sábado, 28 de enero de 2012

LAS RELACIONES DE TRABAJO: HACIA DONDE HAN IDO

Cerca de la otrora apacible Bejuma en el estado Carabobo, un grupo de ciudadanos se presentaron en una obra civil para una empresa procesadora de alimentos, con el fin de buscar empleo. Un hecho natural y normal en el mercado laboral. Los desempleados buscan empleo. Además los empleos en el sector de la construcción disfrutan de un buen convenio colectivo.


Lo que nos lleva a detenernos y reflexionar sobre el presente caso (reportado en Notitarde el día 27-1-12, así como en http://www.entornointeligente.com/articulo/1219769/Desur-aprehendio-a-supuestos-sindicalistas-con-armas-rss-27012012?utm_source=twitterfeed&utm_medium=twitter), es que los más de veinte desempleados se presentaron acompañados de seis sindicalistas, quienes intentaron ingresar de manera violenta en la obra en construcción.


La oportuna intervención de la Guardia Nacional Bolivariana retuvo a treinta personas para verificar identificaciones y finalmente quedaron seis detenidas – los “sindicalistas”-. Es destacable que todos estaban armados y que de ellos, uno tenía orden de captura, otro estaba en régimen de presentación, y otros tres tenían denuncias por distintos delitos en la policía de investigaciones.


Señalan las autoridades militares que la pretensión del grupo invasor, era intimidar a los trabajadores de la obra y a los encargados de esta, para que dejaran sus puestos y posteriormente ocuparlos. En este caso se reúnen varios fenómenos laborales mezclados con otras áreas, como la inseguridad y la militarización.


Por un lado es notoria la dificultad del mercado laboral, que lleva a la confrontación directa, violenta y armada en la búsqueda de empleos. Luego se observa un tipo de intermediación entre oferta y demanda, liderada por un tipo de sindicalismo constituido por personas para quienes la institucionalidad le es inexistente. Lo que nos obliga a interrogarnos sobre el papel de la Administración del Trabajo. Evidentemente, se le ha venido escapando de las manos ejercer su papel de garantizar el desempeño normal de las relaciones entre empresas y trabajadores, con motivo de las actividades productivas.


La ausencia de la Administración del Trabajo, en vista de la violencia presente en los centros de trabajo, especialmente en los del sector de la construcción, la llena entonces el sector militar (La Administración del Trabajo de la Civilidad a la Militarización http://hectorlucena.blogspot.com/search?q=la+militarizaci%C3%B3n ). En la medida que se continúe con esta intervención, el papel de la Administración del Trabajo va disminuyendo, y otro tanto pasa con las propias organizaciones de los trabajadores. Evidentemente un retroceso institucional en el ámbito de las Relaciones de Trabajo.


Por supuesto que no se puede dejar de mencionar en el análisis de situaciones como esta, que se vienen repitiendo en distintos lugares del país, la intervención estatal en la vida sindical. Un intervencionismo deformante y abusivo, ya que no es papel del Estado el introducirse en la vida interna de los sindicatos, sea para favorecer a unos y/o dificultar a otros. El que las autoridades de la Administración del Trabajo y de los Entes estatales se conviertan en partes en las relaciones empresas-sindicatos, trae consigo deformaciones. A las organizaciones de los trabajadores se les sustrae su autonomía. Igual criticismo es aplicable cuando esa misma intromisión proviene del patronato privado.


Una de las deformaciones más graves del intervencionismo estatal en la vida interna sindical, es la imposición de los jefes sindicales, o al menos poner al servicio de amigos los recursos institucionales que debían de ser imparciales. Al final los jefes impuestos confían en la relación con las autoridades como mecanismo de legitimación, y no tanto en la relación y aprobación de las bases, ni tampoco en los nuevos logros reivindicativos y el mantenimiento de los existentes.


Esto se manifiesta en las organizaciones de base, aquellas beneficiarias del estimulo estatal promotor de nuevas organizaciones sindicales, en donde ya las había y por tanto multiplicando su número, trayendo como consecuencia al ejercicio sindical la improvisación de dirigentes, tanto en conocimientos del área laboral como en la consistencia ética, que viene dada por la militancia y constancia en el proceso de ascenso y construcción de liderazgos genuinos.


Hoy, todo lo expuesto le ha hecho un enorme daño al genuino sindicalismo. Por eso lo deformante de la intervención estatal. La imagen de lo sindical, además de sus conquistas históricas la construye también lo negativo, como son los procesos de mercantilización de empleos y del ejercicio de la representación, tan extendido en el sector de la construcción.


Quienes promueven nuevas formas de representación, ayer apenas los delegados y los comités de prevención, así como las organizaciones depseudocooperativas, sobreviviendo con obstáculos. Pero que en lo inmediato dirigen su mirada hacia otros experimentos, como el control obrero y los consejos de los trabajadores, están eludiendo analizar y admitir las deformaciones de políticas públicas que han contribuido a deformar las formas de representación de los trabajadores.

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