Cada vez es más inusual que se pueda tener un empleo estable y bien remunerado. Lo primero es más viable que lo segundo. La estabilidad puede ser forzada por la aplicación puramente de regulaciones y la vigilancia de autoridades, pero también puede ser de otra mejor manera como cuando el empleador y la entidad productiva permite las posibilidades y la viabilidad para ofrecer condiciones estables de empleo y remuneraciones.
En los entes públicos la situación es diferente, la estabilidad deja de existir si se mantiene públicamente una posición de oposición o de discrepancia. Esto se entiende como parte de una cultura autoritaria que administra los empleos al servicio del Estado como empleos al servicio de la parcela política gobernante, y que por tanto se puede desde esas esferas decidir sobre el ingreso, la permanencia y el término de la relación de trabajo de los trabajadores, independientemente de la antigüedad acumulada, de la calidad y responsabilidad en el ejercicio de sus funciones.
En ese orden, en los últimos meses se han vuelto a repetir situaciones penosas para funcionarios y trabajadores al servicio del Estado venezolano, quienes haciendo uso de derechos constitucionales han sido objeto de amenazas y atropellos por parte de personeros y funcionarios de mayor jerarquía, que han determinado procedimientos para impedir el ejercicio de derechos y en casos más extremos el despido arbitrario, con el agravante de no tener a quién apelar para que con autonomía trate el caso, para estos trabajadores no existe administración del trabajo, ni administración de justicia.
Lo de tener un empleo bien remunerado si resulta en estos tiempos muy excepcional. Y no tiene solo que ver con el desempeño del trabajador, ni tampoco con la organización del trabajo, ni con la conducción de la empresa, tiene más que ver con factores externos al centro productivo que provienen del contexto, y por tanto la empresa y su personal son receptores de consecuencias que no determinan.
Es por ello que la revisión salarial es un asunto que demanda analizar varios factores, en primer lugar el costo de vida, tanto en salarios como en productos necesarios para las familias y junto con ello la permanencia de la fuente de trabajo. Hay que mirar el costo de la canasta alimentaria y de la normativa. Verla en el momento de la revisión, en el reciente pasado y estimarla para el futuro inmediato. Y para estas estimaciones en los tres tiempos, ha de existir una metodología compartida por los reguladores (gobierno), empresas y trabajadores, en la que se consideran diversas formas de ajustes y sus mecanismos de financiamiento, entendido que es con mayor producción y productividad como son sostenibles los incrementos.
Por supuesto que una revisión salarial, no es ajena a otros factores del quehacer económico en donde se ubica la política salarial. Necesario asegurar condiciones para que las empresas funcionen en su quehacer productivo, que tengan recursos o accedan a ellos para sus materias primas, equipos de trabajo, mercado para sus productos, y relaciones estables y justas con su personal. Reglas claras y certidumbres. Lo contrario genera incertidumbres o aún peor dificultades para cumplir con las remuneraciones justas y el empleo estable.
Hacer publicidad destacando que en los últimos tres lustros se ha incrementado el salario mínimo en 30 ocasiones, no es un indicador que revele una política salarial exitosa, ni siquiera razonable. Refleja que no se ha logrado la estabilidad salarial para que trabajadores y empleadores funcionen regularmente en cuanto al precio de la fuerza de trabajo. Estas intervenciones estatales niegan a los actores de la producción, quienes no cuentan con autonomía para el ejercicio de una política de remuneraciones acorde con sus esfuerzos y posibilidades.
Igualmente, destacar que el salario mínimo es una política del ejecutivo que beneficia directamente a más de diez millones de trabajadores que devengan este monto, es un abierto fracaso. El salario mínimo es para el ingreso a la actividad de trabajador dependiente. Que luego de adquirir una cierta experiencia y conocimiento, ha de pasar a un nivel mayor de remuneración, mantenerlo en el salario mínimo sólo aplica para trabajos que no demandan ningún conocimiento específico o experiencia de tiempo dada.
El sentido común que se aplica en una empresa, cabe igual en una familia; en un hogar se administra un presupuesto de ingresos y egresos. El funcionamiento familiar implica acuerdo entre todos los miembros, con la conducción de los adultos, en quienes recae la mayor responsabilidad para que los ingresos y egresos se equilibren; y si no fuera posible se toman decisiones, se identifican planes y estrategias para ir resolviendo.
En una empresa se tiene a los propietarios, a los gerentes y a los trabajadores. Se administran ingresos y egresos. Hay que responderle a los tres componentes internos. El papel del Estado es vigilar que esto funcione, que se produzca para el mercado por un lado, y que se cumpla con los trabajadores por el otro; y que se paguen los impuestos y las tasas correspondientes.
Pero también el Estado es productor, tanto de bienes como de servicios. Los ciudadanos requieren tener mecanismos para exigirle el cumplimiento de sus funciones. Por ello los poderes públicos han de ser independientes del Ejecutivo, es decir gobierno. Los poderes Legislativo, Judicial y Ciudadano deben tener autonomía e independencia del ejecutivo, de lo contrario no hay control en quién administra los ingresos de la nación, y además maneja los activos de todo orden que pertenecen a la República.
En la presente situación del país los ciudadanos, tanto actuando como trabajadores o como empresarios, no tienen la posibilidad de ejercer control en los actos del gobierno, es una condición esencial para que se pueda construir una política salarial. Resulta una simplificación pretender resolver el problema salarial al margen de la producción y de los actores laborales, y que solo por vía de decretos de aumentos salariales y bonificaciones, la calidad de vida del venezolano podrá revertir el deterioro sostenido que lleva luego de varios años de recesión y de alta inflación.