Se
abre un nuevo ciclo con la nueva Ley Orgánica del Trabajo, los Trabajadores y
las Trabajadoras –LOTTT-, recién entrada en vigencia en este Mayo del presente
año, lo que plantea expectativas en cuanto al fenómeno enunciado. ¿Continuará
el descenso o estancamiento de las convenciones colectivas? O se puede pensar
en una reversión de estas tendencias.
Ese
es el dilema planteado. Hay que destacar que “Vencido el período de una
convención colectiva de trabajo las estipulaciones económicas, sociales y
sindicales que beneficien a los trabajadores.. continuarán vigentes hasta tanto
se celebre otra que la sustituya..” art.
435 Lottt-. Se quiere destacar que el alcance y desarrollo de las convenciones
colectivas es entendido en tanto sean negociados fluida y efectivamente los
convenios en la oportunidad que se vence el período de su vigencia. Nos
encontramos ahora que hasta el convenio colectivo petrolero, que por muchas
décadas fue el referente nacional por su fluidez en el proceso de negociación
así como por su contenido avanzado, hoy resulta que es un proceso complejo,
enlentecido, opaco y polémico.
Otro
tanto ocurre en la negociación de
convenio colectivo que por varias décadas era otro ejemplo y referente
nacional, se trata de la negociación entre Sidor y Sutiss. Varios son los
acuerdos de condiciones de trabajo negociados entre estos actores laborales que
representaron un avance en las relaciones de trabajo del país, véase http://hectorlucena.blogspot.com/2010/06/participacion-en-los-beneficios.html
Hoy
el convenio colectivo de Sidor-Sutiss tiene dos años vencidos y aún no se han
iniciado las negociaciones entre las partes. Veánse que las dos principales
empresas productoras estatales, como son Pdvsa y Sidor han entrado en estancamientos
en sus procesos de negociación.
Una
economía con una inflación de carácter crónico, no puede ignorar la revisión y
modificación de las condiciones de trabajo al menos anualmente, porque estaría
siendo injusta y lesiva con la población laboral asalariada. Una inflación de
un dígito, como es común en los países latinoamericanos en los últimos años, no
se ha alcanzado en Venezuela desde 1985, cuando la inflación marcó 9.13%.
Destacándose además que en las tres décadas que van desde 1950 a 1979, el índice
inflacionario normal era de un digito, y tan sólo en dos años, de esos treinta
dorados como le llama la literatura, la inflación alcanzó los dos dígitos,
los años 1974 (11%) y 1979 (20%), coincidentes con los dos fenómenos más
notorios por su impacto en los precios petroleros a nivel mundial en todo el
siglo XX, como fueron el embargo petrolero árabe derivado de la guerra contra
Israel y el apoyo de países de Occidente,
y luego la caída del Sha de Irán.
Hay
que tener presente que los precios de los bienes y servicios de consumo
familiar se mueven a un ritmo más frecuente, incluso en aquellos rubros que
están controlados. Son realmente muy contados los precios de bienes básicos que
experimentan un precio constante a lo largo de un prolongado período, como es
el caso único de la gasolina, que como es evidente el gobierno, su proveedor
monopólico, teme revisar su precio
y prefiere optar por mecanismos sutiles de racionamiento, que de paso también
levantan su malestar.
Por
el lado de Sidor, buena parte de su disminuida producción, que apenas ha
alcanzado en su mejor momento en estos años de re estatización – del 2008 para
acá-, un 50% de lo que se producía bajo la dirección del grupo transnacional
italo-argentino de Techin, es destinada para programas gubernamentales y
vendida a precios por debajo de los costos reales. Lo que indica que son los
trabajadores de Sidor, afiliados o no a Sutiss, quienes financian programas
sociales gubernamentales. A cambio de ello, se produce un estancamiento o
retroceso en sus condiciones de trabajo.
No
dejamos de reconocer que también ha ocurrido cierres de empresas que restan
población cubierta por las convenciones colectivas, así como empresas que se
han achicado disminuyendo su población laboral, en no pocos casos tercerizando
actividades que son transferidas a empresas de menor tamaño sin convenios
colectivos.
Estamos
por concluir el primer trimestre de vigencia de la nueva Lottt, y aún no se
observan señales que favorezcan la reactivación del mecanismo más conocido por
los actores laborales para revisar, adecuar y mejorar sus condiciones de
trabajo, como son los convenios colectivos. Lo más grave de la situación es que
no se observan mecanismos de dialogo efectivos para la revisión y reorientación
de esta política laboral, que al menos en lo tratado en esta contribución no es
nada progresiva sino más bien regresiva.
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