jueves, 7 de mayo de 2015

Gobiernos y el Día Internacional del Trabajador


El Día Internacional del Trabajador, y obviamente de el Trabajo, da lugar a distintas maneras de conmemorarlo  o celebrarlo como expresión de las distintas posiciones en torno a como se considera el papel del movimiento de los trabajadores en el funcionamiento de la sociedad.



  Hay que empezar por destacar que el simbolismo de este día lo valoran los trabajadores en nuestro país, al menos lo más politizados, desde hace casi ochenta años. Por cierto que al inicio, el bolivarianismo del Presidente Eleazar López Contreras promovía que se celebrara el día del trabajador en la fecha del natalicio de Simón Bolívar. Lo que trajo choque con los líderes de las incipientes organizaciones de los trabajadores de entonces, que sí tenían razonado porqué el día internacional de los trabajadores era el 1 de Mayo y no otro. De ahí que con la oposición del gobierno de entonces y los riesgos implícitos empezaron los trabajadores organizados a realizar sus actos en su propia fecha, como una protesta en si misma.



  En tiempos de otro Presidente militar, el dictador Marcos Pérez Jimenez, su afán de control no dejaba de lado el día del trabajador por lo que el propio Ministerio del Trabajo asumía su organización y disponía desde el contenido de la alocución radial hasta los detalles del desfile de los sindicatos (Memorias del Min.Trabajo 1953). Los sindicatos oficialistas rendían culto al Presidente Pérez Jimenez.



   Con el paso de los años este día adoptó una institucionalidad que por un lado de conmemoración se pasó a celebración, es así que casi todos los convenios colectivos incluyen al menos una cláusula que menciona aportes para estos actos. También es destacable que desde principios de la década del sesenta los actos no han permitido una celebración unitaria de todo el movimiento organizado de los trabajadores. En buena parte de la historia han habido hostilidades de unas corrientes contra otras, hoy se mantienen. Estas hostilidades no siempre nacen en el seno del movimiento sino que frecuentemente han sido estimuladas desde otros actores con los cuales se relaciona el movimiento, como son partidos, entes estatales y empresarios.



 Quienes dirigen el estado y particularmente el Poder Ejecutivo de la República se han aprovechado de esta fecha para que en vez de ser las organizaciones de los trabajadores el centro de los actos pasan a ser las autoridades gubernamentales. Temas tan sensibles como los salariales y otros de política laboral estratégicamente se deciden y anuncian desde la Presidencia de la República justo este día, y sirven de cierre para el desfile de los trabajadores, en el fondo es un acto busca la sumisión de los trabajadores al gobierno. Por otra parte, por doquier hay uniformes, brigadas, milicias, creando una ficción de guerra solapando los genuinos problemas de la clase trabajadora y sus organizaciones, que experimentan un manifiesto deterioro de su bienestar y calidad de vida. Estos desfiles adquieren un carácter que nos recuerda los de los países de Europa del Este en los años de la guerra fría hasta los años ochenta, hasta cuando nació el sindicato Solidaridad en Polonia y empezó a germinar una nueva historia en la relación movimiento de los trabajadores y el poder.



  Los temas salariales y de política laboral que son por principio de naturaleza bi y/o tri partita, han devenido en los últimos años en materia mono partita, es decir temas de absoluta decisión del Poder Ejecutivo, ni siquiera ya del Estado en sus diversos poderes públicos. Las negociaciones salariales del salario mínimo eran tripartitas en el marco de la Ley Orgánica del Trabajo, es decir de 1990 en adelante, pero aún vigente este texto hace años que pasaron a ser decisión absoluta del Poder Ejecutivo, y con el Decreto con rango y fuerza de Ley Orgánica del Trabajo, los Trabajadores y Trabajadoras, se dejó fuera la consulta y negociación con los actores laborales. No hay mucho que celebrar en este día del Trabajador, pero sí mucho que reflexionar y revisar.

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