viernes, 23 de junio de 2017

DE PARALIZACIÓN PARCIAL A HUELGA NACIONAL



 Históricamente paralizar actividades es un recurso para ejercer presión. La huelga, el paro, el cese, no son un objetivo terminal sino un medio para un fin. Es un recurso al que se llega porque se han utilizado otros sin alcanzar logros suficientes para las aspiraciones de quienes las promueven. 

La situación más común del uso de la huelga es en el medio laboral. Las empresas existen en primer lugar para producir bienes o servicios, y de ahí se derivan beneficios, compras, empleos, salarios, impuestos. Es un encadenamiento del cual un determinado centro de trabajo es una pieza que se mueve junto a otras, conformando todo un entramado. Su paralización tiene efectos en ella y en el entramado, lo que refiere tanto a personas naturales y jurídicas. Los efectos serán mayores o menores, según el bien o el servicio que deja de producirse y lo que el mismo significa en cuanto a sus implicaciones en otros sectores o actividades. Por tanto a más productiva una sociedad, un sector o una empresa, se resiente más una paralización.

 El análisis lleva a plantearse cuan productiva es la economía de una sociedad dada, referimos no enfatizando cuanto consume, sino cuanto produce para si y para exportaciones. Aquí vemos que el país ha venido perdiendo producción. Ha venido produciendo menos, y en tanto los precios fabulosos del barril petrolero lo permitieron no se resentía abiertamente esa disminución de la producción, ya que se importaba cada vez más. 

  En estos últimos cuatro años, se produce menos, bajan los ingresos, se mantienen o aumentan los compromisos como deudor, todo ello ha venido conduciendo a que gradualmente se ha venido paralizando el aparato productivo. La política gubernamental ha dado lugar a resultados que han hecho disminuir el total de la producción en un tercio. La economía es un tercio más pequeña, no obstante que la población crece y demanda más productos y servicios. Entonces, visto en perspectiva nacional hay crecientemente situaciones de parálisis, es por ello que frecuentemente se observa que tal o cual empresa no ha recibido insumos que provienen del exterior, o que si son nacionales quienes lo producen en alguna parte del proceso consume insumos importados. Un tercio menos del PIB, es un estado de calamidad. Solo pasa en países en situación de desastres, sea por razones provenientes de desajustes de la naturaleza, estados de guerra, o este nuevo caso que ofrece la experiencia  venezolana.  

  A la baja de un tercio de la economía del país, es importante matizar que los sectores de la economía real de bienes transables ha disminuido un tanto más que aquella que se expresa fundamentalmente en servicios públicos, cuya medición viene dada por los montos de las remuneraciones, que si bien han venido reduciéndose. Pero la reducción ha sido no sólo en estos sectores sino en todas las actividades productivas del país.   

 También hay paralizaciones inducidas por quienes conducen las empresas. Especialmente cuando consideran que el negocio no ofrece atractivos, entonces se deja de reinvertir para al menos mantener su capacidad productiva. Se entiende que si el contexto para producir es hostil el aparato productivo opta por mantenerse o sobrevivir. En estas decisiones son influyentes un contexto de inseguridad, de falta de incentivos, sin reglas claras, de incertidumbre. Quienes dirigen un país, y más si son los que administran la principal riqueza tienen la primera responsabilidad.  

   Todo lo anterior nos lleva a considerar  la huelga, la parálisis productiva, y su relación con situaciones que demandan la presión para un propósito político. En tiempos de la revolución bolivariana, en diciembre del 2001 se produjo la primera parálisis nacional fomentada por el sector empresarial para reclamar no haber sido consultado en la elaboración de un paquete de leyes económicas dictadas por el gobierno. Inmediatamente en el año siguiente 2002, se produjeron otros paros nacionales con el acuerdo de empresarios y la CTV, en dos de ellos el protagonismo ocurrió en el sector petrolero, tanto en abril como en diciembre de ese año. En la primera el paro y las movilizaciones produjeron resultados que llevaron, junto a otros factores, a la caída del gobierno. 

  En el segundo, el paro de diciembre del 2002, luego de sesenta días hubo un genocidio laboral con la expulsión de veinte mil trabajadores casi todos de alta calificación. Esta medida fue una auto flagelación que se hizo el propio gobierno. De hecho los resultados fueron de una pérdida incalculable si se toma en cuenta que quienes han dirigido el sector petrolero desde entonces no han podido alcanzar los índices de producción y productividad que tenía esta industria para la fecha. Al final todos pagamos estos costos, ya que el país es más rentista ahora que antes. No se ha desarrollado al presente sector alguno que haya llenado la caída de ingresos de deja un sector petrolero disminuido. 

  Según manifiestan dirigentes políticos hay consultas dirigidas a un posible paro nacional de actividades. Sería completar o extender una paralización que hoy ya existe parcialmente. Buena parte de la misma proviene de las propias medidas que el gobierno ha tomado. Las políticas oficiales han venido discriminando en la asignación de los cada vez más menguados recursos, dando a unos y negándolos a otros. Tanto para unos como para otros, la situación no es auspiciosa de aquí que los recursos que históricamente han servido para ejercer presión tienen en este momento un exigente desafío. 

@hl_lucena


    

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