El año 2002 es sin duda uno de los más turbulentos en la historia venezolana contemporánea. En abril y diciembre ocurrieron fenómenos que aún hoy siguen presentes como fantasmas en el discurso político. Oiga Ud a un alto funcionario gubernamental y verá que ambos hechos estarán en su comentario. Son mencionados como culpables de las dificultades del proceso de desarrollo. Algo así que si no hubiesen ocurrido, hoy estaríamos en una situación material mucho mejor. Del lado opositor, hay señalamientos de las desviaciones, de las traiciones, del retroceso y de la oportunidad perdida.
En síntesis los hechos de abril, la destitución y la reinstalación del Presidente, y los de diciembre, el paro petrolero y algo mas en otros sectores, que se extendió por sesenta días, siguen siendo acontecimientos que exigen de la atención y del análisis. Es cierto que la persistencia del ambiente de polarización aún no lo facilita. Mucho menos en tiempos electorales.
Pero por un momento, imaginemos una comisión de la verdad con una integración plural, con amplias facultades para la investigación de los hechos. Impensable en este momento. Recuerdo se mencionó en el debate parlamentario realizado inmediatamente recuperada la normalidad, en el mismo Abril 2002. Pero no paso nada.
La paralización de las instalaciones petroleras – diciembre 2002- es mencionado como parte de un salvaje sabotaje, y ello es utilizado para execrar y estigmatizar a los despedidos de esta industria –cerca de 20.000 personas-. Incluso se asoman costos de los daños, y con ello se niega la restitución de haberes de estos trabajadores. Daños han de haber ocurrido, en toda paralización en una industria de proceso continuo es un hecho inevitable.
Igual han de haber ocurrido daños a partir del manejo de esas instalaciones por personas sin la suficiente competencia, reclutadas precipitadamente para contrarrestar un paro, que no contaba con un plan de contingencia. Aunque es importante reconocer que una buena proporción de jubilados en los segmentos más operativos se reincorporaron y jugaron un papel clave. Pero evaluar estos daños es un asunto confuso, y por ahora es unilateral.
Hay que recordar que este paro de Diciembre del 2002, fue promovido inicialmente por los gerentes, y luego se plegaron algunos sindicatos. Y es digno de destacar que la industria petrolera contaba para entonces con un historial exitoso de manejo de conflictos laborales, así como la implementación de planes de contingencia puestos en práctica por los mismos gerentes, pero que en esta inédita ocasión eran la vanguardia de los huelguistas.
Pero toda historia la cuenta con más altisonancia el vencedor. El vencido carga no sólo con la derrota del momento, sino con las acusaciones en el discurso cotidiano del vencedor. La historia está incompleta.
Con respecto a las consecuencias para el movimiento de los trabajadores, el pasado año por esta misma fecha elaboramos y divulgamos http://www.hectorlucena.blogspot.com/2011/04/11-de-abril-de-2002-costos-historicos.html
En esa oportunidad afirmamos que la participación del movimiento de los trabajadores en estos hechos opositores, significó una contundente derrota. El movimiento estuvo detrás de otras fuerzas cuyos propósitos no eran coincidentes con los suyos. El movimiento hizo el trabajo más difícil, enfrentar al gobierno, movilizar a los afiliados, para que finalmente surgiera de súbito un gobierno de facto con una composición ajena a los intereses del movimiento.
Además el movimiento perdió la energía que había acumulado en hechos que le fueron favorables, como la conducción de la huelga petrolera de septiembre del 2000 por la firma del convenio colectivo. El otro hecho a su favor, fue la apatía con la cual la población trató la iniciativa gubernamental del referéndum sindical, diciembre 2000; apenas se alcanzó una participación electoral del 22%. Durante el año 2001, varias movilizaciones de calle mostraban un movimiento de los trabajadores vigoroso y en recuperación. Para entonces la movilizaciones sindicales opositoras eran masivas y en proceso creciente.
La década transcurrida del 2002 a hoy, muestra un grado de fragmentación del movimiento que ofrece enormes debilidades. Buena parte de la energía del liderazgo sindical es consumida en las contiendas inter facciones. Es conveniente recordar que la fragmentación del movimiento, ya no sólo responde a las diversas corrientes ideológicas y políticas que hacen vida en el movimiento sindical, sino que han de agregarse otras expresiones organizativas estimuladas oficialmente para el ejercicio de la representación de los trabajadores.
Confiamos que en algún momento podamos oír la voz de todos los involucrados en estos acontecimiento y así aproximarnos a la verdad.
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