lunes, 1 de julio de 2019

EL TRABAJO DEL FUTURO EN UN PAÍS EN EMERGENCIA



El trabajo del futuro es motivo de múltiples debates en ámbitos académicos, gubernamentales y de actores del mundo laboral. No es para menos dado los impactos de los profundos avances  tecnológicos en primer lugar,  los cambios demográficos en segundo lugar y el continuo crecimiento de los trabajos de cuidado de personas.

  También corren ya viejos debates con énfasis sobre el futuro del trabajo, cara más vinculada sobre la cantidad de empleos posibles de ser creados para la oferta de personas.

 La OIT en su centenario 1919-2019, ha atendido preferentamente este fenómeno, de ahí que su Comisión mundial sobre el trabajo del futuro ha publicado el informe “Trabajar para un futuro más prometedor” que viene generando impactos. A su vez, en el nivel regional el Banco Interamericano de Desarrollo publicó “El futuro del trabajo en América Latina y el Caribe ¿Una gran oportunidad para la región?”. 

 Pero no en todos los países este debate tiene lugar, aunque si en la gran mayoría. En nuestro caso venezolano, el debate no adquiere importancia ni relevancia porque hay otras urgencias. La crisis política y sus consecuencias económicas coloca al país en el centro de problemas que han dado lugar a que el trabajo ha perdido reconocimiento y valoración, al extremo que se le remunera con cantidades que cubren apenas el 3 o 5% del valor de la canasta alimentaria. 

  La política social intenta llenar este profundo déficit con la venta de alimentos a precios subsidiados, que llega a un 50% de la población. Se trata del programa CLAP (Consejos Locales de Abastecimiento y Producción), sin monitoreo ni rendición de cuentas ante ninguna instancia, y administrado con visibles sesgos partidistas.

  Los salarios están en niveles de pobreza extrema, es decir menos de dos dólares diarios. Las transacciones en nivel de detallistas en un 40% se realizan en $US (Ecoanalitica),  a tal punto que es común que en el sector privado formal, cada vez más se paga una parte de la remuneración en esa moneda. 

  En la segunda ciudad del país, Maracaibo, el gremio de los comerciantes afirma que un 18 % de afiliados, la totalidad de sus operaciones las realizan en $;  el 82% realizan sus operaciones en más de un 50%. En cuanto al pago de su personal un 79% lo realiza en $, y un 17% paga a la totalidad de su personal en esa moneda. A los proveedores en un 77% se le paga en divisas. Dolarización de facto extendida (Cámara de Comercio de Maracaibo, Junio 2019).  

  Los salarios más elevados en los niveles profesionales del sector público no pasan de 30 $US mensuales, cuando se calcula que para una familia de 4 personas se requieren sólo en alimentos 350 $US mensuales (Ecoanalitica).

 Los últimos seis años consecutivos de decrecimiento ha achicado la economía a menos de la mitad de lo que representaba en el 2012. No hay inversiones productivas ni privadas ni públicas. Viene ocurriendo un continuo drenaje de capital venezolano hacia lugares más seguros, sin entrar en los montos inimaginables de la corrupción de personeros del régimen y sus testaferros igualmente enviados al exterior. Capital succionado vía depredación de nuestros recursos y del trabajo de las personas que sostienen lo que queda del sistema productivo.

Esto ha determinado una emigración que ya alcanza los 4.5 millones de personas, y continúa aumentando. Esto representa hoy a nivel mundial, la mayor emigración de un país. Destacando que en Venezuela hay una crisis política, pero no hay una situación de guerra ni de desastres naturales, por supuesto que el estado de desastre ha de mencionarse y reconocerse, y ¿de dónde proviene?.

Obviamente con los registros que muestra la economía y el estado de la población, provienen de un modelo político-económico que lleva años destruyendo el tejido productivo y con ello el trabajo humano. 

  Los profesionales de los más altos niveles académicos formados con el apoyo de programa de becas promovidos por el Estado y otras organizaciones nacionales, quienes asistieron a  importantes universidades extranjera; así como también, en las universidades venezolanas de mayor trayectoria brindaron a sus profesores,  oportunidades de hacer estudios y pasantías en centros académicos del primer mundo y de algunos países de nuestro mismo nivel de desarrollo. Son de estos segmentos los que experimentan la mayor pérdida de ese capital humano, recurriendo a la emigración. Lo que plantea enormes desafíos para la recuperación del tejido productivo, la infraestructura de servicios esenciales y los centros de formación. 

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