martes, 28 de junio de 2016

CONVIVENCIA y REINSTITUCIONALIZACION PARA EL TRABAJO PRODUCTIVO


El trabajo construye riqueza para una sociedad, pero ello requiere el acompañamiento de convivencia e instituciones de consenso que funcionen, y que existan elementos que integren. En nuestro país se está ejerciendo la actividad laboral en condiciones donde no existen ejes integradores. Un importante eje integrador es una interpretación compartida del texto constitucional, y vemos que cada vez ello no se logra. De resultas, la actividad laboral más que riqueza y progreso, lo que apenas ayuda es a la sobrevivencia.

  Se vive en el centro de una tormenta. Marchas, movilizaciones, actos públicos que se convocan tanto desde el gobierno como de la oposición, unas veces para reafirmar y otros para cuestionar.  Ambiente de tensiones y hasta de provocaciones. Amenazas y advertencias. No todo apunta a favorecer el ambiente adecuado para el trabajo, para la creación y la innovación. Además, buena parte del tiempo y de la energía de los ciudadanos se va en la búsqueda de los bienes esenciales para la vida. Nos hemos alejado de la construcción de las respuestas para los desafíos que tienen las sociedades modernas. Ni siquiera se dialoga de verdad  para una convivencia democrática.

  La calidad de vida del venezolano se ha venido a menos. Ya no sólo se trata de las condiciones materiales de vida las que desmejoran, sino algo peor, el que las perspectivas y el futuro se ve complicado. 

  Se siguen buscando senderos para avanzar hacia un futuro mejor. Mientras tanto, muchos han optado por irse. No ha sido necesario que una guerra haya devastado ciudades y campos, como ocurrió con la diáspora europea post Segunda Guerra Mundial. Tampoco las cruentas dictaduras del cono sur que ahuyentaron a parte de la población, o una guerra donde guerrillas se convirtieron en ejércitos y se enfrentaron al gobierno con una respetable cantidad de efectivos y armamento -Colombia-. 

  Nuestra emigración masiva ha sido por la pérdida de oportunidades, por un lado la política económica tomó un camino que desperdició enormes recursos, desaprovechando las propias capacidades que ofrecía su gente y sus empresas. 

  Por otro lado, los recursos del país se desperdician en tanto predominen la exclusión y el sectarismo. Véanse cuanta parálisis productiva en el campo y en las ciudades como consecuencias de la práctica de esquemas que privilegian a unos en detrimento de otros. Conducir económicamente un país como poder omnipotente y supremo por encima de los productores, es desperdiciar sus experiencias y conocimientos.    

  El estado de la economía y de la difícil convivencia, plantea esfuerzos extraordinarios de re institucionalización en los años por venir. Desde el mundo del trabajo, algunas consideraciones previas que han de tenerse presente incluyen:

  • Superar la pugnacidad y confrontación que caracteriza hoy la relación de quienes gobiernan, con sectores que tienen otras visiones de sociedad. Entender que el hecho de no compartir visiones no es ser enemigo. El ser venezolano o residente de esta tierra ha de acercar a las personas. No se justifica usar lenguaje descalificador por el hecho de tener perspectivas diferentes sobre la sociedad. Imponer una visión de sociedad es más convincente cuando la amplia mayoría de la población mejora sus condiciones materiales y espirituales, pero ello no está ocurriendo.

  • Dentro de la compleja situación que vivimos hay sin duda violencia. Cierto que en contadas, determinadas y específicas áreas esta situación es un hecho -cárceles, algunas áreas mineras, ciertos espacios urbanos y rurales-, pero se estima que con los recursos legítimos de parte de quienes gobiernan se puede controlar y recuperar la paz en tales situaciones. Lo importante es planteárselo como objetivo, todo en el marco constitucional.

  • A la sociedad le inquieta y preocupa el fortalecimiento de grupos armados del mundo del hampa, pero también se observa en la esfera de la política, en donde grupos civiles armados con visible padrinazgo e inclinaciones políticas participen en la represión de opositores. Importante destacar que a pesar la alta violencia general, no se ha logrado evidenciar que haya reacciones organizadas para enfrentar esta desviación en la acción política. Se confía en que tal situación no emerja, porque significa entrar en una espiral más complicada de resolver. Los países latinoamericanos que llegaron a esos extremos han venido saliendo, los casos más recientes El Salvador, Guatemala y ahora Colombia. Hoy, es anti histórico y regresivo que se pretenda resolver las discrepancias armando a la población civil. Y entonces ¿para qué son las instituciones?

  • Para encarar situaciones como las identificadas en las anteriores viñetas es necesario re institucionalizar el país, que permita aclarar los papeles que distintos órganos del poder ejecutivo y particularmente el militar, el control policial, la administración de justicia y el llamado poder moral han venido desempeñando. Hay extensos sectores de la sociedad civil y de la ciudadanía que han venido perdiendo la confianza y la credibilidad de estos órganos. Es necesario que el ciudadano logre recuperar la confianza en el profesionalismo y la neutralidad de estos entes estatales.

  • Los menguados niveles de producción que el país experimenta, son posibles de superar con los aportes del trabajo y del capital. Sin embargo, la difícil convivencia y el deterioro institucional no son favorables acompañantes para la reactivación productiva.   


  Nuestro esfuerzo de análisis ha sido y sigue siendo los estudios del trabajo, pero hay la convicción que el deterioro de hoy impone plantearse unas condiciones previas para que los hechos productivos y laborales, puedan disponer de un escenario que genere confianza para que el trabajo pueda llegar a ser efectivamente de mejora familiar y de la sociedad toda. 

miércoles, 22 de junio de 2016

SAQUEOS: Del neoliberalismo al estatismo


El año 1989 quedó en la historia moderna como el año de los saqueos, todos en dos días y en algunas pocas ciudades importantes del país. En lo que va del presente año la escasez se ha agudizado y junto a ello los saqueos, tanto de establecimientos públicos como privados, y unidades que transportan alimentos y en general productos escasos, además en ciudades grandes, medianas y pequeñas, y en todo el país. Así como en los saqueos de 1989 ha habido consenso en adjudicarlos a las políticas neoliberales de ese entonces, en los que van en curso, son por tanto, resultante de las vigentes políticas económicas.  

  ¿Quiénes son los saqueadores? Es la misma población que lleva largo tiempo experimentando incomodidades para abastecerse, pero advierte que cada vez las colas son más largas, por más horas y con menores resultados en lo que finalmente logra comprar. Sus expectativas son de incertidumbre.También, se agregan elementos que ven la oportunidad para bachaquear lo saqueado, en las colas de cada día convergen tanto personas que buscan sus alimentos, como otras que buscan productos para la reventa especulativa. 

  Igualmente la población observa que la escasez se presta para que a todos los niveles de la cadena productiva hayan mercados negros, desde el fabricante o importador hasta el detallista y consumidor. Las distintas políticas de control implementadas por el Ejecutivo no han alcanzado sus objetivos, ya que ocurren desviaciones, abusos, sobreprecios, y finalmente el consumidor, la población sufre con dificultades diversas, por un lado pagando sobreprecios por los productos, comprando lo que consiga en cantidades por debajo de sus reales necesidades y sin poder escoger características, además en ambientes de tensión donde igual se exponen las personas a inclemencias, incomodidades, robos, y hasta fraudes cuando la buena fe les lleva a ponerse en manos inescrupulosas por el desespero de conseguir lo necesario para alimentarse o curarse. 

  Ante tamaña problemática, desde el mes de abril, el Gobierno viene anunciando los Consejos Locales de Abastecimiento y Producción -Clap-. Una nueva figura promovida por el Ejecutivo, quién afirma la existencia de decenas de miles en todo el país. Surgen íntimamente ligados al partido gobernante, y empoderados para controlar y distribuir los alimentos escasos. Su visible sectarismo político en su composición y funcionamiento avizora problemas adicionales de discriminación, ergo más confrontación; y por otro lado, sin garantías de solucionar el problema de alimentación que tiene la población.

  Mientras, el eje de la producción sigue desatendido, es decir los necesarios acuerdos entre productores a todos los niveles, entendiendo empresarios de las distintas fases de la cadena productiva, sin que falten los que disponen de la mayor capacidad tanto en el campo como en la ciudad. Así como los representantes genuinos de los trabajadores. Puede verse que quienes suelen participar son sólo dirigentes oficialistas, que actúan más como voceros y representantes del gobierno que de las bases laborales. 

Quienes hacen análisis desde el lado técnico advierten que las dificultades que hoy se están viviendo tienden a acentuarse ya que no hay decisiones acertadas, e incluso predominan las no decisiones, una situación verdaderamente inercial que ha venido conduciendo a la parálisis productiva.  

  La centralización de la economía, el exacerbado estatismo, carga con la responsabilidad del deterioro de la situación nacional, en donde no hay un indicador económico que se pueda exhibir orgullosamente. Hasta hace pocos años, el Gobierno al menos exhibía algunos indicadores sociales que compensaban los magros resultados económicos, como la reducción de la pobreza por ejemplo, destacado por la CEPAL. Igual exhibía un reconocimiento por parte la FAO, la organización de las Naciones Unidas para la alimentación, pero todo quedó atrás.  Apenas bajaron los precios petroleros, se derrumbó la ficción de progreso social y más bien hemos regresado a indicadores de pobreza y alimentación desconocidos en los últimos cuarenta años. 

  La pretendida planificación centralizada con la que se ha manejado la economía venezolana apareció gradualmente a lo largo del gobierno chavista, en algunos momentos con avances rápidos, como por ejemplo después del paro cívico y petrolero de diciembre 2002 y enero 2003, igual cuando la Asamblea Nacional quedó en manos exclusivas del chavismo (2005-2010). Pero se desconoce que todas esas decisiones desde el poder cupular de la revolución haya contado con sustento de esfuerzo intelectual resultado de centros de estudios, que a lo largo del tiempo hayan previsto las dificultades en las cuales se estaba llevando al país. Ha predominado la improvisación y el aprovechamiento de este vacío de principios, de ética y responsabilidad, más grave y notorio cuando se ha dispuesto de enormes recursos financieros, los más cuantiosos en la historia venezolana. Para peor, en todo esto la revolución nos ha endeudado con montos que pagaremos tanto la generación actual como quienes hoy son unos niños. 

  La población que busca desesperadamente soluciones a necesidades de alimentación, de salud y de empleo, ya no puede calificarse de opositora, ya que no es esta condición la que involuntariamente les une en acciones de desespero y alto riesgo, sino más bien el estado de extrema necesidad y al mismo tiempo el compartir la visión de incertidumbre por el caos con el cual vive el país en estos tiempos, que les hace prever que al ritmo que se desenvuelven los acontecimientos la calidad de vida de la familia seguirá bajando por un tobogán. Además es la población que ya no le cree a los anuncios gubernamentales, que repiten las mismas gastadas explicaciones y sin asumir responsabilidad por el desastre.


 Con los saqueos nadie gana, ni siquiera los saqueadores que rápidamente lo consumen o venden y vuelven a su misma condición de necesitados. Por supuesto que menos aún los saqueados, extremadamente grave aquellos que sólo disponen de esa tienda para vivir y los que ahí tienen su empleo. Pero para todos los clientes es un problema, ya que quienes tenían previsto ir a comprar en ese establecimiento, lo conseguirán cerrado.

miércoles, 15 de junio de 2016

LECTURAS DE UN GOBIERNO TEMEROSO DE ELECCIONES


 

  Un régimen que se planteó alcanzar el socialismo como forma de organización de la sociedad, contando para ello con la más extraordinaria riqueza que país alguno haya percibido, así como con un control casi total de los poderes públicos y una costosa maquinaria de propaganda e ideologización, pero luego de más de tres lustros los resultados de gestión no le permiten tener la confianza de ganar una contienda electoral nacional, e incluso con perspectivas de similares resultados en casi todas las elecciones regionales previstas para fines del presente año, así como tampoco perspectiva de ganar muchas de las elecciones en un área determinada como la  sindical, por ejemplo. De ahí el papel obstruccionista del CNE para que no se realicen elecciones sindicales en múltiples empresas o entes estatales.

 

 La abierta postura oficialista de impedir el referéndum revocatorio presidencial, impidiendo con ello el ejercicio de un derecho constitucional por el cual ha optado la oposición, vistas las dificultades para el funcionamiento democrático institucional y responsable entre el Ejecutivo y el Legislativo en ejercicio desde el principios de año. Los dos únicos poderes de elección directa por parte del soberano. Recordemos que los miembros del Poder Judicial, Electoral y el Moral -Fiscal, Contralor y Defensor del Pueblo-, todos son electos por procedimientos que se llevan a cabo en el ámbito del Poder Legislativo. 

 

  La postura gubernamental contraria al referéndum revocatorio tiene en sus explicaciones el que todo apunta a que difícilmente podrá evitar la derrota en las urnas. Por ello su objetivo es que no se realice la consulta, al menos en lo que queda del 2016, que es la que llevaría a convocar a una nueva elección presidencial. 

 

  Los resultados de las parlamentarias del pasado 6 de Diciembre del 2015, casi en la mitad del período presidencial, son de hecho un referéndum. En un régimen de tipo parlamentario, por ejemplo como el de España, con esos resultados hay inmediatamente un cambio de gobierno. En cambio, en un régimen presidencialista como el nuestro, se dispone de la figura del referéndum revocatorio. Estimamos que un ejercicio de gobierno sustentado en acuerdos ciertos de gobernabilidad entre el Ejecutivo y el Legislativo hubiese sido una alternativa para evitar el referendum, pero vista la pugnacidad reinante es evidente que esta es una hipótesis descartada. Si ya el país estaba polarizado antes de las elecciones parlamentarias, en este primer semestre del 2016 la difícil convivencia entre el Ejecutivo y el Parlamento ha agudizado la polarización.   

 

 Recordemos que H Chavez también estimaba en un principio que los resultados del referéndum de aquel 2004 no le eran seguros. Recuérdese que ese no se planteó por resultado electoral alguno, sino por la crisis de gobernabilidad de abril 2002 -vacío de poder y golpe de Estado-. El gobierno corrió bilmente su fecha hasta agosto del 2004, permitiendo recuperarse y vencer ampliamente a la oposición. Este resultado oxigenó política y electoralmente  a Chavez, que lo llevó a confiar en volver a promover un referéndum como lo hizo en el 2007 y 2009.  

 

  La revolución bolivariana había sido exitosa en promover y ganar elecciones, así lo demuestran los resultados desde 1998 hasta el 2015, salvo un par de resultados adversos. Con ese aval se mostraba orgullosamente tanto adentro como afuera del país.  

 

  La revolución bolivariana ha gobernado hegemónicamente, con una oposición en situación de permanente minoría. Es en este 2016, cuando le toca gobernar por primera vez con una mayoría parlamentaria que no controla, por cierto fenómeno que recién antes del primer triunfo de Chávez, estaba presente en el segundo gobierno de R Caldera. 

 

  Los pocos meses del intento de ejercicio plural en la política venezolana, al existir uno de los poderes públicos nacionales con mayoría opositora, han mostrado una manifiesta incapacidad del establecimiento bolivariano por conciliar y entenderse con opositores. Los triunfos en ámbitos regionales y municipales en los últimos años ya habían mostrado este talante. Así se desprende de haber creado gobernaciones o alcaldías paralelas en aquellas jurisdicciones donde el chavismo fue derrotado electoralmente.  

 

  En la Venezuela civil de 1959 en adelante se gobernaba por pactos entre partidos en los primeros tres lustros o gobiernos, ya que eran períodos quinquenales. Luego, con el primer gobierno de Carlos A Pérez se pasó a gobiernos de un sólo partido, así también fueron los que le siguieron, el de Luis Herrera, Jaime Lusinchi, y de nuevo, Carlos A Pérez. Con R Caldera -II- fue un gobierno multipartidista, la sorna criolla los llamaba el “chiripero” porque todos eran pequeños partidos. Importante destacar que el Poder Legislativo era un poder de convivencia entre las distintas alternativas partidistas. 

 

  La convivencia se viene tornando día a día más compleja. Por un lado la situación económica de crisis, con escasez de elementos indispensables para la vida, y una creciente implementación por parte del Ejecutivo de esquemas que no resuelven lo fundamental de las carencias como es revertir el modelo económico que permita recuperar la producción, sino que más bien se ponen en práctica medidas unilaterales sin discutirlo con quienes representan en este momento a la mayoría del soberano. 

 

  Todo luce como perseverar en una política de choques y confrontación, que evidentemente no contribuye a la salida a la crisis sino a su agudización. Tanto en la cuarta como en la quinta, el país asimiló que las salidas a las crisis han de ser electorales, y es anti histórico pretender resolver rehuyendo a ellas, y menos aún quienes llegaron al poder en elecciones respetadas y reconocidas por quienes tenían el control de los poderes.

 


        

 


miércoles, 8 de junio de 2016

CALIDAD DE VIDA: DEL PICO AL FOSO


  Las sociedades, comunidades, familias y personas, tienen un determinado nivel de calidad de vida, concepto que es complejo ya que implica condiciones económicas, sociales, políticas, de salud, y de ambiente natural.

  El nivel de la calidad de vida de los venezolanos alcanzó su pico en la segunda mitad de la década de los años 70, y luego, paulatinamente, fue desmejorando a lo largo de las décadas siguientes. Fue un desmejoramiento gradual, lo que permitía a las personas ir haciendo ajustes para adaptarse a las realidades que venían emergiendo. 

  Con los ajustes muchos lograban mantener sus niveles de vida. Muchos de estos, si se quiere, eran prácticas normales en otras sociedades, por ejemplo nos referimos al hecho de contar con dos ingresos en el hogar, ya no sólo el del hombre, sino aportes de ambos cónyuges; en las reivindicaciones gremiales vía los convenios colectivos se lograban mas beneficios para la reproducción de la fuerza de trabajo, especialmente en temas como salud, acceso a los productos, comedores o bonos para alimentación, recreación y educación.

  Este período de mejoramiento continuado en las condiciones materiales del venezolano tiene en una primera etapa un gobierno no democrático, pero que promovió un desarrollismo efectivo en obras materiales, como fue el gobierno de la década de los años 50. Que luego se complementó en los años 60 y 70 con progreso social, manteniendo el mejoramiento de la infraestructura. Así que ahí están los treinta años dorados de la Venezuela moderna. 

  En la literatura sobre desarrollo en el mundo occidental, es frecuente la frase “los treinta gloriosos”, que se refieren casi a los mismos períodos que mencionamos para Venezuela. Luego vinieron en los ochenta y noventa turbulencias políticas y económicas que alteraron el ritmo evolutivo. El país dejó de crecer y mejorar, en algunos años se mantenía, pero en el balance desmejoramos en calidad de vida.

  Ahora queremos venir al momento presente que así como se hizo alusión al pico hace varias décadas, toca mencionar lo contrario, que sería la fosa en donde nos encontramos en cuanto a la calidad de vida de los ciudadanos. Veamos los distintos segmentos asociados al trabajo y los efectos en su calidad de vida por el deterioro sostenidos en varias décadas. 

  En primer lugar la débil situación de los salarios o ingresos por el trabajo realizado bajo condiciones de dependencia, los asalariados, sin duda la situación más extrema en cuanto a fragilidad ante los embates inflacionarios hasta el pasado año, pero hiperinflacionarios en el presente, es el segmento que ha experimentado el mayor deterioro en su calidad de vida. Aquí se incluyen sectores laborales de condición popular y de una medianamente desarrollada clase media que se constituyó por el avance en la educación y su inserción en actividades modernas. 

  Otro segmento que aglutina a densos sectores laborales con un marcado deterioro de su calidad de vida son los trabajadores en condiciones de independencia, pero íntimamente ligados a actividades llevadas a cabo por empresas de mediano y gran tamaño que también resienten la situación económica y han disminuido su actividad productiva, repercutiendo directamente en el recorte de actividad de aquellos independientes que giran alrededor de las anteriores. Aquí se incluyen los que venden los productos, los que surten de insumos, los que transportan, los que prestan servicios por ser actividades no centrales al negocio principal, ya sea en comedores, informática, seguridad, limpieza, servicios profesionales y gestiones diversos. 

  Entre los trabajadores independientes también se tienen a los que prestan sus servicios o venden sus productos al consumidor final, por tanto no forman parte de la periferia de otras empresas, hay una independencia más visible que el grupo del párrafo anterior. Sus condiciones de vida están atadas a que puedan conseguir los elementos para poder hacer sus bienes o prestar sus servicios, y ya ese es un problema central, porque la escasez los lleva a parálisis recurrentes, dejándolos inclusos sin ingresos, teniendo que comerse los ahorros o migrar a otras actividades. ¿Habrá mayor incertidumbre que esa?

  Una cuarta categoría son los rentistas privados. Aquellos que en sus años de mayor capacidad productiva ahorraron e invirtieron en propiedades inmobiliarias, o también  quienes recibieron de sus antepasados en herencia, bienes inmobiliarios o tierras que las rentaban y que de su administración lograban el sustento para vivir. Aquí hay un contingente importante de personas de la tercera edad. Su nivel de vida ha bajado, porque las propiedades para su alquiler están sometidas a regulaciones que los atemoriza, independientemente que sean de grandes propiedades o de modestas que apenas alcancen para vivir, las regulaciones y la manera de administrarlas ahogan la vida de quienes optaron en sus años más productivos por esta opción. 

  El segmento de los propietarios de empresas medianas y grandes, convencionalmente, es considerado el capitalista. Se sabe que al capital le importa, en primer lugar, la acumulación y la preservación de las propiedades. Capital que no logra acumular y no tenga capacidad de renovarse está destinado a sucumbir. Si bien, las propiedades son las que menos sufren en un ambiente inflacionario como el reinante, no es el objetivo central del capital preservar el valor real de las propiedades productivas, sino poder hacer con ellas lo suficiente para ampliarse. Hoy se cuentan por miles las empresas cerradas, y por cientos las que se han ido del país. Así que alrededor de ellas hay personas a quienes se les ha disminuido su calidad de vida. 


  Se asume en líneas generales que en cuanto calidad de vida se ha llegado al foso, y es por ello las turbulencias que hoy se observan a diario en materia política.