miércoles, 19 de septiembre de 2007

Otra nueva barbarie: exterminio de sindicalistas

Otra nueva barbarie Héctor Lucena hlucena@uc.edu.ve
Una versión compacta de este documento se publicó en El Nacional el día 26-09-07, pag. 14

Gran parte de la sociedad se ha acostumbrado a leer en las noticias rojas, la muerte de miles de jóvenes cada año y todo ello ocurre en los barrios más pobres. Las fuentes oficiales, policiales en concreto, identifica que son muertes “entre bandas”, o “ajustes de cuentas”. Otra barbarie social, que ha adquirido características de rutina noticiosa es la muerte en las cárceles. Con frecuencia de manera colectiva, y hasta recién ha ocurrido que entre los muertos se incluyen visitantes.
Pero estamos ahora ante una nueva barbarie, se trata del exterminio de sindicalistas de la construcción. El problema es alarmante en el Estado Bolívar, casi pudiera decirse que en el Municipio Caroní. En los últimos tres años las fuentes periodísticas locales acumulan más de ciento veinte asesinatos. Por tanto la población de esta comunidad se empieza a acostumbrar a convivir con esta nueva barbarie.
¿Que explicación tiene este fenómeno? Obviamente es un problema muy complejo, y por tanto se intenta ofrecer algunos elementos para que sean profundizados. En primer lugar, hay que señalar que la vida sindical venezolana no tiene ni remotamente en su historia nada que se le parezca en cuanto a tales niveles de violencia. En el mundo el país que ha experimentado los mayores grados de violencia contra los dirigentes sindicales ha sido Colombia, la que si bien tiene uno de los índices de sindicalización más bajos del continente, carga encima la tasa más alta de sindicalistas exterminados, por supuesto en el marco de una violencia ya histórica, que se ha traducido en el exterminio de sindicalistas tanto por victimarios de la izquierda como de la derecha.
Por la propia metodología de lucha del accionar sindical, en donde las huelgas de producción y paralizaciones que incluso pueden extenderse más allá de los centros de trabajo, hay sus riesgos para los involucrados. Pero en la historia sindical venezolana, se contabilizan hechos de violencia sindical en las décadas del cincuenta y del sesenta, por la inevitable asociación entre los partidos políticos en la acción clandestina y las organizaciones sindicales bajo su orientación. Incluso en la década del sesenta ya no sólo fue la acción política clandestina, sino que ella era además insurreccional y armada. Pero las victimas del mundo sindical en ambos períodos no se comparan ni remotamente con lo que estamos viendo en el Municipio Caroní en los últimos tres años .
Otra violencia sindical en una escala más bien de atropellos y arbitrariedades ejercida por jefes sindicales, se han conocido en otros sectores productivos –petróleo, automotriz, cauchero, textil-. El tema más caliente siempre ha sido el empleo, ya que al controlar los sindicatos el ingreso a los puestos de trabajo adquiere una importante fuerza. Otro tema caliente, es la confrontación intersindical por controlar una determinada organización. En todos estos casos subyace en esa violencia las cuotas de poder –emplear trabajadores- y los ingresos o finanzas de la organización.
Al sector de la construcción se incorporan grandes contingentes de trabajadoras. Es un sector con una gran capacidad de empleo. Por otro lado una gran parte de esa mano de obra es de poca calificación. Los empleos son de por obra determinada, y por tanto inestables. El trabajador rota de una obra a otra. Estas características dan lugar a una mayor dependencia de los trabajadores de quienes dirigen los sindicatos, que son quienes controlan el ingreso a los puestos de trabajo. El trabajo es la mercancía que se ofrece de una obra a otra, y la intermediación sindical maneja la relación con los patronos.
Desde la fundación de los sindicatos por rama de industria de los trabajadores de la construcción, los primeros en la década del cuarenta, y luego se multiplicarían en el aluvión sindical de la década de los sesenta, los adecos mantuvieron la hegemonía absoluta. Para entonces la violencia eran fundamentalmente cabillas y batazos. Los activistas de los sindicatos de la construcción eran generalmente los de las brigadas de choque en las manifestaciones sindicales, como las del 1 de Mayo. En la década del sesenta se popularizó en el medio sindical hablar con temor de “los cabilleros de Juan Herrera”, el por muy largo tiempo presidente-fundador de Fetraconstrucción.
Pero que ha pasado en estos años recientes, para que la contabilidad de la barbarie nos impacte a todos. Asomemos algunas inquietudes, para seguirlas profundizando.
En primer lugar se ha estimulado la constitución de nuevos sindicatos, llamados paralelos, en el mismo sector de la construcción. Ahora los patronos y las obras que ejecutan son conquistadas en una lucha hombro a hombro por el sindicato tradicional o por el de reciente constitución. Este fenómeno si se quiere se observa en casi todo el país. Pero que tiene el Municipio Caroní, es decir Ciudad Guayana de especial, para que los números de violencia sean un record rojo en la historia del país. Las obras que aquí se han ejecutado en los últimos años son monumentales, un primer puente sobre el río Orinoco, ahora un segundo puente, la construcción de nuevas represas, la ampliación de obras en centros productivos, la construcción de un stadium olímpico –Cachamay-. Son obras que congregan a miles de trabajadores, además son obras que se toman varios años para su ejecución. Todo ello implica un gran poder en el ingreso de trabajadores y el manejo de las finanzas.
Lo anterior ocurre en el marco de unas cifras respetables de desempleo, aunque ha venido bajando, no hay que olvidar que el empleo mayormente es el de la informalidad, sin tutela ni protección de ningún tipo. Se recuerda que el empleo de la construcción tiene la tutela de la legislación laboral y gozan de un buen contrato colectivo, por lo que si bien su naturaleza lo hace temporal, es plenamente formal.
Otro elemento perturbador de las relaciones de trabajo en este sector y en general todos, es de la fragmentada situación del movimiento sindical. Al paralelismo confrontador de los sindicatos de reciente constitución contra los de dominio adeco, se ha sumado la fragmentación en el ámbito de los sindicatos de orientación oficialista, que ahora responden a diversas corrientes internas. Unas con el beneplácito de las autoridades de la administración del trabajo y otras marginadas. Esto determina que las obras de construcción en Ciudad Guayana se las pelean no dos organizaciones sindicales, sino tres y cuatro diferentes. La multiplicación de organizaciones ha llevado a improvisar dirigentes. En la medida que esto ha ocurrido el nivel ha venido bajando, apareciendo las prácticas violentas como el medio dominante para dirimir las diferencias. Dado que se manejan cifras importantes de recursos económicos, ello ha llevado a la contratación de guardaespaldas y personas que manejan la violencia como práctica cotidiana. En algunos casos los guardaespaldas devienen en delegados en obras y aplican los métodos que conocen.
Ante esta dramática situación por supuesto que se puede y debe profundizar, para controlar esta anarquía y normalizar el caos, que líbrenos señor de que se extienda a todo el país. Se advierte que hay casos esporádicos en los estados Anzoátegui, Guarico, Aragua, Carabobo, Distrito Libertador, Apure. Hay tiempo para poner límites. Obviamente, como en todo hecho de violencia hay autores materiales y autores intelectuales, pero además dada las raíces de este problema es importante tener presente los autores institucionales.

1 comentario:

Diony Alvarado Pinto dijo...

Saludos profesor Lucena. Aquí está la trágica noticia del dirigente sindical merideño Carlos Méndez. Cuando hablé por teléfono con usted, aún no me había enterado de la gravedad de la tragedia a la que hacia referencia, hasta que investigué posteriormente la noticia en internet. Esperaba que fuera algún altercado con lesionados o algún acto vandálico, algo violento pero dentro de lo relativamente habitual, pero jamás me imaginé que fuera asesinato por sicariato, esto es terrible, realmente terrible, la violencia contra las organizaciones sindicales avanza en Venezuela.


Asesinado Carlos Méndez, dirigente clasista de la Unión Bolivariana de Trabajadores (UBT) del Estado Mérida
Por: Prensa UNT/ C-CURA
Fecha de publicación: 24/10/07

Con profundo dolor, dirigentes de la Unión Nacional de Trabajadores (UNT) fuimos notificados ayer por la noche, que el Secretario General de la Unión Bolivariana de Trabajadores (UBT) del estado Mérida -Carlos Méndez- fue brutal y cobardemente asesinado por un evidente sicario, quien al verlo bajar de una motocicleta, le proporcionó 20 disparos, 4 de ellos en la cabeza.

Carlos Méndez desde hace mucho tiempo venía denunciando en la Fiscalía y en otras instituciones de derechos humanos, policiales y judiciales, las irregularidades que existen en las actividades sindicales de la construcción y otros sectores en el Estado Mérida. El dirigente clasista, ya había sufrido tiempo atrás -por realizar estas denuncias-, otros atentados como la quema de un negocio familiar. También otros integrantes de UBT habían sufrido heridas de bala, entre ellos un muerto, y muchas amenazas y persecuciones.

El asesinato de Carlos Méndez no es el primero. Por realizar denuncias similares y presentar distintos expedientes con acusaciones ya han sido asesinados varios dirigentes sindicales. Solo por atreverse a no permitir un sistema de chantajes y mafias en la vida laboral de la construcción del estado. Es decir, no estamos ante un hecho aislado, estamos ante un nuevo asesinato perpetrado por sectores que cotidianamente utilizan la muerte, la persecución y las amenazas, como forma de resolver las diferencias sindicales.

Ante denuncias anteriores, realizadas por Carlos Méndez y otros dirigentes sindicales, todos los organismos provinciales competentes para realizar una profunda investigación, evidentemente no lo han hecho. A consecuencia de esta conducta de impunidad, es la permanencia de las muertes y violencia, que incluyen un sistema de terror para la seguridad laboral y física de los trabajadores de la construcción. Con anterioridad reposa denuncias en organismos como el Cuerpo de Investigaciones Científica, Penales y Criminalística CICPC y Fiscalía del estado Mérida donde presuntamente estaría involucrado un dirigente sindical del estado, de quien se dice es protegido por otro alto dirigente de la UNT regional.

Por esta razón es que como integrantes de la Coordinación Nacional de la Unión Nacional de Trabajadores solicitamos al Gobierno Nacional, a la Asamblea Nacional y a la Fiscalía General de la República que tomen directamente en sus manos la inmediata investigación de estos hechos, para garantizar que se termine la impunidad, y que se castigue con todo el peso de la ley a los culpables materiales e intelectuales de este nuevo asesinato.

Desde aquí, y en nombre de Dirigentes Nacionales de UNT y de Coordinaciones Regionales de todo el país, les hacemos llegar nuestras condolencias a su mujer Yusmeri y a sus hijos, a sus padres y hermanos, así como a todos los integrantes de la UBT Mérida, y a todos sus compañeros y amigos. Carlos, desde hace años vino dedicando su vida a la defensa de los derechos laborales de los trabajadores, con esfuerzo y sin ambiciones personales entregó todo su tiempo a la organización sindical de la cual era uno de sus máximo dirigente. Así lo seguiremos recordando, y por esa razón e indignados, exigimos justicia.

Por la Coordinación Nacional de la UNT: Stalin Pérez Borges, Orlando Chirino, Rubén Linarez, Richard Gallardo. Por las Coordinaciones regionales de la UNT: Vilma Vivas, Raúl Román, Ismael Hernández, Ricardo Acevedo, Osmán Cañizales, José Barreto, Christian Pereira, Jesús Vargas, Américo Tábata.

¡Hasta el socialismo siempre, camarada Carlos! ¡Patria, socialismo o muerte, Venceremos!!!

http://www.aporrea.org/trabajadores/n103593.html