domingo, 19 de mayo de 2013

ORGANIZACIÓN DEL TRABAJO Y PRODUCCION DE ALIMENTOS




Un producto clave en la mesa del venezolano es la harina de maíz precocida, con la cual se elaboran las arepas, acompañante de toda comida, o con un razonable relleno es una comida en si misma. Por ello la producción de maíz y su procesamiento para convertirla en harina, es un tema sensible para la población venezolana. El maíz en caso de no producción se puede importar, como se viene haciendo desde hace largos años.

Pero con la harina de maíz precocida, en la fórmula para hacer las arepas, se trata de una patente desarrollada localmente para hacer un producto de profunda raíces culturales, y por tanto no es posible conseguir este producto en el mercado externo para importarlo, como han venido siendo las soluciones puestas en práctica ante los problemas de escasez. Lo poco que se conoce de este mismo producto producido externamente, procede de la misma empresa que desarrollo la patente en Venezuela –Alimentos Polar-.

El gremio de los agricultores –Fedagro- informa que hoy se siembran 430 mil hectáreas, y se requieren 300 mil ha. más, así como mejorar los índices en 200 mil ha. hoy subutilizadas. Este déficit obliga a importar 2.5 millones de toneladas de maíz por un valor de 1.3 millardos de dólares, equivale a precios en puerto de medio dólar el kilogramo, agréguense otros costos, y se observará que la peor estrategia en alimentos básicos es sustituir producción nacional por importaciones. Pues bien, esta estrategia importadora a altos precios internacionales no es posible con la harina de maíz precocida, ya que no se consigue en los mercados internacionales y necesariamente ha de producirse localmente.

Para la producción de harina de maíz, tenemos 24 plantas. De ellas 3 son del grupo Polar, 3 de otros propietarios privados y 18 en manos del Estado, resultado de las estatizaciones de los últimos años. Para principios del presente régimen, el gobierno no era propietario de plantas en este sector. Bajo el argumento de la seguridad alimentaria se ha venido estatizando a empresas nacionales e internacionales dedicadas a este rubro.

            Sin duda el grupo líder en este rubro es la división de alimentos del grupo Polar, que con sus tres plantas alcanza a una capacidad instalada equivalente al 48% del total nacional, que ha demostrado que viene utilizando al 100% su capacidad de producción, por tanto el problema de la escasez habría que buscarlo en las demás empresas del sector, especialmente en las 18 plantas en manos del Gobierno, así como en el funcionamiento de los distintos eslabones de política que influyen en la producción.

            Las fábricas de harina de maíz estatales cuentan con todas las ventajas de acceso a divisas preferenciales para la importación de materia primas e insumos, así como ventajas en el trato recibido de las autoridades, por lo que ha de traducirse en menores interferencias. Por su parte, los directivos de Polar señalan que sus empresas han sido inspeccionadas y fiscalizadas 1.500 veces en los últimos cinco años. Cuantifiquen lo que eso representa en tiempo de atención, en interferencias en la gestión, en incertidumbre y preocupaciones para el hacer productivo.

            En lo que si es una desventaja la organización del trabajo de las empresas estatizadas son las interferencias por factores diversos que obstaculizan el hacer productivo. La mayoría sustentadas en razones ideológicas que se oponen a los méritos que se apoyan en la carrera profesional, en el conocimiento, en la experiencia y antigüedad, en el cumplimiento de normas y metas, en el desarrollo según capacidades y disciplina en el desempeño de las labores.

            El control que en la empresa capitalista es una variable atada a las metas productivas, a que se genere producto y junto a ello la renta, que la alta dirección del grupo Polar la fija en un 15%, lo que en una economía inflacionaria es una muestra racional de gestión empresarial. Interesante destacar que este grupo contribuye con un aporte tributario de cerca del 4% de toda la tributación no petrolera.

En las empresas estatales que se manejan cuestionando el control capitalista y la ganancia, no se deja de ejercer el control; se ejerce y de manera ruda y poco sofisticada, como se ha visto luego de los resultados electorales del pasado 14 de abril,  pero ejercido para fines no centrados en las metas productivas sino en la fidelidad y lealtad a símbolos, a jefes que no líderes y a abstracciones de seguridad alimentaria, de soberanía y de tener patria. Estas últimas categorías son legítimas y absolutamente sustentables en una organización del trabajo, pero lo que se observa es que se vienen aplicando para ocultar y justificar sesgos, discriminaciones y ocultamiento de incompetencias y en no pocos casos corrupción.

Nos parece bien interpelar y dialogar con el sector productivo privado, y del encuentro Polar-Gobierno, quedaron despejadas interrogantes importantes, pero se confirman y refuerzan otras, como ¿quién interpela al productor estatal? También se refuerza la necesidad de interpelar a quienes diseñan políticas productivas erráticas, costosas y en el fondo anti nacionales porque al final nos hace más dependientes de intereses foráneos.

@hl_lucena

2 comentarios:

La Braga Azul dijo...

Trabajo muy bien elaborado, creíble, apoyado con soporte de cifras que parecen inapelables. Felicitaciones por la objetividad, incluso dentro de la subjetividad de la pregunta final. Fue de lo mejor. Saludos

Hector Lucena dijo...

Saludos Octavio!
Un comentario que valoro.. eres un analista y lector corrido. Hasta pronto!