domingo, 29 de julio de 2012

EL FIN DEL TRABAJO O EL TRABAJO POR CREARSE Y AJUSTARSE




En el marco de nuestra actividad académica en el programa de Estudios del Trabajo, prestábamos atención a planteamientos sobre el fin del trabajo. Se trataba de una sesión que apuntaba a intercambiar sobre el futuro del trabajo y sus actores.

El debate sobre el fin del trabajo es de origen europeo. El documento base con el cual se abrió la discusión proviene de Julio C Neffa, Investigador del Ceil –Argentina- ,  quién introduce el tema a partir del siguiente párrafo:

Desde la emergencia de la crisis de los años 1970, el deterioro del nivel de empleo consistente en altas tasas de desempleo que permanecen a lo largo del tiempo (histéresis), planteó el problema de si el trabajo asalariado, -tal como se manifestaba entonces-, era una necesidad humana de carácter antropológico, que tenía una esencia permanente o si, por el contrario, se trataba simplemente de una mera categoría histórica, que tendría solo tres siglos de vida y que por tal causa actualmente está sometida a un proceso de cambio acelerado que a término lo conduciría progresivamente a su extinción..”  (“Presentación del debate reciente sobre el fin del trabajo“, en “Trabajo del futuro. El futuro del Trabajo” Edit. Clacso).

        Además, lo anterior viene a cuento por el hecho de que se estaban terminando los índices ocupacionales que configuraron el estado de pleno empleo en esas sociedades, que venían manteniéndose por el lapso de treinta años, los llamados dorados y gloriosos.

       El autor adopta la sistematización de la literatura sobre el fin del trabajo, de E de la Garza, que introducen el tema del fin del trabajo por alguna de estas tesis:

1- La decadencia de la industria en relación con los servicios y el cambio en la estructura de las ocupaciones, y el incremento de la heterogeneidad de los trabajadores con repercusión en sus normas, valores y actitudes.
2- Fin de la centralidad del trabajo en el conjunto de las relaciones sociales, en particular en cuanto a la conformación de identidades colectivas. Se trata de "la fragmentación de los mundos de vida".
3- La pérdida de la importancia del trabajo se relaciona con su función de generador de valor.
4- La crisis del trabajo es un problema político, resultado de una lucha que la clase obrera perdió desde los ochenta (debido a los cambios en el régimen de acumulación y a la crisis sindical).

En torno al estado de pleno empleo, nosotros apenas si vimos algo parecido por pocos años entre el primer boom petrolero, el de 1974, y el segundo, el de 1979, pero ya con el término de éste, se nos acabo la fiesta del empleo.

        La importación de recursos humanos fue una característica de la llamada Gran Venezuela de esos años, aparte de la apertura amplia de nuestros aeropuertos y fronteras para la llegada de grandes contingentes de latinoamericanos y caribeños, muchos de ellos expulsados política o económicamente de los regímenes autoritarios en un buen contingente de países del Cono Sur y de los Andes.

Terminó el breve lapso del pleno empleo, y por otra parte nos quedamos con un excedente de fuerza de trabajo, que incentivó y agudizó la búsqueda de soluciones de alguna manera o como fuera a la necesidad de obtener ingresos. Esto alimentó el empleo informal, que en un principio no era necesariamente precario, sólo que la condición de informal la daba el estar fuera de la tutela laboral, más que todo, ya que la misma cobertura de la seguridad social era limitada incluso para la misma población del sector formal.

Con el tiempo la informalidad alcanzó dimensiones cercanas al mismo porcentaje de la formalidad. Y por otro lado la precarización se fue diseminando, ya sea por la no aplicación de la tutela laboral, por la ausencia de la seguridad social, por los limitados ingresos que no alcanzan para la cesta alimentaria, por la falta de estabilidad en los empleos, por la necesidad de aceptar empleos que no se corresponden con las calificaciones de las personas.

         Hoy,  en un país como Venezuela el cuadro del empleo y de las condiciones de trabajo es dramático. Por nuestra parte, analizando y comprendiendo nuestro contexto,  no nos ubicamos en la posición del fin del trabajo, ni siquiera en la del fin del trabajo asalariado, como situación que explica el mundo del trabajo nacional. Hay enormes desajustes en el desenvolvimiento de esta dimensión. Si bien las tasas de desempleo no lucen alarmantes (entre el 7 y 8%), lo que ha de mirarse es el alto nivel de la informalidad, que incluso continua midiéndose con criterios superados (ver http://hectorlucena.blogspot.com/2011/08/la-informalidad-real-y-oculta.html),  y la precariedad generalizada, además de observarse que los sectores que mejores condiciones de trabajo mostraban, han venido perdiendo beneficios y retrocediendo en su calidad de vida.

        Al lado del hecho que damos oportunidades de trabajo a muchos países que nos venden lo que importamos, por ser una economía que exporta un producto, y por otro lado importa casi todo lo que lo necesita. Incluso ya estamos viendo que importamos productos y servicios no transables (educación, seguridad, salud, trámites públicos, vivienda, entre otros), pero por convenios con otros países, hoy es observado una alta población laboral procedente de los más diversos y remotos países, que ocupan empleos que debieran de ocupar los nacionales. Con este esquema, el trabajo por crearse es inmenso. Todo dependerá del modelo de desarrollo que se adopte.



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