceso de centralización continuada de las decisiones sobre aspectos económicos, la relación determinante es la que ha de ocurrir entre autoridades centrales gubernamentales y gremio.
El salario se ha venido deteriorando porque se ha dejado de cumplir con las normas de homologación, y tampoco se ha implementado un mecanismo alterno.
Sobre las organizaciones paralelas, bien lo dice Ud, la autonomía sindical es esencial para un lucha gremial autentica.
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