domingo, 19 de julio de 2015

ALIANZAS PARA LA FORMACIÓN DE TRABAJADORES Y EL FORTALECIMIENTO DE SUS ORGANIZACIONES



  Concluyendo experiencia de formación para dirigentes sindicales en programa que ha resultado de alianza entre la Universidad de Carabobo, la UCV, Provea y la cooperación internacional, nos planteamos reflexionar sobre la necesidad de esta formación. Nuevos cursos se planifican para Caracas y Ciudad Guayana, agregándose a la alianza la Universidad Católica Andrés Bello.

  Si reconocemos a las organizaciones de los trabajadores como entidades que son parte del entramado institucional que sustenta el desarrollo productivo y social de una sociedad, entonces llegamos a concluir que esa formación es un compromiso nacional de la sociedad en su conjunto.

  En América Latina se observan compromisos entre el Estado, el movimiento de los trabajadores y universidades en asumir esta formación, así lo vemos en países de mayor desarrollo institucional en lo laboral, tales son los casos de Brasil, México, Argentina y Uruguay. Incluso en Chile, con un sindicalismo que aún no se ha recuperado del todo de las restricciones durante la dictadura militar, también hay programas de formación en alianza Gobierno, Universidades y Movimiento de los Trabajadores.

  En nuestro país no se observa que la formación de dirigentes y trabajadores en general, a los fines de fortalecer sus organizaciones y con ello su papel protagónico en la construcción de propuestas y en la toma de decisiones, haya alcanzado metas que satisfagan los mínimos necesarios para que el movimiento de los trabajadores se sienta satisfecho de lo logrado.

  Tanto para al Estado como para los empresarios, este asunto no es su prioridad, por el contrario un movimiento conducido por directivos improvisados y desinformados son más fácilmente cooptados a intereses distintos a los propios. De hecho el difundido paralelismo sindical que ha multiplicado el número de organizaciones sindicales, ha ocurrido improvisando dirigentes que acceden sin preparación para asumir actividades que tienen un contenido y complejidades que desconocen.

  Entidades como el Despacho que se ocupa de los asuntos del Trabajo, y en su interior el Incret, el Inspsasel, el Inces, y otras entidades estatales, sus programas de formación de directivos y de los trabajadores en lo relativo a sus organizaciones representativas, ha sido más orientado a ponerlas al servicio de posiciones convergentes con los propósitos estatales, que no siempre son los mismos del movimiento entendido como sujeto que tiene sus propias visiones y necesidades.

  Igual puede señalarse de la formación promovida desde los empresarios, sea en los centros creados para formación de trabajadores, que como es conocido se orientan más a la formación profesional para el desempeño en el trabajo, como en aquellas entidades de educación superior, que más bien crean programas para fortalecer el papel de la empresa y de los empresarios en general, en donde más que brindar oportunidades para el estudio científico de las relaciones entre empresas y trabajadores, que fortalecieran el sistema productivo y la distribución de riqueza, lo que predominaron fueron los programas, seminarios y actividades académicas que tenían en el fondo el propósito de controlar al movimiento de los trabajadores.

  Con las universidades no se desarrolló un mecanismo de articulación con el movimiento de los trabajadores para aprovechar los recursos con que ellas cuentan. El enorme potencial de la actividad de extensión universitaria no se articuló con planes de formación sindical y de formación sociolaboral, Recelos de un lado y del otro predominaron. No se crearon puentes, para que así como en las universidades se forman cuadros para la dirección de la gestión estatal y de la gestión empresarial, se formen también para la gestión de las organizaciones de los trabajadores. De todos modos, una formación que tenga presente a las organizaciones de los trabajadores, es una responsabilidad que la universidad venezolana debe asumir.

 En cuanto a las propias organizaciones de los trabajadores y el tema de la formación, con toda la importancia y el reconocimiento que puedan algunos dirigentes reconocerle, la debilidad del movimiento, especialmente por su fragmentación en varias corrientes, limita contar con la infraestructura y los recursos suficientes para asegurar programas de formación estables. Conocemos de algunos esfuerzos meritorios en este propósito que hacen lo posible por preservar la formación.   
       
 Para cerrar, es importante destacar que la formación sociolaboral tiene sentido en tanto el accionar sindical trascienda lo reivindicativo inmediato, y se vincule como actor en la solución de los grandes problemas de la sociedad. El funcionamiento laboral está regido por el predominio de otros actores, como son el Estado y el Capital, quienes protagonizan el intercambio en torno a los temas centrales del funcionamiento de la sociedad. El movimiento al destinar, como ha sido,  todas sus energías en los temas de la distribución ha dejado de lado lo relativo a la producción y la redistribución. 

  Cuando se ha puesto en práctica el dialogo social, ha estado dominado por los temas del interés del Estado y del Capital. En fin el modelo de desarrollo ellos han influido más en su determinación y conducción. El reto está ahí. Desde su seno ha de nacer la discusión y la construcción de opciones para que formen parte de su agenda reivindicativa nacional, sectorial y en los centros productivos.


@hl_lucena

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