Al sindicalismo se le señala críticamente su falta de unidad y dispersión. Conviene mirar hacia atrás para entenderlo. Del otro lado, de los empresarios, este no es un problema relevante en los señalamientos a su organización gremial.
En anterior entrega, se señaló que la estructura sindical con la cual nació el movimiento sindical venezolano, la establecida en la Ley del Trabajo de 1936, impuso un modelo que fragmentaba y atomizaba a los sindicatos. Se puede señalar que fue una concesión, pero con el costo enorme de sus consecuencias. También el procedimiento establecido para la constitución y registro de un sindicato fue altamente intervencionista, dándole al gobierno suprapoderes en la concesión del registro. Dos plomos en las alas de un incipiente movimiento.
Con el devenir del tiempo estas dos negativas características se consolidaron, y se acompañaron de otros fenómenos, destacándose la partidización subordinadora del movimiento; y con ello la subordinación a los estamentos que estén en un momento dado controlando el Gobierno. Es verdad que el movimiento sindical no puede estar ajeno a las construcciones y proposiciones, de los modelos de desarrollos políticos y económicos hacia donde ha de dirigirse la sociedad. Pero ha de tener identidad y propuestas propias.
En América Latina, en tiempos de crisis del sindicalismo, como resultante principalmente de las transformaciones de los modelos productivos experimentadas en los ochenta y los noventa, que restringieron la creación de los empleos tradicionales, que implicaban grandes aglomeraciones de trabajadores con contratos a tiempo indeterminado, sustituyéndose por reestructuraciones, descentralización y deslocalizaciones productivas, en muchos casos con privatizaciones, en donde los empleos se redujeron y perdieron calidad; en todo este desarrollo, el único movimiento sindical que muestra una continuada ascensión en el fortalecimiento de su estructura tanto en el plano productivo como en el ámbito global de la sociedad, ha sido el movimiento de los trabajadores brasilero, fundamentalmente el organizado en la CUT -Central Unica dos Trabalhadores-. En este movimiento destacan como características claves, primero una estructura sindical por ramas industriales o sectoriales (antídoto contra la fragmentación y atomización), segundo un movimiento con proyectos propios en lo productivo, y más allá, es decir en propuestas y programas de desarrollo económico-social y político (antídoto contra las concesiones subordinantes). No es por azar, que el partido gobernante es el PT -Partido de los Trabajadores-, nacido al calor y con el auspicio de la CUT.
Retomando el caso venezolano, el tema de la estructura en los setenta y cuatro años que van de 1936 al presente, no ha sido posible dar el salto a una estructura sindical de ramas productivas. Algunos esfuerzos en momentos de ascenso y movilizaciones, como en 1958-59, y luego en el año 1980, permitieron al menos abrir un debate desde las bases que reconocieron la importancia de superar el modelo sindical dominante, como es de empresa. De paso, este es el modelo que ha promovido el neoliberalismo, ya que es más frágil y de menor capacidad de acción. Es importante un alerta, ya que un aglutinamiento sindical impuesto, como una concesión estatal, puede resultar tan perverso como la misma fragmentación de hoy. Este es un fenómeno que ha de nacer del propio movimiento.
Paralelismo del Siglo XXI
Al momento de realizarse las elecciones sindicales impuestas por el gobierno bolivariano en el 2001, fueron registrados 2.900 sindicatos. Pero en los años subsiguientes se han registrado otros 5.000 nuevos sindicatos, agravando el problema de la estructura. Además hay que destacar que no se trata que estos nuevos sindicatos, estén organizando a segmentos laborales nuevos, que antes no hayan tenido organización, sino lo más perverso, son sindicatos que surgen en donde ya estos existen.
Ahora, hay que preguntarse el por que de este fenómeno. Primeramente no es un fenómeno proveniente de las bases, no es autónomo ni genuino. Es impuesto, dada la perversa intervención gubernamental característica del modo atrasado como funcionan las Relaciones de Trabajo en el país. Se evidencia al observar que el propio Ministerio del ramo –Trabajo- se fija metas de registro sindical. Es así que se fijó para el 2007: 637 a nivel local y 20 nacionales. Meta cumplida. Para el 2008: 1016 nivel local y 42 nacionales; y para el 2009: 898 y 66 respectivamente. Por otro lado, con miles de sindicatos adicionales, presenciamos una disminución alarmante de los convenios colectivos, así como de pérdida de conquistas históricas, temas muy importante para tratar en otro momento.
domingo, 5 de septiembre de 2010
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