sábado, 27 de noviembre de 2010

INSTITUCIONALIDAD LABORAL EN CRISIS

La crisis de la convivencia en nuestro país sigue creciendo. Pugnacidad por doquier. Protestas por miles a lo largo del año que está por terminar. De ellas más de un tercio son de naturaleza laboral. El próximo 9-12-10 conoceremos los datos que recopila Provea, en su informe que cubre desde fines del pasado año hasta octubre del presente, pero informe parciales nos permiten manifestar lo afirmado.

En la difícil convivencia laboral la peor evidencia se observa en el exterminio de sindicalistas del sector de la construcción. Pero también hay casos en otros sectores, como petróleo, automotriz, entre otros. La magnitud entre el 2005 y el 2009, alcanzaba a cerca de doscientos asesinatos. La vasta mayoría son jóvenes dirigentes, delegados con pocos años en el quehacer sindical.

Téngase en cuenta que de los dos mil setecientos sindicatos existentes para el 2001, cuando se celebró el censo sindical previo a las elecciones impuestas como derivación del polémico referéndum que obligó a los sindicatos a celebrar elecciones subordinadas al CNE, se pasa en el año 2009 a siete mil. Tal crecimiento es artificial. No responde a procesos autónomos del movimiento de los trabajadores. Intereses ajenos se hicieron presentes, y promovieron el llamado paralelismo sindical, facilitando estos procesos de registro.

De las tantas consecuencias de este crecimiento artificial, una de ellas fue que se le dio carácter de dirigentes a trabajadores y activistas sin la preparación y el conocimiento de este campo, dando lugar a un ejercicio sindical cada vez más basado en la amenaza y la fuerza, con el agravante de contar con apoyo de los organismos públicos de este ámbito. Así mismo en el marco legal que constituye la nueva institucionalidad, el empoderamiento a diversas figuras representativas, pone en escena a varios actores que se pelean los espacios de representación.

Resultado de lo anterior los espacios productivos son escenarios de la acción de múltiples figuras que dicen representar a los trabajadores, y también la representación de las comunidades se hace presente en estos espacios. Por supuesto que la actividad productiva está sumamente resentida por todo esto. Pero el hecho más complejo, viene por la dificultad de convivencia no sólo entre patronos y trabajadores, sino entre diversas fracciones o segmentos de estos últimos. Por supuesto que no afirmamos que este cuadro se extiende a todos los espacios productivos existentes en el país, pero si cabe afirmar que un porcentaje importante lo evidencia.

En el marco de lo descrito, es donde se ubican los doscientos jóvenes dirigentes caídos hasta el 2009, en casi todos los casos por manos que se desconocen, ya que las autoridades poco investigan y nada dicen. Lo ven tan normal. Se pregunta uno, será que todo es funcional a que se agudice la situación, y con ello se profundiza la mala imagen y el desprestigio de las organizaciones de los trabajadores.. “déjalos que se maten..” Sería deseable debatir esto con quienes tienen responsabilidades en esta materia.

Como referente, cabe mencionar que al pasado 20 de octubre en Buenos Aires, en el marco de una protesta, hubo confrontación intersindical, y un militante de una corriente minoritaria fue asesinado –Mariano Ferreyra-, incluso no era un trabajador activo, estaba desempleado y participaba de una protesta por reinserción laboral, al día siguiente la Central de Trabajadores Argentinos –CTA- convocó a un paro nacional, y en los Ferrocarriles hubo un paro nacional de una hora, no obstante que en este servicio domina el sindicato la corriente sindical a la cual pertenecen los primeros acusados. A los pocos días, la Presidenta C Fernández de Kirchner se pronunció sobre el asunto, comprometiéndose a las investigaciones necesarias. Al cabo de un mes, ya hay seis detenidos. Sirva esta reseña, para que se compare con el poco valor de se da en nuestro país a la vida y a la institucionalidad.

Pronto conoceremos el informe anual de Provea, y seguiremos leyendo la inercia de las autoridades en estos casos. Continuará la descomposición de los ambientes laborales. Más familias llorando a sus victimas. La capacidad productiva se seguirá resintiendo. La convivencia se hará más difícil, y por supuesto menos productos y servicios suficientes para mejorar el bienestar de la sociedad.

Quisiéramos un compromiso de los poderes públicos, con empresarios y fuerzas diversas del mundo sindical para detenerse en este tema.

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