miércoles, 3 de febrero de 2016

EL 6D ¿UN NUEVO CICLO DE RESULTADOS ELECTORALES?


En la revolución bolivariana las organizaciones de los trabajadores que intentan hacer sus elecciones siguen consiguiendo restricciones. Lo experimentan entre otros, los importantes sindicatos de Sidor y de Ferrominera. Tal es el caso de normativas y prácticas autoritarias de funcionarios, a quienes se les oye decir que anteriormente hubo burócratas que se enquistaron en las jefaturas sindicales y limitaron la libertad sindical. 

  Cierto que de ello hubo muchos casos, pero  también de ejercicio de auténtica libertad sindical. Sin duda, estamos viendo que hay mayores cuestionamientos a las obstrucciones al ejercicio de su autonomía, como se refleja en las denuncias ante el Comité de Libertad Sindical de la OIT. Pero hoy, desde los órganos del poder que controla el oficialismo, se acrecientan las restricciones, ya que en este 6D tal parece que es el inicio de un nuevo ciclo de resultados de la voluntad de los electores.

 Precisemos. Hay dos 6D en la presente etapa de la vida política del país. El primero fue el de 1998, que trajo a Hugo Chávez y a la revolución bolivariana al poder. El segundo, la reciente elección parlamentaria, que va en sentido contrario porque representa el ascenso de las fuerzas políticas que adversan al chavismo y que anuncian su propósito de orientar sus acciones a su  desalojo del poder.

 El 6D de 1998 fue una victoria amplia del liderazgo emergente sobre la coalición de las fuerzas que venían gobernando al país. Otro tanto ha ocurrido en este 6D del 2015, pero ahora con una mayor ventaja para las actuales fuerzas emergentes en los resultados electorales; los que son  más llamativos si se toma en cuenta que la institucionalidad de 1998 conservaba mayor apertura que la del 2015. Cambios desde la misma constitución bolivariana fortalecieron el presidencialismo, y restaron espacios a las minorías, a las regiones, y a la sociedad civil en general. El Estado es más fuerte, y en particular, el peso del Presidente. Los otros poderes se le han subordinado. Notoria la subordinación del llamado Poder Electoral, Poder Moral y del Poder Judicial, aunque resultante de la interpretación y dominio que ha emanado desde el poder presidencial.

 En ambos 6D, las fuerzas emergentes son una combinación de nuevos y viejos actores políticos. En el 6D de 1998, los nuevos actores procedían del ámbito militar pero estaban acompañados de  dirigentes que procedían mayormente de la izquierda, pero también de agrupamientos y dirigentes procedentes de los partidos tradicionales. Algunos de ellos realmente históricos en la izquierda por la amplia carrera política, tales como Luis Miquilena y José Vicente Rangel.

 En el 6D del 2015, ocurre otra fusión entre viejos y nuevos dirigentes. Parlamentarios como Miguel Pizarro y  Freddy Guevara, estarían cursando en la escuela primaria cuando Chávez logró su victoria el 6D de 1998, más de 17 años atrás.

 El 6D de 1998 fue el inicio de una cadena de triunfos electorales por parte de las nuevas fuerzas políticas. Pocos meses después, en el mismo 1999, se logró tres triunfos electorales: la aprobación a la convocatoria de una Asamblea Constituyente, la elección de los constituyentistas y el referéndum aprobatorio del nuevo texto constitucional. 

  En la elección de los constituyentistas, además de la onda victoriosa del chavismo, supo sacar ventaja del ingenio matemático de sus asesores (Nelson Merentes a la cabeza) con la aplicación de un ventajoso quino electoral que dejó unos resultados ajenos a lo ocurrido en las urnas, solo seis constituyentistas opositores y más de cien adscritos al nuevo liderazgo.

 La situación económica previa al 6D de 1998 no era buena. El segundo gobierno de Rafael Caldera sin mayoría parlamentaria tuvo que lidiar con la crisis bancaria de 1994, implementar un  programa de ajustes, y desenvolverse con bajos precios petroleros que llegaron a descender a los 8 $ el barril, agregando todo esto más descontento al que se había mostrado en las protestas conocidas como el sacudon y/o caracazo de 1989, con una  cruenta represión aún fresca para entonces, ya que los nuevos líderes procedentes de la fuerza armada no dejaban de guardar distancia de aquel papel jugado por la institución armada, y reiteradamente acusaban a sus responsables.

 El presente 6D ocurre con una situación aún peor que la anterior, la de 1998. Al extremo que el gobierno optó por ocultar información del desenvolvimiento económico y social, porque todos los indicadores reflejan el deterioro del sistema productivo y de la situación de la familia venezolana. Aparte que las instituciones encargadas de brindarlos se han convertido en apéndices del Ejecutivo, y su uso partidista les ha restado credibilidad.

 La onda victoriosa del chavismo de la primera etapa promovió la consulta electoral logrando consolidar su dominio del Parlamento, gobernaciones, consejos legislativos regionales, alcaldías, concejos municipales. Su actual deterioro avizora que lo que viene va en sentido contrario. Ello lleva a las fuerzas opositoras a plantearse desde ya un referéndum revocatorio en el presente año. Este mismo 6D fue de hecho un plebiscito por las características asumidas por los actores políticos en la campaña, que más que referirse a los candidatos y a los problemas de las regiones, lo que se evaluaba era al gobierno nacional.

 En este escenario,  las elecciones específicas de organizaciones de los trabajadores, de autoridades universitarias, de centros de estudiantes y de otras organizaciones de la sociedad civil, que ya vienen encontrando obstáculos para su libre desenvolvimiento, es previsible que el Ejecutivo y aquellos poderes subordinados seguirán obstruyendo su ejecución.


Al mismo tiempo, este escenario es una oportunidad para que quienes han venido cuestionando el ejercicio autoritario de las instituciones obren con criterios democráticos y participativos, que permitan no repetir errores y más bien aprender de ellos en la mejor conducción de las instituciones colectivas tanto públicas como privadas.

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