Con la restatización de SIDOR se han relevado varios elementos importantes del ámbito laboral. La misma nacionalización o estatización y sus motivaciones, forma parte de las inquietudes que saltan al interés de los analistas. Pero en esta breve nota se apunta a reflexionar sobre un tema particular: la tercerización laboral. ¿Por que el interés específico en ella? En las siguientes líneas se presentan varias propuestas de análisis.
Se empieza por llamar la atención que al justificar la decisión de estatizar a SIDOR, se le da especial atención al hecho de que la empresa propietaria de la mayoría accionaria, la corporación Argentino-Italiana Techint, en sus años de administración transfirió a la condición de tercerizados a miles de trabajadores; llegándose a la cantidad de nueve mil. Hay que considerar que antes de la privatización de 1997, había tercerización. Pero el énfasis en las magnitudes de los trabajadores tercerizados, es lo que da lugar a las declaraciones oficiales que señalan peyorativamente a la administración de Techint. No es menos importante señalar que a lo largo de la aprobación de decisiones sobre este y otros tópicos estratégicos, estuvieron en la junta directiva cuatro personas que eran nombradas por el Ejecutivo Nacional.
Antes de seguir adelante, vale la pena detenerse en clarificar este término. Por un lado tercerizar es equivalente a contratar y/o subcontratar. La idea es pasar unas actividades y los trabajadores que las ejecutan a un tercero. En inglés usan el termino outsourcing, los franceses exteriorization, los italianos subcontratatazzione. En Brasil reclaman que la expresión Tercerización se originó allá. Pero al final estamos hablando de un mismo fenómeno. Aquí en Venezuela, por primer vera el tema se convirtió en problema en los años cincuenta, cuando en un contexto de represión sindical, las empresas petroleras a sus anchas transfirieron trabajadores de las nóminas centrales a terceros, llamados en nuestro medio, contratistas. Tuvo que venir una etapa de amplias libertades sindicales, como las existentes para el momento de la negociación del contrato colectivo petrolero de 1960, para que en su texto se estableciera el compromiso de que los beneficios de los trabajadores petroleros serían extendidos a los trabajadores de las contratistas. Conquista contractual que en los últimos años se ha venido a menos.
En Venezuela se ha contratado y subcontratado toda la vida. No es un fenómeno nuevo. Claro que las políticas de gestión que vienen de la mano con el desarrollo de la globalización, han acentuado la necesidad de recurrir a la búsqueda de un tercero para la ejecución de actividades que no forman parte del corpus central de una empresa determinada.
Pero en estos últimos años de fomento del desarrollo endógeno, que se entiende como un intento alternativo a la globalización. No se discute en esta breve nota, si efectivamente los resultados están indicando que ello esté ocurriendo. Lo que se quiere destacar es que incluso el desarrollo endógeno no es ajeno al fomento de la tercerización, ya que la promoción de las cooperativas de trabajo asociado y de las empresas de producción social encierran en su interior gérmenes favorecedores de la tercerización, en el sentido de pasar a un tercero actividades de los primeros, es decir los entes centrales.
A lo anterior, hay que agregar la situación de trabajadores contratados, es decir que no tienen nombramiento o contrato a tiempo indeterminado, que no están en la nómina regular, que están en una situación tan o más desventajosa que los tercerizados, ya que éstos al menos pueden llegar incluso a tener sus propios contratos colectivos, como es el caso de los trabajadores de las actividades de construcción y del manejo de maquinarias pesadas, en el caso de Sidor, que suman cerca de dos mil. En cambio los contratados en tantos entes estatales son verdaderos parias, marginados de beneficios contractuales y sometidos a las peores condiciones de trabajo. Además nadie habla por ellos.
domingo, 11 de mayo de 2008
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