lunes, 25 de enero de 2016

DE LA EMERGENCIA ECONÓMICA Y DEL ASCENSO AL DESCENSO SOCIAL


 En estos momentos de aguda crisis económica y de descenso de los niveles de vida de casi toda la población nacional, y la conmemoración de un nuevo 23 de Enero, nos invita a considerar las propuestas que se formularon e implementaron en 1958 y años sucesivos, y los momentos actuales de escasez, penuria e inestabilidad política. 

  En lo económico se puede señalar que el período post dictadura inició con la necesidad que tuvo la Junta de Gobierno que asumió el poder en ese 23 de enero de 1958, de implementar medidas de emergencia económica para atenuar la situación de desempleo y ofrecer ingresos a las personas, de ahí el llamado Plan de Emergencia vigente desde febrero de 1958 a Junio de 1959. Al iniciar Romulo Betancourt y sus aliados de Copei y URD el nuevo gobierno constitucional en enero de 1959, a la emergencia económica le acompañaron levantamientos militares que hicieron complejo el arranque y funcionamiento de ciclo post dictadura que se estaba empezando. 

  Las dificultades económicas plantearon al Gobierno solicitarle al Congreso en mayo de 1960 una Ley de medidas económicas de urgencia por un año. El congreso la aprobó, aunque algunos sectores opositores minoritarios la llamaron la “ley del hambre”. El mensaje del Presidente Betancourt señalaba “La economía y el fisco nacionales viven una hora transitoria de serias dificultades. Es necesario que todos aportemos nuestra cuota de sacrificios Que […] reciban menos emolumentos los servidores públicos y paguen más impuestos los contribuyentes. La acción oficial debe dirigirse simultáneamente a una continuada reducción de los gastos públicos, a elevar los ingresos mediante aumento moderado de la tributación, a proveer los estímulos fiscales para el fomento de la inversión y a agenciar recursos exteriores para ser invertidos únicamente en obras reproductivas”.

  Estas medidas económicas de emergencia dieron sus resultados satisfactorios, Venezuela entró en un ciclo de crecimiento en el resto de la década del sesenta, incluso con precios del petróleo de USA $ 2,00 el barril. Todos los indicadores sociales mejoraron y se produjo un real ascenso social. La familia obrera, campesina y de los sectores medios mejoraron sus condiciones materiales de vida. Los hijos de estas familias alcanzaron más altos grados de bienestar que sus padres. Incluso el hijo del obrero y del campesino pasaban a alcanzar más altos niveles de formación educativa, mejores empleos y condiciones materiales de vida, todo esto se mantuvo a lo largo de la década siguiente, los setenta. 

  En los setenta sí hay que agregar que el mejoramiento ya tenía relación con los súbitos incrementos del precio del barril de petróleo, tanto el de fines de 1973 - de $ 3 a $12- como el de 1979 a más de $ 30. Ambos por procesos políticos internacionales en donde no teníamos ninguna vinculación. La crisis internacional nos benefició, lo cual nos hizo atractivos como país para el incremento de la continuada recepción de inmigrantes de todas partes del mundo, incluso de países más desarrollados que nosotros. Pocos venezolanos salían de su país, y cuando lo hacían contaban con una moneda de alto poder adquisitivo en cualquier lugar del mundo. 

  En ambas décadas, los sindicatos y las instituciones de las relaciones de trabajo, como las políticas salariales, los convenios colectivos, mejoraban consistentemente por el escenario económico que ofrecía el país y la estabilidad política nacional. 

  Por supuesto que esta favorable evolución tuvo momento de quiebre que se manifestaron a fines de la década de los ochenta y principios de los noventa, de lo contrario no tendríamos este régimen que se inició hace 17 años.

  Hoy, se repite como en 1960 el planteamiento del Ejecutivo al Parlamento de la aprobación de una Ley de medidas económicas de emergencia. Por supuesto que la situación es notablemente peor en cuanto a indicadores económicos. De hecho el gobierno ha recibido del Parlamento varios períodos de habilitación para legislar sobre la materia y no lo ha hecho debidamente, y por tanto en estos tres últimos años la crisis se ha profundizado. Una nueva composición política del parlamento plantea exigencias y compromisos al Ejecutivo, que éste elude. 

  La población venezolana en sus distintos estratos económicos resiente la situación de penuria, escasez y dificultades para su sobrevivencia. Quienes antes ascendieron socialmente como trabajadores, profesionales, agricultores, empresarios, hoy a duras penas se mantienen o desmejoran su condición de vida. Los sectores mas pobres que en un determinado momento del gobierno chavista mejoraron su condición han vuelto de nuevo para atrás. Los que si mejoran son quienes se han conectado en actividades gubernamentales y tienen acceso a ventajas y prebendas que no son accesibles al ciudadano común, como divisas, contrataciones, vehículos y altos cargos. 

  La política social ha dado acceso a beneficios en temas importantes como alimentación, vivienda, pensiones. En algunos otros aspectos los programas han desmejorado y ya no ofrecen el servicio que inicialmente brindaban, como es el caso de salud. Pero es evidente que con todo lo ocurrido en el campo productivo y laboral, todos estos programas carecen de sustento y estabilidad, vienen dependiendo de la emisión de dinero que cada vez tiene menor valor, y no de una producción nacional suficiente para quienes en el país vivimos. Lo lamentable es que la destrucción del tejido productivo privado se ha sustituido con importaciones, y la administración estatal ha hundido el cuantioso parque productivo tanto el que era desde sus inicios de propiedad estatal como el expropiado a los privados, generando frustraciones en quienes en algún momento creyeron en el tipo de modelo económico ofrecido.   


  Los trabajadores y la población en general vive una etapa de descenso social. Las familias reducen su nivel de vida, acrecientan su solidaridad, precarizan su vida haciendo múltiples trabajos, invierten largas horas de su tiempo de descanso y de vida productiva haciendo gestiones para acceder a los productos alimenticios, del hogar y de la salud. Muchos jovenes, especialmente bien preparados deciden irse a otros lugares a probar suerte. Ahora somos conocidos por exportadores de capital y talento humano.  

lunes, 18 de enero de 2016

Diálogo y negociación, ajustes o confrontación


En el mundo del trabajo empezamos el nuevo año haciendo referencia necesariamente al contexto político nacional, porque es dominante en el acontecer actual.
En lo político el 6D ocurrió un tsunami, primera derrota electoral contundente al oficialismo en sus 17 años de gobierno así como una cantidad cercana de procesos electorales. Tan sólo en dos de ellos la oposición había obtenido mayor número de votos, pero por diferencias menores, el referéndum de la reforma constitucional en el 2007 y las elecciones parlamentarias del 2010. De ambas derrotas el chavismo, con su líder fundador al frente, logró recuperarse y fortalecerse, pero ahora no está presente, aparte que la derrota fue aplastante.
Algunos comentaristas minimizan la victoria opositora al decir que sólo aumentó en 400 mil votos, pero lo hacen comparando con los resultados electorales de las pasadas elecciones presidenciales, y no con las pasadas elecciones parlamentarias que es donde corresponde, en donde las opciones opositoras alcanzaron el 51% y el Gobierno el 48%. Los votos de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) fueron 5.3 millones, y en esta ocasión -2015- 7.7 millones, superando por 2.1 millones al gobierno. De paso hay que destacar que igualmente el gobierno subió ligeramente su votación al agregar más de 200 mil votos.
Obviamos hacer comparaciones con las elecciones parlamentarias del 2005, porque la oposición se abstuvo de participar, dando lugar a unas elecciones con sólo un 25% de participación.
Destacable que la participación electoral en estas elecciones alcanzó más de un 74%, frente al 66% de las parlamentarias anteriores. Se puede señalar que las parlamentarias fueron asumidas como una votación más allá de su ámbito, y trascendieron en el votante a emitir un juicio sobre el gobierno en su globalidad. Se puede afirmar que no se votó deliberadamente por el representante del circuito, sino que fue un voto plebiscitario.
Estado en campaña
Igual es importante reiterar que tal como ha sido habitual, el gobierno no dejó de poner en práctica múltiples acciones de ventajas por el uso abusivo de los recursos del Estado, además de amenazas a empleados públicos y a beneficiarios de los programas sociales, y por otro lado, poniendo en práctica todo de tipo de restricciones a los opositores, sea desde el propio Consejo Nacional Electoral (CNE), desde el TSJ, como desde todas las instancias públicas que controla.
A favor del gobierno hay que mencionar la masiva emigración de venezolanos en los últimos años, que ya alcanza cerca de los dos millones. ¿Cómo votarían personas que se han ido por falta de oportunidades, por temor a la inseguridad, por explorar futuro en otras sociedades? el sentido común lleva a inclinarse que serían ampliamente votos críticos de la política gubernamental.
Nuestra historia no registra una derrota de esta magnitud en unas elecciones parlamentarias en un momento cercano a la mitad de un período sexenal. Pero obviamente que un resultado como el ocurrido lleva a reflexionar sobre la sobrevivencia del gobierno, mucho más existiendo la figura del referéndum revocatorio. Recuérdese que el referéndum del 2004, no se planteó por resultado electoral alguno, sino por la crisis de gobernabilidad de abril 2002. El gobierno corrió hábilmente la fecha del referéndum hasta agosto del 2004, permitiendo recuperarse y vencer ampliamente a la oposición.
Tres escenarios
¿Cuál es la reacción de un gobierno que experimenta una derrota tan contundente este 6D, en donde a todas luces los votos que hicieron posible esta derrota no son solo los tradicionales votos opositores sino que también se agregan aquellos procedentes de la otrora votación gubernamental?
Veamos tres opciones de respuesta gubernamental. Una de diálogo y negociación; otra, de ajustes; y una tercera, de confrontación.
Diálogo y negociación: esta opción cuenta con la desventaja de encontrarnos con una institucionalidad deteriorada producto de un ejercicio del poder en un ámbito polarizado. La única negociación que recordamos en estos 17 años, fue la desarrollada bajo el patrocinio de organismos internacionales, la llamada Mesa de Negociación y Acuerdos instalada en noviembre del 2002, con el acompañamiento de la OEA, de PNUD y del Centro Carter. Fue un proceso largo y difícil, incluso involucró a los gobiernos de varios países, ya que  se constituyó el Grupo de Amigos del Secretario General de la OEA integrado por Brasil, México, EEUU, Chile, España y Portugal lo que también le dio más aire al proceso de negociaciones. Hoy, la nueva mayoría parlamentaria ha manifestado su interés en dialogar, pero también ha advertido que según las respuestas oficialistas dispone de un plazo de seis meses para buscar una salida  “por la vía constitucional, pacífica y democrática”.
Ajustes: nos referimos a los demandados por los votantes que se volcaron a hacerlo por la alternativa opositora. Se asume que parte de esta votación puede ser satisfecha si en las políticas gubernamentales ocurren medidas de ajuste que den respuesta a sus aspiraciones. Algunos llaman “voto castigo” a quienes votaron en contra del gobierno, pero que si éste rectifica en sus políticas especialmente en materia económica, de seguridad, de convivencia y paz, asumirían una postura neutral o de apoyo implícito al gobierno. Con la denominación de ajuste, se asume que de hecho hay ajustes a lo largo del 2015, ya que el deterioro de la calidad de vida de los venezolanos y quienes aquí residen es por ajustes regresivos, que lesionan sin corregir ningunas de las falencias del sistema económico y social existente. Pero se trata de construir ajustes para resolver problemas que vayan a su fondo y no a su apariencia.
Confrontación: En las pocas semanas posteriores al 6D lo más visible ha sido la confrontación. Así lo hemos visto desde el principio en la misma Asamblea Nacional con la mayoría derrotada, desde el Ejecutivo, desde el Poder Judicial actuando más como instancia política que como el poder que aplica justicia.
Los principales voceros del partido oficial utilizan argumentos confrontativos, aquellos pocos que apelan a la autocrítica y a señalamientos de las deficiencias en las políticas responsables de la derrota no logran ejercer suficiente influencia en el gobierno.
El partido oficial ha sido tradicionalmente poco dado a debatir, ha asumido más bien ser un seguidor de esquemas y conceptos que a pesar de los resultados fallidos no logra influir en el aparato burocrático gobernante.
Los ciudadanos amante de la paz y la convivencia han de estar preocupados.