lunes, 26 de enero de 2015
ANUNCIOS LABORALES E INCONSISTENCIAS
Los países que viven de la exportación de petróleo, los llamados petroestados, de acuerdo a resultados de investigaciones en el ámbito de las ciencias sociales se caracterizan por una débil institucionalidad (Terry Karl). Nosotros los venezolanos y quienes aquí viven, nos acostumbramos a convivirla y hasta ser parte de esta débil institucionalidad que nos rodea y gobierna.
Evidenciemos lo anterior por la vía de recordar los criterios y parámetros bajo los cuales se aprobó el presupuesto de la República para este año 2015:
“En el presupuesto se contempla una inflación entre 25 y 30%, un crecimiento de 3%, un tipo de cambio de 6,30 bolívares y un barril de 60 dólares.. las directrices del Presidente, Nicolás Maduro, se orientan a la creación de condiciones macroeconómicas favorables.. El presidente de la Asamblea Nacional… destacó que el Presupuesto 2015 se estableció en función del pueblo venezolano y recordó que ´Chávez decía pongan el barril de petróleo a 0$ y el pueblo no sufrirá las consecuencias, serán los privilegiados´“. (El Universal, 28 de octubre de 2014).
Que lejos están las expectativas que se fijaron para elaborar este presupuesto del 2015 y lo que apenas empezando el año ya evidenciamos ! tamaño contraste !. Es decir que el presupuesto tendría que ser modificado radicalmente apenas en la primera semana del año. Veamos que quienes hacen estudios sobre la inflación la estiman en 4 o 5 veces más que nuestros elaboradores del presupuesto. Con el crecimiento de la economía, los organismos internacionales especializados lo ubican en -6%. La paridad del dólar se fija a 6.30, ya se ha mencionado que esta tasa sólo refiere a algunos alimentos y medicamentos, pero el tipo de cambio para el resto de lo que requiere la sociedad está en el limbo ¿?; finalmente el presupuesto se calculó con un precio del barril en 60 $ y sabemos que arrancamos el año con un precio por debajo de 40 $. De aquí que lo que tenemos por delante no es una crisis, sino más bien una catástrofe. El país se mueve sin brújula.
En este orden de criterios administrativos afirma el Presidente de la Asamblea Nacional “se garantiza el incremento del salario mínimo .. mientras la revolución esté gobernando.. seguirán aumentando el salario mínimo de los trabajadores venezolanos. Igualmente agregó "En 15 años nunca se le ha dejado de pagar a los pensionados y las pensionadas gracias a la fracción revolucionaria. Siempre se han garantizados los recursos para el pueblo”
Se observa que salarios mínimos y pensiones, son dos estandartes asumidos por la política oficial para llenar pancartas y discursos. En documentos de propaganda es frecuente leer que tenemos el salario mínimo más alto de América Latina. El cálculo es tendencioso, ya que se divide el salario mínimo entre 6.30, como si todo lo que consume el trabajador esta puesto en el mercado con esa tasa cambiaria. Apenas se use otra tasa de cambio, sin necesidad de llegar a la del mercado negro, nuestro salario mínimo se va al foso en las comparaciones regionales.
Las remuneraciones en el país tienden a ser cada vez más de apenas un salario mínimo, porque muy poco se hace para incrementar los niveles salariales superiores. Año a año los trabajadores experimentan desmejoras de sus salarios reales; los trabajadores venezolanos llevan más de tres décadas de reducción; desde 1981 en adelante no se conoce lo que es una mejoría de los salarios reales.
El mecanismo idóneo para revisar los salarios por encima del mínimo, así como las escalas y los tabuladores para los trabajadores según calificación y experiencia cada vez funciona menos, nos referimos a las convenciones colectivas. De mas de un mil quinientos convenios firmados anualmente en promedio en la década del ochenta, hemos pasado en los últimos años a poco mas de cuatrocientos anualmente. De esta manera la abierta obstrucción gubernamental a la libertad sindical rinde sus frutos a los empleadores públicos y privados.
Con las pensiones, se vive una situación frágil cuando frecuentemente se recurre a la emisión de créditos público para poder completar el pago de las mismas. No existen fondos que aseguren su pago. La institucionalidad es casi inexistente.
El único fondo que podía tener el músculo financiero para brindar certidumbre a sus afiliados, como era el de los petroleros fue esquilmado por directivos puestos por Pdvsa para administrarlo. Quinientos cuarenta millones de dólares de este fondo están en situación de riesgo. La magnitud monumental del monto sólo es posible en el sector petrolero. Los afectados son miles de aportantes trabajadores y ex trabajadores, además de sus familiares. Hasta el momento hay una investigación y un detenido, pero ninguna tiene que ver con las autoridades venezolanas, todo es en EEUU, que por razones fiscales intervinieron. En cambio aquí no ha pasado nada. Para este caso, nuestra institucionalidad no existe.
La abierta debilidad institucional se confirma cuando se anuncian en la presente semana aumentos de salarios mínimos, que apenas semanas antes al aprobar el presupuesto de este año no aparecen por ningún lado. Igual inquietud se levanta sobre los impactos del salario mínimo en pensiones, jubilaciones, programas sociales, y no se indica la disponibilidad de recursos. ¿De que fuente emanarán?. Igual ocurre con el incremento de trescientos mil nuevos pensionados.
Gobernar una sociedad requiere mayor institucionalidad. Que si de revisiones del mínimo salarial se trata, así como de pensiones y jubilaciones, son asuntos muy serio para ser manejado con tanta orfandad institucional. La conexión natural de estas categorías laborales con políticas macroeconómicas, con precios, producción, productividad, gestión eficiente de empresas y sectores, empleos, participación, democracia y libertad sindical son fundamentales, y la debilidad institucional pretende manejarlas como estandarte para pancartas y discursos.
hector.lucena@gmail.com
@hl_lucena
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