Considerando que el planteamiento formulado en nuestra contribución anterior requiere algunas ampliaciones, vamos a continuar con su desarrollo.
La formación sociolaboral refiere a el conjunto de temas y saberes que van a permitir que la dirigencia y los trabajadores tengan acceso a temáticas de interés para su agenda reivindicativa en el espacio productivo, pero que también incluya los conocimientos necesarios para el manejo de las entidades de producción y servicios en donde se ejecuta el trabajo. No se puede desvincular las aspiraciones a una mayor participación en la distribución de los beneficios – masa salarial y ganancias del negocio- en donde se aportan esfuerzos, sino se vincula con la producción y todas sus dimensiones, que como es evidenciado representa la base de lo que al final ha de distribuirse. Entonces a la dimensión distribución, que es la formación tradicional, poca por cierto salvo contadas excepciones, ha de agregársele la dimensión producción.
El otro elemento central en la formación sociolaboral es la que corresponde a la dimensión redistribución. Se trata de responder a preguntas ¿qué se hace con el producto que se elabora, y que se hace con los aportes al Estado en los diversos tributos que se le entregan?, que está bien que claro que son resultantes del esfuerzo de los trabajadores. Por tanto la formación incluye al Estado y el mercado, tanto en sus funciones y organización. Tener elementos para saber dar respuesta a lo planteado en la muy famosa frase: tanto mercado como sea posible, tanto estado como sea necesario.
Sintetizando los dos planteamientos anteriores, se señala entonces que la formación sociolaboral refiere tanto a lo sindical tradicional como a lo relativo al contexto laboral, social, económico y político en donde se desenvuelve la acción sindical en interacción con Estado, Capital, Comunidades y otras fuerzas sociales económicas y políticas.
Se tiene claramente entendido que el hecho trabajo da lugar a producción, que se traduce al final en bienestar y poder. Véase el caso de China, la multiplicación de su capacidad productiva la hace ser hoy la segunda potencia económica en el mundo, y contar con las mayores reservas económicas, proceso vertiginoso desarrollado en apenas los últimos treinta años. Para entonces era como hoy el país con mayor población en el planeta, y que además contaba con un ejército y un poder nuclear de primer mundo, pero por el contrario su producción de bienes y servicios era del tercer mundo tanto en cantidad como en innovación tecnológica. Todo ello resultante del trabajo, y su conjunción con el poder político.
Una precisión importante de lo planteado sobre la dimensión producción en la formación sociolaboral, es que ella no sustituya la formación profesional necesaria para el alcanzar el nivel adecuado para desempeñarse en un oficio, así como luego su ampliación, actualización y perfeccionamiento. Ambas formaciones son complementarias.
Sobre la formación profesional, desde 1960 existe el Instituto Nacional de Cooperación Educativa –Ince-, que recién -2008- cambio su nombre al Inces, al agregar la palabra socialista. Su trayectoria en las primeras cuatro décadas fue exitosa en aquellos programas dirigidos a la formación profesional. Al cambiar al status actual bajó su desempeño en ese campo y se orientó a servir de apoyo al nuevo modelo, lo que implica un componente importante de formación ideológico político que refuerza los planes gubernamentales.
El peso que tenían los representantes de los empresarios y de los trabajadores en el diseño original se vino a menos. Recordemos que era una organización que se concibió para ser dirigida en un esquema tripartito. A pesar de la presencia en la junta directiva de representantes laborales de la central más representativa y del gremio de los maestros, la formación sindical y la sociolaboral no fueron parte de la agenda de este instituto.
Hoy por el contrario, el Inces vive una situación laboral controversial, ya que con sus propios funcionarios –más de catorce mil- mantiene una situación laboral tirante, al punto de no negociar un convenio colectivo que lleva más de dos años vencidos, incluso el asunto ha sido llevado al comité de libertad sindical de la OIT, agregándose al planteamiento el fomento del paralelismo sindical, que en el fondo es una postura antisindical y violatoria de los convenios sobre ese particular suscritos por la nación venezolana.
Este organismo ha pasado por varios ministerios a lo largo de los últimos años, decisiones por cierto desvinculadas de las voces de representantes de organizaciones vinculadas con la producción, y recién se le adscribe al Ministerio de Ciencia, Tecnología e Industrias Intermedias. El mismo Presidente de la República manifestó “Vamos a darle un perfil más técnico”.
domingo, 4 de diciembre de 2011
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2 comentarios:
En efecto, Dr. Lucena, reciéntemente decía la Ministra del Trabajo que se estaba reuniendo con cuatro de las cinco centrales que hacen vida en el país, lo cual me pareció interesante el rescate del diálogo entre el Gobierno y las Centrales. Parece entonces que hay un "renacimiento" y ojalá no sea por el tema electoral.
Saludos Diego: estemos atentos a ver q sale de esto. Espero nos veamos sem próxima
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