Venezuela Bicentenaria ha celebrado en el último año dos fechas constitutivas de su nacionalidad, el 19 de Abril y el 5 de Julio. Recogen dos procesos promovidos por elites civiles que luego dieron lugar a una cruenta guerra que terminó diez años más tarde en el Campo de Carabobo. Sin embargo las elites militares continuaron sus campañas bélicas independentistas en los países andinos, hasta bien entrada la tercera década del siglo XIX.
Lo anterior nos conduce a destacar que el siglo XIX estuvo muy marcado por lo militar. Por un lado, una larga guerra independentista. Notablemente más larga y costosa que la de países que rápidamente lograron un mayor desarrollo socioeconómico que Venezuela, tales son los casos de Argentina, Uruguay, Brasil, Chile. Luego un siglo XIX que testificó una gran cantidad de conflictos armados en el interior del país. Agregándose el consenso que predomina entre los historiadores en considerar que en Venezuela el siglo XX empezó en 1936, con el fin de la dictadura de J V Gómez, por el dique que representaba este régimen para el desarrollo cívico.
Todo ello dando lugar a inestabilidad y dificultades para la construcción de una nación. Entre 1830 y 1936, Venezuela tuvo diez y ocho Constituciones Nacionales. En los últimos setenta y cinco años (1936 a la fecha), el país ha sido regido por seis Constituciones; siendo la de 1961, que estuvo vigente durante treinta y ocho años hasta 1999, el más largo y estable período en la historia constitucional de la República. Se deduce que este hecho contribuyó en cierta medida a brindar mayores oportunidades para el desarrollo institucional del país.
La estabilidad institucional es condición necesaria para el desarrollo de los procesos productivos, por tanto en las primeras décadas del siglo XX, el país ofrecía una estructura productiva atrasada. La economía venezolana se caracterizaba por ser exportadora agropecuaria. Los rubros más importantes de exportación y factores
dominantes en la balanza de pagos eran café, cacao y ganado vacuno. Tales actividades daban ocupación y modestos ingresos a un porcentaje sustancial de la población activa venezolana.
La actividad agropecuaria se caracterizaba por ser técnicamente atrasada, uso de instrumentos y métodos de trabajo rudimentarios, baja productividad, con una estructura de tenencia y explotación de la tierra bajo formas latifundistas, lo que determinaba unas relaciones de trabajo precapitalistas. Para los volúmenes de producción el campo estaba sobrepoblado, con una productividad mínima.
Cuando hablamos de la existencia de regímenes precapitalistas en el campo, referimos específicamente al régimen del peonaje y del campesinado.
Aunque los peones eran trabajadores libres, esta relación laboral que incluye a la familia, que incorpora una reducida superficie de tierra, el pago en especie de la remuneración o en todo caso en vales o fichas que sólo tenían poder adquisitivo en la hacienda, todos estos elementos establecen una relación de dependencia del peón con respecto a las tierras de su amo y anula su libertad; a esto debemos sumarle el progresivo endeudamiento del trabajador.
Obviamente no estamos en presencia de relaciones de producción capitalista. Se trata de una heterogénea figura que admite parcialmente el salario, pero simultáneamente se observan elementos típicos de la servidumbre y algunos vestigios del esclavismo.
Coexistiendo con el régimen del peonaje, existen los campesinos arrendatarios. Sus relaciones de explotación con los propietarios de la tierra se hacen sobre la base de la renta-trabajo, renta-especie y renta-dinero. Se trata de tres diferentes manifestaciones del régimen del latifundismo.
En el primer caso la explotación se fundamenta en la obtención por parte del latifundista de trabajo gratis, a cambio de la concesión de un reducido lote de tierra para el campesino con su familia, para que lo trabajen y subsistan. El segundo caso se trata de compartir el producto resultante del trabajo del campesino, sistema también denominado medianería, y el tercer caso la renta-dinero, se trata de pagar un determinado canon de arrendamiento al propietario de la tierra. Este régimen constituye el menos atrasado de los descritos y tiene su mayor auge al iniciarse el ausentismo latifundista.
Venezuela tiene ochenta años de explotación y exportación de petróleo, que le han brindado la oportunidad de desarrollarse. También se han modernizado y han nacido otras actividades productivas. Ciertamente el país de los años veinte y treinta del siglo pasado es otro al que hoy tenemos. Aunque la dominación de la monarquía española ya no existe, en este Bicentenario persisten dependencias muy importantes que no se han logrado vencer y superar. Además de celebrar, se impone reflexionar sobre las carencias y precariedades que como sociedad persisten.
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