Las Relaciones de Trabajo están inmersas en los tres grandes ciclos de la vida económica y social de un país, como son Producción, Distribución y Redistribución. Esta fundamental reflexión es oportuna en los tiempos de transición que vivimos.
En el primer ciclo –Producción-, la relación directa en los espacios productivos de Capital y Trabajo es determinante para los actos productivos, influyendo en su cantidad y calidad. La convivencia implica una permanente necesidad de acuerdos en el desarrollo de la cotidianidad productiva, necesario para cumplir los fines de la organización, además de mantener la fuente de empleo que importa al colectivo trabajo. Pero no debe olvidarse que al lado de los fines comunes, existen los objetivos e intereses propios de cada uno –Capital y Trabajo-. Por tanto habrá los intereses convergentes y los divergentes; y bajo esas premisas se mantiene y funciona la relación que provee a la sociedad de los bienes y servicios necesarios. Los índices de evaluación de este ciclo, se refiere a la cantidad y calidad de productos y servicios, los costos y el consecuente retorno por las ventas. Todos los involucrados deben conocerlos, de no ser así, es una carencia elemental que lesiona principios elementales de esta relación.
Acompañando el ciclo anterior, se tiene el de la Distribución a la cual aspiran los dos factores centrales del proceso productivo. El Capital aspira su propia remuneración, convertida en rentabilidad y/o acumulación. En tanto el Trabajo, demanda su remuneración en salarios directos e indirectos, y garantías de empleo. En las medianas y grandes empresas se agrega con características propias un tercer segmento, el de los gestores ubicados en la alta jerarquía, que al no ser propietarios no acceden a la rentabilidad ni a la acumulación del capital, pero tampoco son satisfechos por los beneficios colectivos alcanzados por el Trabajo. Los índices mencionados en el ciclo Productivo, orientan el desenvolvimiento de la Distribución. En el plano nacional la distribución capital y trabajo, históricamente se ha inclinado ampliamente al capital. Vale señalar que esta distribución tuvo sus mejores momentos en las décadas de los cincuenta y sesenta, y que posteriormente se inclinó más ampliamente a beneficiar al capital, situación que no se ha revertido desde entonces.
En el específico plano de las empresas, la Distribución encuentra un polémico caso emblemático, como es el reclamo del 15% de participación en los beneficios para compensar el aporte del Trabajo en este ciclo Distributivo, conquista alcanzada en el marco de las Relaciones de Trabajo y extendida como regulación general, y que encuentra resistencias por parte de entidades estatales. El problema se vincula que con el carácter de un Estado regulador y patrono al mismo tiempo, se confunden sus roles, colocando a los trabajadores en situación más desventajosa para el funcionamiento del proceso Distributivo.
Finalmente, el ciclo Redistributivo, que coloca al Estado y particularmente al Ejecutivo en posición protagónica. Tiene que ver con varios elementos, entre los cuales destacan: la tributación que producen las organizaciones productivas, los trabajadores y el consumo; es un aporte que en los últimos quince años, ha venido incrementándose por el mejoramiento de los sistemas de recaudación y de combate a la evasión fiscal, sin embargo aún es mucho el camino por recorrer.
Se destaca que a pesar de los bajos índices de desempeño productivo, se recauden más impuestos, pero no por mayor producción, lo que aunado al caos del mercado laboral, pagan más impuestos los que siempre han pagado, y que en el caso de los asalariados, les lesiona su participación en la distribución.
Estos recursos fiscales captados han de retornarse a la capacidad productiva y a la población trabajadora, quienes lo han creado, y han de extenderse a los sectores y segmentos de ninguna o poca capacidad productiva, para favorecer el equilibrio en el desarrollo socio económico. En lo redistributivo también cuenta la producción de bienes y servicios de calidad y cantidad suficiente, para satisfacer necesidades de la población y del país en general, que cubran los costos y permitan el mejoramiento de la capacidad productiva del país, que cuiden y preserven el ambiente, y que todo ello ofrezca un mejor país del que la generación actual consiguió al entrar en la fase productiva. Diversos indicadores muestran que esta generación que ha conducido el país en los últimos treinta años, está legando a las generaciones futuras un país de menor calidad de vida del que recibió de sus antepasados. Por ello es importante cuidar, preservar y mejorar el modesto tejido productivo con el que el país cuenta.
sábado, 23 de octubre de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
Leyendo el texto recordé una cita que leí en un Libro del Dr. Carlos Manuel Palomeque: "“…El Derecho del Trabajo no tiene sentido aisladamente considerado. Es complementario de la economía. Puede subsistir sólo si existe una economía capaz de garantizar las condiciones de vida de los trabajadores, de protegerles de la destrucción, de sustraer del Derecho del Trabajo de las vicisitudes de una economía desordenada […] ¿Qué sentido tiene el Derecho del Trabajo, si se presenta fundamentalmente como el Derecho de una élite de trabajadores que tiene la fortuna de trabajar, cuando junto a él existe un cementerio económico de paro estructural ….”
Fragmento del discurso de Hugo Sinzheimer, líder de la escuela iuslaboralista socialdemócrata de la Alemania weimariana..
Me parece que la propia protección de los puestos de trabajo se encuentra en la protección misma de la productividad de la economía.
Bien documentado comentario.La relación Derecho y Economía es un tema clave. Nos parece obvio a muchos, pero no hay que dejar e recordarlo.
Publicar un comentario