La riqueza del intercambio entre personas interesadas en una agenda laboral activa y estimula conocimientos, de eso se trata la experiencia de la actualización laboral promovida por equipo académico con dirigentes sindicales. En un primer análisis se prestó atención a las condiciones en las cuales se desenvuelven las organizaciones de trabajadores, dada la situación del país, que desde todos los ángulos se reconocen como calamitosa, se puede afirmar que todos los indicadores de tipo productivo, laboral y social, muestran empobrecimiento.
Desde el lado de los trabajadores se carga la mayor parte de esa calamidad, no ven futuro, no viven para trabajar, pero ni siquiera trabajan para vivir, sino apenas para sobrevivir. Son las mayores víctimas del desastre nacional, que se traduce en diáspora, sin guerra ni fenómenos naturales extraordinarios, expuestos a arbitrariedades como hechos cotidianos.
En tanto de lado de las empresas, una buena parte decidió cerrar y usar el capital en otros países o en actividades reducidas con menores riesgos y generando poco empleo, o más bien generando trabajo no dependiente, sin obligaciones laborales. Parte del sector empleador, recogió algo compensatorio con el regalo de Recadi y más tarde de Cadivi. Algunos muy pocas corporaciones, han preservado un lugar destacado en la producción nacional, operativas y achicadas, también por procesos de modernización.
Está claramente definido que Carabobo ya no es un estado industrial, ni ningún otro del país lo es, como lo fueron en la etapa del fomento de la industrialización sustitutiva; los cierres y achicamiento de centros productivos, han dado lugar a una pérdida millonaria de empleos, de salarios, de beneficios, de conquistas concertadas y acordadas, lo que se tradujo en la diáspora de nuestros hombres y mujeres en edad activa, cargando muchos de ellos sus ascendientes y descendientes, regados en todo el globo. Hubo tabla rasa con las conquistas históricas de las relaciones de trabajo.
Venezuela constituye uno de los peores ejemplos de haber hecho una enorme inversión para el desarrollo industrial, empezando por la infraestructura básica, electricidad, agua, gas, comunicaciones, carreteras, puertos, aeropuertos, telefonía, internet, casi todo por el Estado con recursos petroleros, y con el fin de fomentar la instalación de centros productivos industriales, que elaborarían productos para proveer al comercio nacional en una primera etapa, y luego a mercados externos. Por supuesto que todo esto acompañado de un crecimiento de productos y servicios terciarios provistos por las empresas de servicios.
Mágnifica perspectiva y propuesta, en muy pocos años armamos la estructura ya que arrancamos en los años cincuenta y sesenta, y rápidamente se alcanzó el climax en los setenta, pero sorprendentemente ya apenas en los noventa, se empezaron a evidenciar fallas en su modo de conducción, tanto desde esferas públicas como privadas, la industrialización en apenas menos de dos generaciones encontró el techo o el muro de contención.
Hoy miramos predominantemente errores, carencias, y por supuesto toca que construir lo que se pueda, en condiciones adversas, con una gigantesca deuda externa que que es la más alta per capita en el mundo, y necesariamente en un ambiente político constructivo y democrático.