La riqueza otorgada por la naturaleza -lo que la economía clásica identifica como el factor tierra-, junto a capital y trabajo constituyen los factores básicos de producción con los cuales se logran los bienes y servicios necesarios para el consumo social.
La nación venezolana devino en el siglo XX en un país predominantemente minero, el petróleo en primer lugar, y luego el hierro y otros minerales, todo gracias a la generosidad de la naturaleza, aunado a la importancia que estos productos han tenido en la vida moderna.
A estas alturas del desarrollo de la humanidad se puede advertir que ningún país en la faz de la tierra, logra alcanzar un bienestar importante por la pura tenencia y explotación de estos recursos primarios. Ni siquiera aquellos que lo hacen plenamente con sus propias empresas y recursos tecnológicos. Así que las llamadas ventajas comparativas, por sí sola no representan la clave del bienestar y estabilidad económica. A estos productos primarios toca desarrollar actividades de transformación que le aumenten el valor de uso y de cambio, y ese es el reto que tenemos por delante.
Le brindamos primacía al factor Trabajo como clave del desarrollo; entendiéndolo en una dimensión amplia, que va desde el trabajo operativo, el trabajo obrero, hasta el trabajo gerencial y directivo. Todo acompañado del sistema de ciencia y tecnología, en donde tienen lugar fundamental las instituciones capacitadoras y académicas formadoras de las calificaciones a todo nivel, y las instituciones que profundizan en la adecuación, transferencia y la búsqueda de conocimientos y saberes.
Por supuesto, dado que somos un país minero por la generosidad de la naturaleza, toca a partir de ahí, construir la plataforma que ha de servir de pilar para el desarrollo sostenible e independiente, en el entendido de la normalidad de los intercambios propios de las relaciones entre los países, por los mecanismos de integración y complementación.
Si petróleo, hierro y aluminio han de servir al desarrollo, habría que manejar las actividades productivas en estos campos de una manera ejemplar y modélica. Si de esos sectores han de salir los recursos que le extraemos a la naturaleza, propiedad de la nación, para convertirlos en productos comercializables en el resto de la economía del país y en el mundo, no se concibe que actualmente estas empresas estén altamente endeudadas y con problemas de funcionamiento, que incluso comprometen con financistas extranjeros gubernamentales y privados, su presente y futuro. Todo comprometiendo la soberanía nacional.
Por ello el funcionamiento de las empresas primarias y de los sectores básicos, reciben la atención preferente y vigilante de la sociedad. Y lo que más se vigila es el funcionamiento de factor Trabajo, pero entendido desde sus niveles directivos hasta la más sencilla actividad laboral.
En la historia de las sociedades que alcanzan los más altos niveles de bienestar y estabilidad, su elemento clave ha sido el factor Trabajo. No basta la riqueza tierra o naturaleza. Hay que convertirla a base del trabajo y del capital en productos, que mientras más trabajo y conocimiento tengan, más valor adquiere y brinda más bienestar a la sociedad que lo genera.
Ese ha sido el desafío del siglo XX, y persiste en este inicio del siglo XXI, para la sociedad venezolana y para toda América Latina. Aquí cabe invocar que el factor Trabajo conlleva construir los esquemas y acuerdos, que hagan de él un elemento decisivo y constructivo en la búsqueda del la producción y el bienestar.
En los acuerdos y esquemas que orientan el desarrollo del factor Trabajo, juega papel determinante el factor ética y valores. La cultura del trabajo se viene a menos si no se construye y mantiene una ética en el ejercicio laboral desde el nivel más alto.
Los tropiezos y escándalos ocurridos frecuentemente en las empresas estatales que atienden los sectores mencionados, de no ser atacados ejemplarmente corroen la cultura del Trabajo, y seguiremos dependiendo de la más pobre de las riquezas, como es basar la sostenibilidad económica en la explotación minera.
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